Ilya U. Topper y Dogan Tiliç
Estambul/Ankara, 9 dic (EFE).- La caída del régimen de Bachar al Asad tras una ofensiva de milicias islamistas se celebra como una victoria propia en Turquía y otorga a Ankara una enorme influencia sobre la formación de la nueva Siria, pero también trae importantes quebraderos de cabeza.
Los analistas turcos coinciden en que Turquía está en el bando ganador del conflicto, junto con Estados Unidos e Israel, frente a los perdedores, que son Rusia e Irán.
«A corto plazo, para el Gobierno turco y el presidente, Recep Tayyip Erdogan, lo que ha sucedido en Siria es como ganar la lotería», dice a EFE el socialdemócrata Murat Karayalçin, exministro de Exteriores turco.
«Me gustaría que Turquía contribuya a largo plazo a la reconstrucción de una nueva Siria, en su propio beneficio y en el de toda la región», agrega el político con «cauteloso optimismo».
El ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, y el vicepresidente, Cevdet Yilmaz, han subrayado que la transición debe incluir a todos los grupos étnicos y religiosos.
Erdogan -que hasta el lunes por la tarde no había hecho declaraciones sobre la caída de Al Asad- enumeró el sábado a «árabes, turcomanos, kurdos, suníes, alawíes y cristianos, conviviendo sin discriminación» en su visión de una Siria futura.
Una Siria estable y aceptada por las potencias europeas y norteamericanas redundaría en beneficio de Turquía como socio comercial, proveedor de hidrocarburos, mercado para la industria turca y puerta de tránsito hacia el resto del mundo árabe.
Además, debería poder acoger de nuevo a una parte de los 3 millones de refugiados que Turquía viene abasteciendo en su territorio y cuyo retorno exigen cada vez más partidos políticos turcos.
¿Cuánto influye Ankara?
Pero por ahora es una incógnita cuánta capacidad tendrá Ankara para influir en las pugnas de poder que pueden aparecer entre los varios grupos que han colaborado en la caída de Asad.
El más potente son las milicias ultraislamistas «Haiat Tahrir Sham», heredero de Al Qaeda en Siria, que en los últimos años dominó la provincia de Idlib en el noroeste del país, bajo tutela militar turca, y la semana pasada tomaron Alepo, Hama y Homs.
«Esta ofensiva de HTS no habría sido posible sin el conocimiento de Turquía. HTS ejercía el gobierno en Idlib, donde Turquía actuaba como garante, con más de 10.000 soldados», explicó el exembajador turco Aydin Sezgin en el canal turco T24.
Pero no está claro cómo se desarrollarán las relaciones con el HTS y su líder, Abu Mohamed al-Jolani, una vez que forme parte de la estructura de poder en Damasco.
Tampoco es verosímil que a Turquía le gustaría ver a Jolani, buscado por Estados Unidos como terrorista, en un cargo de relevancia pública en Damasco: preferirá un Gobierno compuesto de diversas facciones que diluya el perfil del islamismo radical.
¿Un nuevo conflicto kurdo?
Turquía cuenta también con las milicias del noroeste agrupadas bajo el nombre del Ejército Nacional Sirio (SNA), su principal aliado contra el archienemigo de Erdogan: las milicias kurdosirias YPG que dominan el noreste del país, a lo largo de la frontera turca.
Ankara considera al YPG una filial del proscrito Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda de Turquía, y se opone tajantemente a que el YPG tenga un papel en la reconstrucción de Siria y, menos aún, una autonomía.
Pero ¿podrá evitarlo, visto el alto nivel de organización militar, política y social de estas milicias, apoyadas por Estados Unidos contra el yihadista Estado Islámico?
Sezgin recuerda que este lunes el SNA expulsó al YPG de Manbech, su principal bastión al oeste del Éufrates, «pero hay una alta probabilidad de que una entidad del YPG se mantenga de forma permanente al este del Éufrates», opina.
Aunque el presidente electo estadounidense, Donald Trump, ha asegurado que no se quiere inmiscuir en Siria, el profesor turco Hüseyin Bagci cree que el respaldo norteamericano al YPG continuará.
«El control sobre el petróleo y el agua en esta región es muy importante. Irán ha perdido poder, pero creo que en los próximos días, Israel, Turquía y Estados Unidos cooperarán en esta zona», dijo Bagci al diario Cumhuriyet.
Economía antes que política
Ankara podría desencadenar una ofensiva militar dura contra el YPG en el noreste, con el apoyo de las milicias bajo su tutela, pero sin el HTS, para no crear una reedición de la confrontación entre kurdos y yihadistas que motivó a Washington intervenir del lado del YPG.
Sin apoyo externo, las milicias kurdas no podrían resistir de forma indefinida, pero una nueva guerra civil, aunque regional, podría dinamitar la transición en Damasco y retrasaría la vuelta de cientos de miles de refugiados sirios a sus hogares, uno de los objetivos principales de Turquía.
También socavaría las perspectivas turcas en la reconstrucción de Siria, que atraerá seguro dinero del Golfo Pérsico, según asegura el analista Murat Sabuncu de T24, con grandes beneficios para las empresas turcas, de reconocida capacidad.
Así las cosas, es posible que Ankara prefiera posponer las acciones bélicas y priorice su papel en la edificación de una Siria estable y como aliado geopolítico fiable.
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