Escribo el 17 de febrero de 2019 y se vislumbra la posibilidad de que se comience una reconstrucción del país en un futuro no muy lejano.
En tal sentido, uno de los requisitos más importantes sería desarrollar en la población un sentido de comunidad y solidaridad, y sobre todo lograr que el esfuerzo se haga con sinergia, es decir, de manera mancomunada.
Eso por supuesto requeriría de una intensa educación en valores desde la niñez para que el ciudadano valore la democracia y desarrolle un gran amor por su país. Pero desde ahora se podría comenzar. El origen de muchos males en nuestro país radica en una mentalidad aprovechadora y antisocial que los antiguos griegos denominaban ‘pleonexia’. Los antiguos filósofos griegos designaban con ese término el comportamiento codicioso de una persona que en la sociedad se apropia de más de lo que le corresponde. Así, el gran filósofo griego Aristóteles (384-322 A. de C.) en su obra “Ética a Nicómaco” dice: “tanto el hombre que viola las leyes como el hombre voraz y deshonesto son considerados injustos, de la misma manera que el hombre que se rige por las leyes y el hombre honrado son considerados justos” (Libro V, 1.129a32-33). Aristóteles emplea ese término ‘pleonexia’ para ese hombre voraz.
El notable estadista, orador y filósofo romano Cicerón (106-43 A. de C.) en su obra “Los Deberes” expresó admirablemente la idea de que cada persona debe tener una conciencia de aportar a la comunidad: “Pero como muy bien lo expresó Platón, no nacemos únicamente para nosotros, sino que parte de nuestro nacimiento es exigido por nuestro país, parte lo exigen los amigos; y como dicen los estoicos, todo lo que produce la tierra ha sido creado para el uso de los hombres, y los hombres mismos han nacido los unos para los otros, a fin de que puedan ayudarse mutuamente. En consecuencia, debemos seguir a la naturaleza como guía, compartiendo los beneficios por medio del intercambio de nuestros deberes, dando y recibiendo, y de esta manera fortaleciendo la comunidad y la asociación más íntima entre sus hombres por medio de nuestras habilidades, nuestros esfuerzos y nuestros talentos” (Libro I, sección 22).
Nuestra población ha sufrido una experiencia muy traumática desde hace años y por eso podría valorar mucho una ética social. Actualmente somos el país más pobre de toda América, pero nuestro país tiene inmensos recursos y en pocos años podríamos recuperarnos si logramos erradicar la corrupción y logramos que una mayoría de la población trabaje unida con entusiasmo para lograr metas de desarrollo.
Se trataría de convertir el dolor en aprendizaje y fortaleza. Recordemos al dramaturgo griego Esquilo (525-456 A. de C.) que en su tragedia: ‘Agamenón’ dice: “Zeus ha decretado / que los hombres adquirirán sabiduría por medio del dolor” (Coro, Líneas 177-178). Recordemos también al filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) que en su obra ‘El Crepúsculo de los Ídolos’ (1895) dice: “De la escuela de guerra de la vida – lo que no me mata me hace más fuerte” (‘Sentencias y Flechas’, aparte 8). El filósofo presocrático Heráclito (aprox. 540-480 A. de C.) insistía en que lo bueno sólo es bueno respecto a lo malo. Por ejemplo en uno de sus fragmentos dice: “No es bueno para los humanos obtener todo lo que quieran. Es la enfermedad la que hace que la salud sea dulce y buena, es el hambre la que hace buena la saciedad, y es la fatiga la que hace bueno el reposo”. En otro fragmento dice: “Si no fuera por estas cosas, ellos no hubieran conocido el nombre de justicia”. Este fragmento es difícil de entender, pero algunos autores lo han interpretado como la dependencia conceptual que tiene la justicia respecto a la injusticia. Es decir, realmente se valoran las leyes y las instituciones cuando se han conocido las consecuencias de su ausencia. Por ejemplo se aprecia la justicia cuando se ha vivido la injusticia… ¡Por todo lo dicho nuestra población podría recuperarse rápido!