- Para la gran mayoría de los habitantes del planeta se trata del único acercamiento a la geopolítica que tienen. Gran parte el planeta dejará el ensimismamiento parroquial y tendrá la mirada puesta hacia el resto del mundo. Más que un evento deportivo como un partido nacional o local, un Mundial es un reflejo del mundo y de sus variantes en sus aspectos no solamente sociológicos, políticos o económicos, sino también geopolíticos y culturales.
Un Mundial no solamente es reflejo sino también proyección. Primero para el país anfitrión. Este año se trata de Rusia. A pesar de la imagen negativa que puede proyectar un régimen autoritario, con una política exterior agresiva y sin buenos resultados económicos, el país, y su autócrata, Vladimir Putin proyectarán durante varias semanas una imagen festiva y atraerán a muchos turistas.
- Es también un reflejo y una proyección importante para todos los países participantes. Participar en un Mundial es una inversión valiosa para alegrar a los ciudadanos, hacerles olvidar sus problemas, proyectar una imagen positiva del país y, en caso de victorias, hacer crecer la popularidad del mismo y de sus dirigentes a los ojos de propios y ajenos. Permite también medir la cohesión y el dinamismo de una sociedad. Al lado de los países tradicionales, algunos invitados inesperados pueden desear izarse al nivel de potencias futbolísticas. Bélgica, Colombia, Islandia, Perú o a su manera África del Sur con la organización de la competencia por primera vez en África, esperan marcar las mentes de todo el planeta. Para las potencias tradicionales, los encuentros donde se enfrentaron en el Mundial ya son parte de la historia: Argentina, Alemania, Brasil, Francia, Italia, los Países Bajos y el Reino Unido inscriben sus partidos decisivos dentro de la gran epopeya nacional.
El Mundial es la revancha de los pequeños países en la globalización. Ni China ni la India, ni Estados Unidos ni Rusia pintan mucho. Sí lo hacen los pequeños países nórdicos, Camerún, Paraguay, Uruguay o los Balcanes. Es particularmente la revancha de Latinoamérica que, como un hecho único en las competencias deportivas, compite pie a pie con las viejas metrópolis europeas, en la cúspide mundial.
- El Mundial es el fiel reflejo de la grandeza y decadencia anímica de los países: Italia eliminada por primera vez en 60 años, Estados Unidos y Turquía se quedan en casa mientras aparecen Islandia o Panamá por primera vez. Bélgica, que figura como caballo negro de la competencia, mientras la Naranja Mecánica se quedará en los Países Bajos y no irá a Moscú. En cambio, Arabia Saudita e Irán saltan a la fase final mientras África del Norte estará muy bien representada por Marruecos y Túnez, con el vecino egipcio.
El futbol, más que cualquier otro deporte, es subjetivo. Depende del entrenamiento, de la calidad de los jugadores y de las infraestructuras, pero también de las percepciones, la autoestima, el público, la cohesión del equipo y su proyección. Es decir, el futbol es político aunque a muchos no les guste y uno no puede entender lo que pasa realmente en el Mundial si se toman en cuenta todos estos elementos.