Sin duda alguna lo acontecido en la Asamblea General de las Naciones Unidas, nos retrotrae décadas, sino, casi un siglo, en lo que a las relaciones internacionales, diplomacia y derecho internacional se refiere. A parte de ser total y absolutamente contradictorio en esencia, el discurso incendiario de Donald Trump, sentó un muy extraño precedente. Pero lo que sí no deja lugar a duda que su tono de agresividad y negatividad, sus amenazas e intimidaciones se pueden ubicar en la misma sintonía emocional de lo que escuchamos durante los meses de violencia política y delincuencial llevada a cabo por la derecha criolla. La misma efusividad que muestra Trump por la idea de invadir, la notamos en los ruegos desesperados de Julio Borges o Requesens para que nos invadan. La misma ansia de muerte implícita en su deseo de “destruir a Corea del Norte”, es la esencia de las declaraciones de María Corina Machado o Freddy Guevara contra el chavismo.
Hoy los principios de convivencia, de respeto y reconocimiento del otro, de soberanía e independencia, fueron pisoteados groseramente por el ego descontrolado del “capitalista ideal”. Su animadversión por la cuestión climática debe ser para los historiadores del futuro el referente clave y definitorio para poder entender el pobre y lóbrego pensamiento de este oscuro personaje mundial. Dentro de los antagonismos que lo dominan, es destacable que por un lado defienda al Estado-nación y a reglón seguido justifique la intervención unilateral y la destrucción del contrario. En el caso venezolano entendemos el porqué de la agresividad. El gobierno Revolucionario y Bolivariano fue más allá que la Libia de Gadafi o el Irak de Saddam Hussein. Nosotros sí comenzamos efectivamente a abandonar el “patrón dólar”. En los casos anteriores la sola amenaza de hacerlo y respaldar sus pagos con una mercancía real, no una fortaleza ficticia y especulativa, generó la “ira de occidente” y se decidió que había que repartirse los recursos de estos países entre las corporaciones capitalistas que mantienen los gobiernos de las “potencias occidentales”. Venezuela tiene recursos para sustentar sus pagos y sentar una canasta monetaria reta uno de los pilares sagrados de la dominación capitalista en su fase imperialista: la moneda como arma de control y sometimiento.
Si algo nos ha dejado claro a todos los venezolanos ya sean revolucionarios o de oposición o no, es la especulación del dólar no responde a criterios de la realidad. Vemos cómo a través de mecanismos perversos basados en las modernas tecnologías y la capacidad de manipulación de la “mass media”, en la elaboración de matrices de opinión, generan una inflación artificial. El portal web “Dólar Today” aumentó de manera desmedida y basado en especulaciones meramente políticas el precio del dólar en el mercado negro. Esto trajo una especulación pocas veces sufridas por sociedad alguna. Lentamente nos llevaron a una “economía de guerra”.
Es por ello que el discurso de Donald Trump tiene que ser amenazante para Venezuela y su futuro. Nos soltamos la última amarra económica que nos oprimía. Y eso el imperio no lo va a permitir. Pero Venezuela no es Libia ni Irak, tampoco es Panamá o Grenada. Tampoco los tiempos son los mismos. Es seguro que tratarán de imponerse al pueblo venezolano, pero hasta los momentos nuestra unidad monolítica les ha impedido penetrar la Patria de Bolívar y Chávez comandada en estos momentos por el camarada Nicolás Maduro, quien ha sabido llevar la conducción del país por los caminos de la paz y tranquilidad a pesar del ataque continuo de los agentes “nacionales” de los intereses externos. Estamos seguros que Venezuela saldrá fortalecida y que las pretensiones imperiales, no podrán con el bravo pueblo.
*Ministro del Poder Popular para la Educación Universitaria Ciencia y Tecnología
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