Nelson Pineda Prada
Convertir a Trujillo en una potencia agrícola, es un objetivo fundamental que debemos proponernos alcanzar. Ello es posible y necesario. Trujillo cuenta con un legado histórico, que hace que buena parte de su población aún se sienta ligada al medio rural. La hacienda de plantación cafetalera nos conectó con el mundo, nos universalizó. El Trujillo de los productores agrícolas, se nos perdió en el tiempo; los convirtieron en cultivadores, tenemos que empeñarnos en devolverle la condición de productores; y, para lograrlo, debemos atender sus problemas los cuales, por su diversidad, requieren de un profundo análisis para que, concertadamente, se formulen planes de acción concreta, en función de asumir compromisos factibles con la decidida participación de los productores, consejos de campesinos, consejos comunales, en coordinación con los organismos técnicos nacionales y regionales. Todo ello en el marco de la Gran Misión Agro Venezuela.
No basta con seguir ufanándonos de “nuestra vocación agrícola”. Una propuesta de desarrollo agrícola integral del estado, entre otras políticas, debe plantearse:
- La consolidación de los Valles Altos como zona de alta productividad agrícola, a partir de un plan de inversión que permita su expansión y diversificación como área de producción de hortalizas, legumbres, frutas de clima templado; así como también el desarrollo de planes de ganadería vacuna de altura y ovina; así como también, intensificar la truchicultura.
- Redimensionar la hacienda cafetalera y repoblarla con nuevas variedades de café; restablecer los ejes: Monte Carmelo-Escuque, Boconó-Campo Elías, Pampan-Cuicas, Trujillo-San Lázaro, como zonas óptimas para su cultivo; estudiar la factibilidad de hacer de Trujillo un estado productor de café de alta calidad, de frutos seleccionados, pensando en el comercio exterior y no solo en el local y nacional; ello, le devolverá a la hacienda cafetalera el rol que nunca debió perder.
- Diseñar y ejecutar un plan de cultivo de piña en la meseta de la antigua Sabana Larga (Cubita-La Cejita-Chimpire), en Peraza-Flor de Patria y en Trujillo-Sabaneta.
- Restituir al Valle de Monay y al área Motatán-Agua Viva, su condición de productora de caña de azúcar.
- Consolidar el área Caus-Pocó, a partir de su gran potencial agropecuario, para la cría de ganado vacuno de ceba; para el cultivo de leguminosas, cereales, plátano, frutas tropicales, etc.
Una nueva visión de la producción agrícola, debe conducirnos a pensar en el cultivo de nuevos rubros, el crecimiento del mercado de alimentos demanda una cada vez mayor y diversificada producción de estos. Proponemos (entre otros) explorar la posibilidad de que:
- Trujillo puede ser convertido en un estado productor de “Ka´a he´e” (en lengua Guaraní), conocido en el mercado de los edulcorantes como Stevia. El mismo es un producto dietético natural, que tonifica, estimula y ayuda a la digestión; indicado en las dietas para diabéticos y adelgazantes, sin calorías, es un reemplazante natural del azúcar. En común acuerdo con el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia, la Tecnología y la Investigación, que adelanta un extraordinario plan de estímulo para la investigación sobre los alcances de la Stevia, podemos formular planes y programas que nos conviertan en productores de este rubro agrícola.
- Convertir a Trujillo en estado piloto de la economía agrícola orgánica del país. Los alimentos de origen vegetal y animal que consumimos diariamente, por los insumos usados en su cultivo, pierden la mayor parte de sus potencialidades nutritivas. La agricultura orgánica es una concepción sistémica, una visión holística de la agricultura, promueve la intensificación de los procesos naturales para incrementar la producción; evita el uso de agroquímicos, por tanto, es un tipo de agricultura que funciona armoniosamente con la naturaleza ya que, al utilizar insumos y métodos agronómicos, biológicos y mecánicos naturales, no atenta contra el ecosistema ni contra la salud.
Para llegar a ser una potencia agrícola, requerimos que las políticas sobre el área sean pensadas y formuladas de otra manera. No podemos seguir anclados en una economía agrícola de subsistencia, pensada exclusivamente para el mercado regional. Trujillo no puede seguir siendo un estado primario productor. Una nueva concepción de nuestra economía agrícola debe conducirnos a pensar, imaginar y establecer un complejo agroindustrial que tenga los siguientes ejes: Valera-Trujillo, Boconó-Túname y Sabana de Mendoza-Agua Santa, que por su ubicación geográfica y por su densidad poblacional, entre otras cualidades, las convierten en áreas óptimas para su establecimiento. Volver a ser agroexportadores, a partir de la agroindustria y no de la “hacienda de plantación” monoproductora, decimonónica, extractivista, debe ser el objetivo a alcanzar.
*Este artículo fue publicado por el portal Aporrea y el Diario de los Andes el 1 de diciembre del año 2012. Por considerarlo pertinente he solicitado de ellos volver a publicarlo.
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