¿Te sientes solo en la pareja, en el matrimonio o en la vejez?
Gabriele, la profetisa de Dios, nos enseña cómo dar los pasos que conducen a una felicidad verdadera y permanente. ¡Tú no estás solo: Dios está contigo!
Aprende y ejercítate diariamente para alcanzar la conciencia de que Dios está en ti. Detente varias veces al día y piensa: Dios en mí.
El que se tome esto como tarea, gana respeto ante todos los seres y formas de vida y sus oraciones surgen como por sí solas. Ellas fluyen desde el corazón del amado, que es Dios, para el que puede cerrar los ojos y orientarse hacia su interior, porque cada hombre es el Templo de Dios, en el cual Dios, el amor, espera al hijo amado.
Permitamos que Dios, el Padre eterno, pueda fundirse con su hijo, con su hija, en el amor y entonces Dios, el Eterno, también es conscientemente el amado en el corazón de su hijo y de su hija.
Jesús, el Cristo, dijo palabras del siguiente sentido: “Aquel que me ama a Mí, mantendrá mi palabra”. Sus palabras son la ley del amor y el camino para convertirse en uno con la ley, Dios.
Cada hombre es una gota en el Océano universal. Sólo cuando la gota vuelve al Océano universal, está unida con Dios. La unión con Dios, el Océano universal, también se denomina la unión mística. Es la unidad con el amado, con Dios, el Amor universal, sin éxtasis, ni existencia de ermitaño. En el hombre que ha hecho de Dios su amado hay paz eterna, pues el corazón ha vuelto al hogar.
En este libro hay muchas palabras dadas desde el amor de Dios. Alguna que otra palabra habrá caído en el corazón de aquel que ha leído con atención. Algún otro pensará: “Todo esto me parece muy bien, pero el aprender y ejercitarme me cuesta demasiado tiempo”. Otro, por el contrario, opinará: “El intento de acercarse a Dios vale la pena”. En verdad vale la pena y no cuesta mucho tiempo. El primer paso sería, como ya se ha dicho, reflexionar sobre Dios. Las horas de la tarde pueden ser de gran ayuda para esto. El reflexionar seriamente sobre Dios nos impulsa a investigar más profundamente y tal vez a practicar algunos ejercicios, porque ya solo el reflexionar sobre Dios trae movimiento a nuestro estado de ánimo. Este es el primer movimiento que fluye del amor de Dios hacia su hijo, hacia su hija, porque Dios nos espera a nosotros en nosotros.
Deseo de corazón que cada persona se sienta acogida en su interior y experimente la unidad universal y el amor universal. Sólo entonces entrará la paz en los corazones de los hombres, porque estarán acogidos de verdad. Los hombres en Dios y en Cristo, el Redentor de todas las almas y hombres, están fundidos con la vida, a la cual pertenecen los animales y las plantas, más aún, toda la Madre Tierra y el infinito, con sus seres, soles y planetas.