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El de Santa Rosa
UN ESTADIO INOLVIDABLE
¡Cómo olvidarlo! Debió llamarse “Delicias”, porque eso era para todos: una delicia, aunque el viaje que hacíamos desde la Calle Arriba, era a veces un suplicio para nosotros, por el sol intenso, a veces por la inesperada lluvia, y por otras contingencias también. Aunque siempre hicimos el viaje a pie. El Estadio de Santa Rosa fue para todos los deportistas y amantes del deporte en Trujillo como el “Partenón” griego, o el “Coliseo” romano, por sus grandes espectáculos, no de sangre ni de muerte sino del Beisbol, del deporte “Rey”, tan metido en nuestro corazón…y en la memoria para la recordación.
Aquel campo deportivo estaba disponible siempre, en todo momento para la práctica y el juego. No importaban los huecos, ni los pozos, ni las piedritas en el terreno. Pero, qué importaba, si los jugadores eran diestros y hacían aquellas atrapadas tan aplaudidas por la fanaticada. El Campo de Santa Rosa, los equipos, los jugadores, los dirigentes, los apostadores. Y algo muy importante: los fanáticos, muchos, cientos, miles a veces. Entre ellos, uno simbólico: Mister William Hackett. Todos
llenaron la biografía histórica de aquella docena de años (1945-1957), recogida en libro años más tarde por el cronista deportivo Tulio Flores.
Acaso, el periódico que mayor contenido deportivo tuvo en aquellos años, hayan sido el semanario “HOY”, pues cronistas como su Director Alejandro Azuaje Rincón, su hermano José Alberto “El Naco” Azuaje, Reyes Carreño y Domingo Medina Braschi, se encargaban de escribir sus notas, muchas de las cuales constituyen una buena y fiable fuente para la crónica, pues son un reservorio de nombres, equipos, victorias y derrotas, de aquel lapso que fue y será por siempre “la época de oro del béisbol
trujillano”-
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Para un mejor servicio
LA COMPAÑÍA DE LA LUZ ELÉCTRICA
Si con el inmenso desarrollo de la tecnología que se tiene hoy día. Con los inmensos avances del mundo en materia de especialización. Con las inmensas inversiones de capital económico y humano que se realiza. Con todo eso y más, los servicios públicos básicos son ineficientes y accidentados (para usar dos palabras que los caracterizan). Pensemos entonces, qué se podía esperar de aquellas empresas públicas de antes, cuando comenzaron a instalarse y ofrecer sus servicios. La insuficiencia debió ser atroz y los sufrimientos constantes, compartidos entre dueños y clientes; empresa y comunidad. Y hasta los organismos oficiales debieron sufrir aquellas fallas continuas que provocaba el pésimo funcionamiento de las maquinarias en aquellos largos e interminables años.
Vemos uno de aquellos documentos fundacionales. Se habla de que la Compañía Anónima “Energía y Luz Eléctrica de Trujillo”, resolvió aumentar su capital social “con el objeto de adquirir una nueva
maquinaria de más potencia y que sea suficiente para atender a las necesidades de servicio de luz eléctrica de la ciudad”. Y ante eso, el Ejecutivo Regional resolvió dar su apoyo, por lo que dispuso: “Tomar las acciones que en virtud del aumento expresado corresponden al Gobierno montante a doscientas (200) acciones, a razón de Bs. 100 cada una, y pagar dichas acciones”.
El pago, como se acostumbraba, se hizo por cuotas: la primera de cinco mil bolívares en noviembre de 1922; la segunda de siete mil quinientos bolívares, en diciembre, y la tercera y última, también de siente mil quinientos bolívares, en enero de 1923.
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En Santa Rosa
LA LUCHA DE PUEBLO NUEVO
Atrasada, sin duda, las comunidades marginales de la ciudad luchaban incansablemente por sus reivindicaciones más queridas y esperadas. Pero nada, no había respuesta oficial, y los planteamientos iban y venían, y se acumulaban sobre los escritorios del Concejo Municipal y del Ejecutivo en el Palacio de Gobierno este último. Las comunidades aledañas al centro de la ciudad parecieran no tenían alternativa, pero la lucha continuaba y la gente no se rendía. Por los meses finales del año 1955, en Pueblo Nuevo, Santa Rosa, la gente se agrupó y formó lo que llamaron Junta Pro Mejoras de Pueblo Nuevo. El barrio se hizo nuevamente solidario y en asamblea vecinal se nucleó alrededor de los señores Claricio Martínez, presidente; José Manuel Perdomo, Asdrúbal Viloria, Francisco Montilla, José Vicente Lozada, Manuel Castellanos y Justo Rueda, a quienes encargaron la misión de representarlos. De inmediato las diligencias de rigor para plantear los
problemas sociales:
“Solicitar una entrevista con el Gobernador del Estado, Don Atilio Araujo, para plantear los tres problemas fundamentales que confronta esta Barriada: falta de acueducto, cloacas y calles. Importante también, el deseo de los habitantes porque se les conceda unos terrenos planos de la posesión “El Limón”, propiedad del Ejecutivo, en los cuales se construirán residencias y se levantará así mismo, un pequeño parque infantil y una capilla a San Pedro”.
En aquellos años, todavía ese de hoy apretado lugar de la parroquia “Cristóbal Mendoza”, estaba despoblado y la vida social en ciernes. Poco a poco fueron definiéndose y poblando los sectores, luego de una larga y sostenida lucha social.
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Sobre un hecho trascendente
LA LUZ ELÉCTRICA DE TRUJILLO
En su Informe Anual, correspondiente al año de 1916, presentado ante la Asamblea Legislativa del Estado por el general Timoleón Omaña, el 20 de febrero de 1917; en el capítulo destinado a las obras públicas, y sobre la inauguración de la luz eléctrica, dijo lo siguiente:
“Por más que se trate de una empresa particular conceptúa como deber ineludible daros cuenta de la solemne inauguración de la Planta y Alumbrado Eléctrico de Trujillo, realizada también el 19 de diciembre, por ser este un suceso que determinan claramente la confianza en la normal situación y el adelanto a que ha logrado llegar la Capital Trujillana, a cuyo fin he puesto con mucho gusto todos los esfuerzos e intenciones que han sido necesarios”.
Gaceta Oficial de Trujillo, Nro. 580 – 28 de febrero de 1917.
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El inicio de una obra
EL MONUMENTO A CRISTÓBAL MENDOZA
Ciertamente, como otros muy pocos, el Monumento al Dr. Cristóbal Mendoza en Trujillo, tiene una interesante historia que parte desde la época del gobierno de Timoleón Omaña, por 1915. En ese año se comenzó a gestar esta obra estética y ornamental de reconocimiento y culto. Hablaremos por secciones de esta historia. En esta fragmentaria vamos a citar del discurso de Omaña, lo siguiente:
“Nacida al calor de la patriótica intención que he admirado siempre en el ánimo de mi noble jefe y amigo, Benemérito General Juan Vicente Gómez, inicié la idea de erigir un monumento a la memoria del Ilustre Prócer de Los Andes Doctor Cristóbal de Mendoza, i la resonancia que ella tuvo, está ostensiblemente manifiesta en su suscripción hecha para la adquisición de la obra, símbolo de un merecido desagravio histórico de la lujosa unión de las voluntades nacidas de las cumbres de nuestras dignas i altivas cordilleras. La misma fecha del 19 de diciembre fue la destinada para la colocación de la Primera Piedra».
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Un emblema de la ciudad
EL PUENTE DE LA PLAZUELA
Sin ninguna duda, podemos afirmar que el Puente de la Plazuela es uno de los emblemas físicos que califican a la ciudad de Trujillo. Es un acceso vial, de entrada y salida, por lo que es imprescindible. La ciudad sin él se interrumpe, se imposibilita de ser y de actuar. El Puente, como todos los lugares, tiene su historia, su trayectoria de vida. Moderna, decimos, ya es centenario, porque se dio su construcción en el tránsito del año 1917, mediante un proceso de acción que lo fue levantando hasta darle forma, y ponerlo al servicio del tránsito automotor y peatonal, inmediatamente después de su inauguración, como uno de los actos importantes que estipula el Gobierno regional para celebrar la fecha clásica del gomecismo, el 19 de diciembre de aquel año. Desde ese día, el llamado “Puente de Guerra”, inició su existencia funcional. Y duró muchos años, hasta su derribo por las fuerzas mancomunadas del “Castán” y del “Mocoy”, que dieron al traste con su fortaleza, de la que se ufanaban sus constructores.
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Una larga lucha
LA AVENIDA AYACUCHO
Hay secuelas en los recuerdos de nuestra mente por la vieja Avenida Ayacucho, de la época cuando era conocida como “La Carreterita”. muy pocas aristas de una memoria tan recargada por los años. Pero la delgada hilera de tierra asoma en ese inconsciente, más que todo en la parte del Puente Machado, porque de ahí para abajo no recordamos haber transitado sino tiempo después, mucho tiempo después. Lo que queremos reseñar, es que, en los viejos periódicos locales, más que todo en “Sabatino”, aparecen reseñas de momentos vividos por esa carretera o avenida de la ciudad, donde la parte más delgada y terrosa, hasta que ya era una avenida consolidada por la anchura y el macadam en la época de la modernidad. Por eso vemos en un periódico “Sabatino”, de noviembre de 1959, en que aparece una pequeña reseña sobre la avenida, que la titula: “Un lugar en pleno centro de la ciudad”. Y de su cuerpo o contenido, reproducimos lo siguiente: “La Avenida Ayacucho constituye un lugar en pleno centro de la ciudad. Su abandonada vía por parte de Obras Públicas nos hace pensar que no hay quien se duela de ella y por ende, de la ciudad Ateniense y cuatricentenaria al decir de nuestro eximio Rafael Ángel Barroeta. Sugerimos a la Dirección de Obras Públicas acondicionar esta vía, mientras se concreta algo a su favor, y se presupuesta una disposición económica, para iniciar su definitiva construcción de gran interés para la capital trujillana.
Continuará…