Madrid, 8 feb (EFE).- El cantautor español Joan Manuel Serrat no sería quién es sin Antonio Machado o Miguel Hernández, ni la obra de éstos habría trascendido de igual manera sin la música de aquel, «sobre todo en Latinoamérica», según defiende un nuevo libro que reivindica la faceta del autor de «Mediterráneo» en cuanto a «sacar a un poeta de las estanterías y dárselo al pueblo».
Autor de dos obras previas sobre él, el escritor Luis García Gil publica este miércoles «Serrat y los poetas» (Efe Eme), que postula como posible guía para docentes que deseen acercar a los estudiantes de una manera más eficaz la magia de versos como los de Mario Benedetti, León Felipe, José Agustín Goytisolo, Luis García Montero… todos ellos musicados por el catalán.
«Hay una pérdida generacional muy evidente. La gente de menos de 30, si no es por sus padres, lo ve como una antigualla, cuando es mucho más moderno que Pablo Alborán, David Bisbal o Manuel Carrasco», avisó en una charla con Efe, sorprendido de que hasta la fecha no hubiese en el mercado ninguna aproximación que independizara esta parcela de su trabajo.
Para su redacción, García Gil ha hablado con colaboradores íntimos y clave de esta parte de su producción, como los músicos Ricardo Miralles o Francesc Burrull, pero también con el propio artista, cuyo valor divulgador fue más allá de hacerse eco de nombres ya reconocidos en su momento, como Joan Vergés o Ernesto Cardenal.
Todo comenzó en 1969 con «La paloma» de Rafael Alberti, su primera versión musical de versos ajenos, y alcanzó dimensión internacional con el éxito de «Dedicado a Antonio Machado, poeta» (1969), una «tabla de salvación» no exenta de críticas para el Serrat que en plena dictadura española venía de rechazar cantar en el Festival de Eurovisión el tema «La, la, la» si no lo hacía en catalán.
Serrat era entonces, dijo García Gil, «un artista pop de pelo largo y moderno vestuario al que seguían muchos jóvenes, por lo que esa manera de cantarle tuvo un efecto potente; de otra forma mucha gente no se habría acercado a autores como Machado o como Miguel Hernández, especialmente en Latinoamérica, pero también en España, donde no eran poetas oficiales del régimen» cuando hizo esos discos.
Por encima incluso de Benedetti, con el que trabajó en el disco «El sur también existe» (1985), en su opinión Machado fue el autor que más le influyó.
En ese sentido, la otra gran tesis de este libro es que no existirían temas de su puño y letra como «Hoy puede ser un gran día» si no fuese por la influencia de los autores que ha leído.
«Siempre dice que los poemas a los que puso música eran los que él hubiese querido escribir como cantautor. ‘Mediterráneo’, con toda esa plástica y experiencia evocadora, el lirismo o su manera de fijar la mirada, tiene mucho de Machado. Y hay canciones como ‘Tío Alberto’ en las que se ve cómo retrata personajes a la manera del sevillano, con ironía y esas pinceladas tan costumbristas», señala.
A nivel personal, confesó por último García Gil que le habría gustado que hubiese fructificado el encuentro musical del catalán con Pablo Neruda. «Nunca va a reconocer si lo intentó y no salió. Yo supongo que sí, pero a él le da mucho coraje que se le pregunte a qué otro autor debería haber puesto música, porque responde que él no va persiguiendo poetas por ahí», previene.
Javier Herrero