Trujillo. Notas de su devenir (III) / Por Alí Medina Machado

Sentido de Historia

 

 

 

 

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Siempre en el recuerdo
EL TENIENTE GABALDÓN

 

Es uno de los recuerdos más viejos fijados en la memoria por años, como una intermitencia, Es siempre triste ese tiempo recuerdo, aunque Vargas Vila dijo una vez que “no hay recuerdos bellos”. No sabemos. Estaba yo muy joven cuando ocurrió en Trujillo el suicidio de un joven militar nativo de Biscucuy, y que cumplía funciones como oficial activo en el Batallón acantonado en la ciudad. Él era el teniente Hernán Gabaldón, y al momento de su trágica muerte, ocurrida el 7 de julio de 1955, se desempeñaba como oficial auxiliar de la sección de personal y administración del Batallón “Venezuela Número 1”, de Trujillo. La fijación del recuerdo debió ser porque mi padre trabajaba como mecánico en el Cuartel, y presenció seguramente los primeros momentos de aquel triste suceso y, luego, en la casa, con el consabido dramatismo referiría lo acontecido.

Lo cierto, es que la frase “El teniente Gabaldón” vino a constituir en nosotros una nemotecnia, una imagen. Claro, ya muy borrosa por el tiempo.

Al incluir la noticia en columna de primera página, dijo el periódico “Sabatino”, lo siguiente: “Nuestro estimado amigo, el teniente Hernán Gabaldón, falleció trágicamente en esta ciudad, el jueves de la semana pasada, 7 de los corrientes. El teniente Gabaldón era muy apreciado en los círculos sociales trujillanos, por sus dotes de caballero. Su muerte ha sido profundamente lamentada en todos los sectores. Tenemos nuestras sentidas palabras de duelo para su padre, nuestro atento amigo don Hernán Gabaldón, para su señora esposa y demás deudos”.

Fuente: Periódico “Sabatino”, Número 183. Trujillo, 16 de julio de 1955

 

 

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Noticia inesperada
FALLECIÓ EL DR. DIEGO COLS RODRÍGUEZ

 

 

Una manifestación de duelo público constituyó las exequias del joven distinguido profesional Doctor Diego Cols Rodríguez, fallecido en sala especial del hospital “José Gregorio Hernández”, El pasado 14 de los corrientes. Ingeniero Agrónomo recién egresado de un importante centro educacional superior de Costa Rica, el doctor Cols Rodríguez fue sorprendido por grave y decisiva dolencia, no obstante, los intensos esfuerzos realizados por los facultativos del hospital “José Gregorio Hernández” para evitar un fatal desenlace. Tan lamentable deceso dio lugar a una de las más sentidas manifestaciones de duelo que haya tenido lugar en nuestra capital. Circularon numerosos acuerdos de condolencia provenientes de importantes instituciones culturales y sociales, mientras que una compacta multitud hace acto de presencia en las honras fúnebres que tuvieron lugar en el oratorio de la familia Carrillo Márquez, y posteriormente en la Santa Iglesia Matriz.

El doctor Cols Rodríguez fue conducido en hombros hasta la necrópolis del “Buen Pastor”, sector antiguo, donde se cumplieron, en medio de una gran aflicción, las últimas ceremonias correspondientes a su inhumación. Al registrar tan lamentable y sentido deceso, hacemos llegar hasta sus padres don Tomás Cols M. y doña Hilda Rodríguez de Cols, sus hermanas señoritas Elsa y Betty Cols Rodríguez, y demás familiares, nuestro más sentido testimonio de duelo.

Fuente: Periódico “Hoy”, Número 114 – Trujillo, 29 de mayo de 1956.

 

 

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Del doctor Diego Cols Rodríguez
DESPEDIDA FINAL

 

 

Despedida final

Las exequias del doctor Diego Cols Rodríguez, valiosa cifra de la juventud trujillana, congregó a centenares de personas provenientes de diversos lugares del Estado, que fueron hasta el cementerio del Buen Pastor (sector antiguo), para la despedida y homenaje final. Don Tomás Cols, padre del extinto, presidió el triste y doloroso momento.

 

 

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Una pérdida humana
LA MUERTE DEL DOCTOR DIEGO COLS RODRÍGUEZ

 

Es siempre triste hablar de la muerte porque ella es dolor, ausencia, un resquebrajamiento interior. El tiempo arroja a las personas y a los pueblos a esos padecimientos. Siempre ha sido así, al menos hasta ahora en Trujillo, ha sucedido, y hay casos muy notables de esos momentos afectivos, aunque el tiempo Sirve también para el olvido.

En mayo de 1956, falleció en Trujillo el joven profesional universitario Diego Cols Rodríguez, hijo de una familia arraigada en el seno social de la ciudad y del Estado. Había llegado reciente de culminar sus estudios en un prestigioso instituto universitario de Costa Rica como Ingeniero Agrónomo, e integrado a la vida útil de la ciudad, a la que pretendía servir como uno de sus mejores ciudadanos. Pero el destino trunca aspiraciones. Diego murió temprano. Se hizo silencio cuando su voz profesional comenzaba a alzarse, a desplazarse por doquier. Eso es la vida a veces, una coartada destinista.

Los dos periódicos de la ciudad, “HOY” y “SABATINO”, recogieron y dieron a conocer la noticia. El tiempo la guardó en páginas, como unas páginas dormidas. Y ya lejano el tiempo del suceso, las abrimos, “flor de
misterio”, para recordar quién fue Diego Cols; qué hacía en Trujillo ese hombre joven cuya promesa vital no se cumplió porque la muerte lo arrebató e hizo caer en la insondable, en una ausencia, en una
incomprensión. Reproducimos entonces una de las crónicas de ambos medios impresos.

 

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En el “Sabatino”
MUERTE DEL DOCTOR DIEGO COLS RODRÍGUEZ

 

El lunes de la presente semana falleció, tras breve y violento enfermedad, el joven Diego Cols Rodríguez, recién egresado de la Universidad de Costa Rica donde cursó estudios superiores de Ingeniería y Agronomía. Pertenece el joven Cols Rodríguez a una familia distinguida de la sociedad trujillana, dilecto hijo de don Tomás Cols Moreno y su señora esposa de Doña Hilda Rodríguez de Cols. Su muerte súbita constituyó una profunda pena en la familia trujillana. Con la muerte de esta joven promesa de la juventud, Trujillo pierde una cifra valiosa, ya que habiendo coronado una carrera universitaria se disponía valientemente a prestar sus servicios a Venezuela, su patria.

El entierro de su cadáver, en la tarde del martes, fue una dolorosa e imponente manifestación de duelo de la sociedad trujillana, que ve desaparecer un borlado en plena juventud, pues apenas tenía 24 años de edad.
Todas las entidades representativas de Trujillo dictaron acuerdos de duelo por tan sensible pérdida: Cámara de Comercio. Club 24 de Julio, Junta del cuarto Centenario, Rotary Club y otras.

SABATINO enluta esta columna por la prematura muerte de este joven trujillano y envía su expresiva frase de condolencia a sus padres, hermanos y demás deudos.

Fuente: Periódico Sabatino, Número 314. Trujillo, 19 de mayo de 1956.

 

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En “Paz y Trabajo” – 1925
NOMBRAMIENTO DE EMPLEADOS OFICIALES

 

Cuando Gómez, los grandes cargos eran rotativos, nadie de los grandes duraba mucho tiempo en una misma posición burocrática. Dos años mantenía Gómez a sus presidentes de estado y secretarios de gobierno al frente de sus puestos. Los cargos de menor rango sí eran estables. Vamos a ver varios de ellos: En Trujillo, director de la Banda “Sucre”, al ciudadano Laudelino Mejías; director de la Imprenta del Estado, el ciudadano José Eliseo Rosario; Segundo jefe de la Milicia del Estado, el ciudadano General Martín Márquez; Médico del Hospital “San
Juan de Dios” (así se llamó por un tiempo del Asilo Reverent) y de la Cárcel Pública, el ciudadano doctor Rafael Quevedo Viloria. Nombró Portero de la Tesorería General, al ciudadano José Antonio Carreño.

 

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De un Recital
LA PIANISTA MARGARITA DE HERRERA PAREDES

 

Dice la nota: El domingo próximo pasado, después de la Retreta dio un Recital de Piano en el Club “24 de Julio”, la inteligente profesora señora Margarita de Herrera Paredes, conquistando muchos aplausos de los espectadores.

Siempre ha estado la ciudad de Trujillo abierta al arte musical. Es, o era, una ciudad de arte y cultura, inundada de espíritu creador del alma de sus hijos, extendida la visión del paisaje con un mural para la actividad creadora, época en que sus hijos, muchos de ellos, dejaron al descubierto su sensibilidad y mundo interior. La música entre ellos fue una un suceso cotidiano. El arte era un advenimiento que florecía casi silvestre. Y en los espacios sociales y académicos, se prestaba al arte la debida atención, como a un sortilegio más bien.

 

Continuará…

 

 

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