Cuando mi gemelo y yo nacimos en La Quebrada Grande, un pueblito acurrucado al pie de La Teta de Niquitao, en el estado Trujillo, no se conocía el plástico y la basura no representaba problema alguno. Los pocos desechos se tiraban en el solar y el sol, la lluvia, el viento y los animales daban cuenta de ellos. Hoy casi todo tiene plástico: los envases y los contenidos, la ropa, los muebles, los utensilios, las herramientas…todo.
El problema comenzó hace poco, en realidad se disparó en la década de los años 50, pero hoy el plástico representa uno de los mayores desafíos mundiales, junto con la emisión de gases de efecto invernadero, la contaminación del aire y de las aguas, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. En este complejo de causas y efectos, siempre está presente el tema de los hidrocarburos y del carbón, de donde provienen más del 90 % de las materias primas para casi todos los plásticos y de gran cantidad de químicos como los pesticidas, productos para el cuidado del cuerpo y miles de usos más.
“Los plásticos son un peligro grave, creciente y poco reconocido para la salud humana y planetaria. Los plásticos causan enfermedades y muertes desde la infancia hasta la vejez y son responsables de pérdidas económicas relacionadas con la salud que superan los 1,5 billones de dólares anuales…El principal impulsor de esta crisis es el crecimiento acelerado de la producción de plástico, de 2 megatoneladas (Mt) en 1950 a 475 Mt en 2022, que se proyecta que será de 1200 Mt para 2060” dice el Informe Lancet publicado esta semana.
Este y otros informes están siendo considerados en el Comité Intergubernamental de Negociación para renovar y mejorar el Tratado Mundial sobre los Plásticos reunido estas semanas en el Palacio de las Naciones de Ginebra, ante la oposición de los grandes productores, sobre todo de la fabricación de plásticos de un solo uso, como botellas de bebidas y envases de comida rápida, entre ellos Coca Cola, Pepsico y Nestlé.
Los problemas de la contaminación por plástico que agrava no sólo por el crecimiento de esa industria, sino por la constatación de que su mera recolección no llega al 40 % de lo que se desecha y menos del 10 % el que se recicla. Parece que no existe otra alternativa a limitar su producción y eliminar los químicos que hay en los plásticos, asunto que no están dispuestos a aceptar los productores… ni los consumidores.
Que todas nuestras casas y centros de trabajo, ciudades y campos, se organicen alrededor de los plásticos, parece no tener remedio. El papel, el vidrio, el acero y el aluminio serán parte del pasado, como lo será un mundo limpio. Como aquellos lugares de la nostalgia. Quizás el futuro nos tenga deparado un mundo de robots, hechos de plástico.
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