Mis manos dan vueltas alrededor del canto de los grillos, azarosas buscan un título para esta mudanza. Todos contra todos, el ser de la incertidumbre, un hombre desnudo desfila mostrando sus señales.
Hace tres días, en las afueras de la Villa Universitaria, un grupo de muchachos asalta a otro grupo de jóvenes, los agreden y les roban celulares y tabletas, esas pequeñas computadoras usadas para escribir. Asaltos que se han vuelto cotidianos dentro del maremágnum del todos contra todos, muchachos asaltando muchachos… Luego, otro grupo de muchachos logra detener a uno de los asaltantes y lo desnudan conduciéndolo a la Villa Universitaria.
Los muchachos golpean sin clemencia al muchacho inclemente, propio de los seres de la intemperie. Fotos, videos del espectáculo corren por las redes, los seres desnudan sus complejos dentro de una avanzada cultura de odios. Una profesora trata de evitar los inclementes golpes al muchacho bandido y es agredida de una forma inusual, incluso amenazada.
Llama mucho la atención la participación “ordenadora” de quienes fungen y fingen de autoridades universitarias y su forma de comprensión frente a hechos como el que narramos en esta ocasión. La universidad, esa oriunda de la comunidad de intereses espirituales, se ha vuelto espacio ultrajado por la cultura del odio y de la intolerancia. Convierten tales acciones en un lamentable espectáculo que desnuda la pobreza espiritual de quienes en nombre de la democracia, la justicia y los derechos humanos deshumanizan las relaciones, justificándose en actos grotescos de falsa solidaridad.
Mucha miseria humana convertida en sociedad. Desnuden a la universidad, desnuden al ministro, desnuden a la iglesia, desnuden al rector, desnuden al cínico, desnuden al usurpador, desnuden al estudiante, desnuden al profesor, desnuden al que miente, desnuden al tutor, desnuden al que barre, desnuden al borrador, desnuden la palabra, desnuden el cursor, desnuden al de arriba, desnuden al de abajo.
Desnuden la verdad, desnuden la mentira, no desnuden a destajo, desnuden de verdad, desnuden y no teman, desnuden la realidad. De lo contrario, tal hazaña resultaría un colectivo acto de cobardía. Ese muchacho, como todos, es víctima de la sociedad, del todos contra todos. Quitémosle la ropa al mundo, y desde la más creadora de las violencias, descubramos su cuerpo. No basta un ser desnudo en medio de la incertidumbre cuando se hace de los golpes a la vida un acto repugnante.
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