La beatificación del Dr. José Gregorio Hernández prestigia la larga lista de beatos y santos de la Iglesia Católica. Su incorporación suma a la no tan larga lista de laicos y a la aún menos abundante de médicos y científicos. Y no es porque no existan muchos seglares que hayan sido modelos de santidad, incluyendo prestigiosos científicos y profesionales, sino porque no han tenido una organización que apoye el riguroso proceso que exige la iglesia para elevar a los altares a los creyentes que han demostrado en grado heroico sus virtudes cristianas. Las órdenes religiosas son las más dedicadas a seguir estas largas y laboriosas tareas que exige la Causa de los Santos. Ellas no esperan que les elaboren los expedientes y aparezcan o lleguen los milagros, sino que los hacen con especial cuidado, buscan por todas partes el milagro, lo documentan debidamente y adelantan con esmero los procedimientos.
En el seno de las órdenes religiosas y en las iglesias diocesanas han existido importantes científicos y profesionales de toda índole, personas incluso de prestigio internacional que han marcado hitos en el avance de la ciencia experimental y en la profundidad del pensamiento filosófico o en las ciencias sociales, pero no ha sido escasa la incomprensión de las jerarquías, o su comprensión tardía. De allí la escases de laicos y científicos en el santoral.
En la búsqueda por Internet encontré un pequeño pero brillante listado de santos y beatos de la medicina. Por orden cronológico, son: Beato Ladislao Batthyány-Strattmann (1870-1931); Santo Giuseppe Moscati (1880-1927); Santa María Bertila Boscardín (1888-1922); y Santa Gianna Bereta Mola (1922-1962). Ahora el Dr. José Gregorio Hernández Cisneros (1864-1919).
El Beato Ladislao Batthyány-Strattmann nació el 28 de octubre de 1870 en Dunakiliti, Hungría y falleció el 22 de enero de 1931 en Viena. Casado con la condesa María Teresa Coreth con quien tuvo trece hijos. “Seré médico y curaré gratuitamente a los enfermos pobres” dijo y a eso dedicó su vida. Fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 23 de marzo de 2003 quien declaró: “Fue padre de familia y médico. Su mayor interés no eran los bienes materiales; en su vida no buscó el éxito. Eso fue lo que enseñó y vivió en su familia, convirtiéndose así en el mejor testigo de la fe para sus hijos. Él jamás antepuso las riquezas de la tierra al verdadero bien, que está en los cielos”.
San José Moscati nació en Benevento, Italia, el 25 de julio de 1880 y murió el 12 de abril de 1927. Se graduó de médico el 4 de agosto de 1903 en la Universidad de Nápoles. Famoso como científico, profesor y médico generoso con los enfermos. Fue canonizado por el Papa Juan Pablo II, el 16 de octubre de 1987. Falleció el 12 de abril de 1927. Fue canonizado por el Papa Juan Pablo II, el 16 de octubre de 1987, quien declaró: “(…) Por naturaleza y vocación, Moscati fue ante todo y sobre todo médico, responder a las necesidades de los hombres y a sus sufrimientos fue para él una necesidad imperiosa e imprescindible”.
Santa María Bertila Boscardín nació el 6 de octubre de 1888 en Vicenza, Italia (Figura 3). Monja de las Maestras de Santa Dorotea y se graduó de Enfermera. Fue beatificada en 1952 por Pío XII, que declaró: “Nada de éxtasis, nada de milagros en vida, sino una unión con Dios cada vez más profunda en el silencio, en el trabajo, en la oración, en la obediencia. De esa unión venía la exquisita caridad que ella demostraba a los pobres, a los enfermos, a los médicos, a los superiores, a todos”. Fue canonizada por Juan XXIII el 11 de mayo de 1961.
Gianna Beretta Molla nació en Magenta, Italia, el 4 de octubre de 1922 y murió en Moza 28 de abril de 1962. Fue médica especializada en pediatría en la Universidad de Milán. En la práctica de la medicina, prestó una atención particular a las madres, a los niños, a los ancianos y a los pobres. Casada con el ingeniero Pietro Molla del cual tuvo un hijo y tres hijas. Fue canonizada por Juan Pablo II el 16 de mayo de 2004, quien dijo: “Esta santa madre de familia se mantuvo heroicamente fiel al compromiso asumido el día de su matrimonio. El sacrificio extremo que coronó su vida testimonia que sólo se realiza a sí mismo quien tiene la valentía de entregarse totalmente a Dios y a los hermanos”.
En este listado faltarán algunos, pero no es poca cosa el aporte que hace el Dr. José Gregorio Hernández al santoral católico de médicos y científicos. Agreguemos su calidad como profesor universitario, además su amplia cultura, el dominio de diversos idiomas, su origen humilde y provinciano en un país latinoamericano. Así mismo su enorme popularidad en todos los ámbitos.
Esta beatificación es un estímulo para los creyentes, muy especialmente para los laicos que en todo el mundo se entregan al prójimo con amor y con conocimiento cuya labor debe ser reconocida, como la de los religiosos y los sacerdotes, y contar con un mecanismo que sea eficiente en los procesos para alcanzar la santidad.
La beatificación del Dr. José Gregorio Hernández es un gran acontecimiento para todos los venezolanos, y lo debe ser para toda la iglesia universal, dada su trascendencia en las múltiples facetas de un hombre integral. Esta beatificación se produce en medio de la pandemia más global desde la peste en la Edad Media, y tiene una significación particular como reconocimiento a quienes le dedican su vida al estudio, la investigación y la docencia para ponerla al servicio de la vida y de la salud corporal y espiritual.