Por Leonardo R Argüello L*
El transcurrir de estos primeros cinco meses del presente año 2021, si algo ha mostrado a los boconeses, trujillanos y en general a todos los venezolanos, independientemente del punto geográfico en donde se encuentren, es el hecho de estar signados por toda una serie de acontecimientos de diversa índole, entre los cuales se pueden señalar como más relevantes los políticos, económicos, sociales, salud y ambiental; lo antes indicado, está llevando al hecho de que se estén perdiendo de manera casi total niveles mínimos de calidad de vida, para todos estos ciudadanos, con los riesgos a muy corto plazo que conlleva la permanencia de un estado de crisis generalizada como lo es el que se está presentando en los actuales momentos.
Lo antes dicho, en una gran parte, como producto de la aplicación de un modelo político-ideológico signado con el nombre de “socialismo del siglo 21”, que visto sus escasos y pobres resultados en el transcurrir de estos últimos 20 años, muestra un fracaso estrepitoso: con un sistema democrático prácticamente anulado, en donde no se acata la Constitución y no se respeta la separación de poderes, reduciendo al mínimo la institucionalidad; una economía totalmente devastada sobre todo en lo que tiene que ver con la producción interna de bienes y servicios, con una hiperinflación nunca antes vista en Latinoamérica.
Continuando con lo arriba expresado, con unas instituciones educativas, sanitarias y culturales agonizantes, con enormes carencias y debilidades, en donde las Universidades Autónomas –último bastión del libre pensamiento- mantienen permanentemente su grito de lucha por recuperar la libertad; todo lo anterior en gran parte como producto de la falta de institucionalidad.
Finalizando, con un ambiente altamente degradado en buena parte por la ejecución de convenios suscritos con terceros, nacionales y extranjeros, inclusive de dudosa procedencia en el aspecto legal, que han tenido un único interés como ha sido el de apropiarse de los recursos naturales que a bien nos dio la Madre Naturaleza para su exclusivo beneficio y peculio personal.
Y como si todo esto no fuera suficiente, la llegada desde remotas tierras asiáticas de un microscópico ser vivo identificado como el Covid-19 o Coronavirus, que viene a ser como el colofón, la “tapa que le faltaba al frasco” diría un trujillano de a pie, que está causando graves problemas de salud y la desaparición física de valiosos boconeses y trujillanos, lo cual ha llevado a otros niveles superiores de impacto negativo esta tragedia o “drama socialista” que pareciera no tener un acto final; hasta tanto ese público y ciudadanos indefensos que hace las veces de espectador indemne, despierte y decida actuar proactivamente para buscar y alcanzar salidas, soluciones, respuestas validas ante este inmenso mar de problemas.
En el contexto de estas consideraciones, aquí brevemente expuestas, el alcanzar el tan ansiado desarrollo sigue siendo una aspiración totalmente válida para nuestros pueblos, los retos tienen que ver con la definición de las estrategias necesarias para el logro de tan anhelado objetivo supremo y podamos superar este ir y venir de ideas parciales, de propuestas de modelos ideológicos ya agotados, que de una u otra forma se han ido repitiendo como muy bien se plasma en el célebre “Mito Griego de Sísifo” aludiendo a la circularidad de las ideas.
De ahí que, a partir de la propuesta del paradigma del desarrollo sostenible que se viene gestando desde finales de los años 80 del siglo pasado hasta la presente fecha y de manera continua, por parte de la ONU y de sus órganos adscritos como son la CEPAL, la FAO y el PNUD; el 25/09/2015, los 193 estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron una nueva Estrategia de Desarrollo, incluye a Venezuela, argumentada en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se plantea una visión transformadora que reconoce que nuestro mundo está cambiando, que lleva consigo nuevos desafíos que deben superarse si hemos de vivir en un mundo sin hambre, inseguridad alimentaria ni malnutrición en ninguna de sus formas. La Agenda 2030 ofrece una visión de un mundo más justo y más pacífico, en el cual nadie es dejado atrás y está estructurada en: 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, 169 metas y alrededor de 230 indicadores, estos últimos en constante revisión.
La Agenda 2030 se basa en cinco dimensiones fundamentales: personas, prosperidad, planeta, participación colectiva (alianzas) y paz, también conocidas como las “5 p”. Es así como el concepto de desarrollo sostenible ha adquirido un significado más profundo con la adopción de la Agenda 2030, que se fundamenta en este enfoque tradicional (inclusión social, crecimiento económico y protección medioambiental) al adicionar dos componentes esenciales: la participación colectiva y la paz.
Como se puede observar, existe una propuesta, una guía, para ir construyendo una ruta de manera conjunta entre la Sociedad Civil y sus diversas instituciones, Ciudadanos preferiblemente organizados y Gobierno, en sus distintos niveles Nacional-Estadal-Municipal; para así el buscar alcanzar un País más próspero, una Sociedad más justa y unos Ciudadanos teniendo acceso a mejores y mayores niveles de calidad de vida; juntos todos, podemos alcanzar tan soñado objetivo del desarrollo y lograr que sea sostenible y perdurable en el tiempo.
*Economista y MSc en Desarrollo Regional