Trujillo: postales de identidad / Por Pedro Frailán

Sentido de Historia

 

En la calle abajo de Chejendé o Chehendé, del vocablo Cuicas, nombre de cacique, tierra de cerámica, de cárcavas, se encuentra el museo del Dr. Pablo José Valera Saavedra. Comenta Adelfa León, que este lugar es para honrar su memoria. Profesional de la medicina que ejerció con una vocación humanista, sus primeras actividades las hizo en Monte Carmelo, continuó sus estudios a tal punto de intentar irse a Inglaterra, cuando murió en un accidente en Chivacoa, era el año de 1961. Hoy, muchos han visto el museo, en el que además se percibe un ambiente religioso, por las gracias de sus devotos, por haberle concedido sus necesidades. En su pueblo cariñosamente se le llama Pablito.

La Hermandad de los Penitentes de La Cejita en dos épocas han sembrado cultura religiosa en el tiempo de cuaresma, una tradición trasladada de Málaga – España, por el presbítero Francisco Ligero, de 1962 a 1975. Esta, fue interrumpida por unos años hasta 1990, cuando una memoria colectiva retomó esta actividad, la cual se inicia con el viernes de Lázaro, luego el de Dolores hasta el sábado de Gloria. En la actualidad son nueve cofradías: La del Centro, los Niños Hebreos, el Beso de Judas, Jesús atado, Jesús crucificado, Juan evangelista, Santo sepulcro, Virgen de los Dolores. Son veinte años que en Trujillo, la Tierra de Hermandad, es el lugar indicado para el arrepentimiento y reflexión del alma gracias a la fe.

 

El museo comunitario de Ramón Alirio González

 

Desde Santiago a La Quebrada vía El Guayabal, precisamente en la Vega de Chachique. Se vive el pasado en el presente a través de la arqueología, la paleontología y la ruina. Este lugar fue una hacienda de caña, café, maíz, caraota, aquí existió un trapiche, un molino de trillar café, movido por tracción o fuerza de sangre, que aún conservan parte de su estructura. En su gran casona construida con las perennes paredes de tapial adentro, hay un jardín interno, con cortinas de helechos, existen antiquísimas piezas importantes de cerámicas indígenas, armas antiguas, una patriota, como dice el propio Ramón Alirio y restos fósiles. Por sus adyacencias pasan las quebradas del Judío y de las Rosas, al unirse forman la quebrada Grande.

Benedicta Paredes, manos que labran la tierra desde hace más sesenta y cinco años, sustento de la casa, con ello levantó diez hembras y cuatro varones. Dice, la tierra es una tradición de familia, aprendió de su mamá María del Carmen Paredes y de su amiga Francisca González. Vive en La Cabecera de Carvajal, cerca de la laguna, de la cual afirma que está encantada. Con la arcilla, se hacen platos, budares, sartenes, tinajas, ollas tipo viuda, invaques, cántaros, fruteros, anafres, pocillos para café y con leche. Además jarras para el agua, azucareras, bandejas, floreros, materos.

Valera la del encomendero, geográficamente tiene siete colinas: La Cabaña, La Pollera, La Concepción, La Cruz, La Ciénega, Morón y El Cementerio. En Roma siete son los montes: Aventino, Capitolino, Celio, Esquilino, Palantino, Quirinal y Viminal, esta semejanza la recoció el municipio de Roma al ayuntamiento valerano, en 1964. Al obsequiarle el símbolo de ciudad eterna que lo constituye Luperca, dándole de amamantar a Remo y Rómulo, probablemente en el palatino.

La Advocación de la Virgen de la Milagrosa a Betijoque, Bitishope o Pitijoc, cacique principal, se le debe a un aborigen errante, músico desafinado, bohemio y enamorado de la Virgen, Marailo Cucheni. Quien llegaría en la década de los cincuenta con el circo Amazonas, temporalmente. Narra Victoriano Segovia a Ricardo Matos esta crónica. Este se quedó para sembrar cultura mariana, por un tiempo desapareció hacia Santa Apolonia y como cosa del azar, se encontró una cajita de madera, y con su instinto de curiosidad se encontró con la imagen. La trajo, buscó en diferentes lugares hasta quedarse en El Zamuro, le construyó su nicho y a partir de ese día cambió su destino, hoy se llama la Milagrosa, a poco tiempo partió.

Patrona por disconformidad. «Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano», de las profecías de Elías (1Reyes 18, 44), en Monte Carmelo, ermitaños o peregrinos fundaron la Congregación de las Carmelitas, una de las advocaciones marianas más famosas, patrona de Sabana de Mendoza. En el tiempo que se iba formando el pueblo, la fe de doña Bárbara Olivier, era la Virgen María Auxiliadora, entonces encomendó a un amigo traer una imagen de Francia, mejor que la suya, cuando llegó era muy pequeña. La decisión de momento fue cambiarla por la Virgen del Carmen y ahí está, hoy es una de las celebraciones más connotados del culto mariano en Trujillo, una estrella de la zona baja.

Oriundo de la tierra de Sduhak, parcialidad de la tribu Jajón hoy conocida como La Mesa de Esnujaque, nace en la segunda década del siglo XIX, Rafael María Urrecheaga, quien con el tiempo se convertiría en uno de los más grandes sabios de la tierra trujillana. Son varias las disciplinas que estudió, entre ellas la lingüística, considerado como uno de los primeros etnógrafos del lenguaje andino; sus estudios sirvieron de base para las investigaciones de Julio César Salas, Américo Briceño Valero, Amílcar Fonseca. Lo que se conoce en nuestros días del vocablo Cuicas se le debe a él. En San Jacinto, esta plaza lleva su nombre, también las bibliotecas del Liceo Cristóbal Mendoza y de la Universidad Valle del Momboy.

En la parroquia El Baño, de Motatán, existen manantiales de aguas termales, estas aguas minerales tienen propiedades medicinales por su composición químico mineralógico. En Trujillo existen varios lugares donde hay aguas de naturaleza semejante, pero las termas del Baño son las más famosas, se encuentran a una altura de 520 msnm. Fueron descubiertas en 1945 cuando se hacían algunas pruebas en busca de yacimientos petroleros a una profundidad de 200 metros aproximadamente. La clasificación de ellas son: frías, mesotermales e hipertermal, como estas a una temperatura de 70 oC, considerada de buena calidad para tratamientos medicinales como punto de referencia regional.

La piña es una fruta tropical con grandes propiedades alimentarias, medicinales y regenerativas. Es importante señalar que esta es una planta originaria de América del Sur. Trujillo es una referencia de este producto eminentemente ornamental, decorativo, sin duda que es una creación artística barroca de la naturaleza. En Motatán o Hitatán, nombre primitivo de la cultura Cuicas, río turbulento. Es conocido por la siembra de la piña por las parroquias de Giraluna y Jalisco, con ella se puede elaborar otros productos y combinar en la gastronomía. Aquí en Trujillo desde hace mucho tiempo con sus conchas se hace un sabroso guarapo con panela y limón y chicha con arroz, de agradable olor.

Las naranjas de Pampanito, matices de verdes, colores en contraste, adornan y resaltan el paisaje pampanitense, la tierra de Pepe Barroeta. El suelo de La Chapa en los sectores Las Tres Flores, la Loma de la Paz, San José, son tierras fértiles para las frutas agrias o agridulces, limones, mandarinas y naranjas. Cítricos ricos en vitamina C, originarios de Asia tropical. Los limones están considerados como frutos medicinales, las mandarinas, son frutas apreciadas con gran sabor aromático. Mientras que las naranjas es de mejor provecho para el jugo. En el territorio de San Juan Bautista, el sabor a cítrico es una referencia que se prolonga hasta llegar a la parroquia Chiquinquirá, a encontrarse con la Virgen de la Peña.

Carache, semejante a parranda, panela, acema, arcilla, hospitalidad, historia, antiquísimo de la tribu del mismo nombre y de su elegante vals, al igual que Yolanda, una tarde en Adjuntas de Víctor Durán «El Catire» y su bandolín. Su obra musical es un vínculo de la ciudad local hacia los espacios abiertos, ya que la buena música es considerada “…la voluptuosidad de la imaginación”, dijo Delacroix.

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