Estambul, 28 may (EFE).- El Gobierno turco ha calculado en cuatro millones el número de perros callejeros en todo el país que podrían ser sacrificados si finalmente se aprueba una ley que contempla eliminar a los animales que sean apresados y a los que no se les encuentre dueño en un plazo de 30 días.
«Se estima que el número de perros sin dueño está cerca de los cuatro millones; no se sabe con precisión porque pueden parir una o dos veces al año y tener hasta 6 u 8 cachorros, y cambian mucho de lugar», ha escrito el ministro de Agricultura y Bosques, Ibrahim Yumakli, en la red social X.
La estimación más habitual en la prensa turca habla de 2,8 millones de perros callejeros, y de un total de 6,6 millones de animales domésticos sin dueño, principalmente gatos.
Turquía vive una encendida polémica desde que se anunció la semana pasada que el Gobierno quiere someter al Parlamento una ley que obligue a internar a los perros callejeros y sacrificarlos si no son adoptados en un plazo de 30 días.
Numerosos ciudadanos, entre ellos celebridades como la cantante pop Ajda Pekkan, han protestado contra la iniciativa.
«Según datos de Interior, en los últimos 5 años se han registrado 3.534 accidentes de tráfico por choques con animales, con 55 muertes y 5.147 heridos», indicó Yumakli, mientras diarios como Yeni Safak hablan de 92 muertes causados por perros callejeros entre marzo de 2022 y diciembre de 2023.
La primera opción para reducir el número de perros sin dueño sería castrarlos para evitar que se reproduzcan, pero los esfuerzos en este sentido son de lejos insuficientes, admitió el ministro.
«Según los científicos, se puede controlar la población de perros si en un año se esteriliza el 70 %. Pero en los últimos 5 años solo se ha conseguido una media de 260.000, con un máximo de 350.000 en un año», explicó Yumakli.
Agregó que según datos de Sanidad, los «contactos con riesgo de contagio de rabia» se han duplicado en 2023 respecto a la media anterior, pero no especificó en cuántos casos se detectó realmente la enfermedad.
En algunos barrios de Estambul es habitual ver a perros callejeros bien alimentados, pacíficos y sociables, con un chip en la oreja que facilita el seguimiento sanitario por veterinarios locales, pero también existen zonas con manadas más agresivas y que infunden miedo a los vecinos.
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