Trujillanos mantienen vivas las recreaciones en época santa

Reunión familiar.

 En otros tiempos, las familias venezolanas celebraban con mesas rebosadas de distintos platos propios para la semana. El pescado en distintas presentaciones, siempre estaba presente en esta reunión de oración. Al igual que los dulces que no faltaban como postre, en medio de un juego de bingo o ludo. En la actualidad, aunque con menor abundancia, algunas de estas tradiciones se conservan

Juan Pérez/ECS

La Semana Santa consiste en compartir con la familia. Representa una época para orar, reflexionar y agradecer unidos. Por ende, muchos seguidores de la Iglesia Católica, hacen una serie de tradiciones para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret dentro y fuera del hogar. Los feligreses consideran que los días sagrados son para convivir en armonía, degustar comidas propias para la fecha y disfrutar de distintos juegos de mesa.

Para esta semana, las visitas a las casas eclesiásticas son esenciales, puesto que como fueron momentos de sacrificio por Jesucristo, según la Biblia, los días santos merecen respeto.

En otra época, las familias venezolanas celebraban con mesas rebosadas de distintos platos propios para este tiempo. El pescado en distintas presentaciones, ya sea en mojo, frito o cocido, siempre estaba presente en esta tertulia filial. Igual los dulces, que no faltaban como postre, en medio de un juego de bingo o ludo.

La comida y la recreación eran puntos claves para la unión familiar de esta época de Cuaresma. En el que mitos y leyendas también se hacían notar.

Para jugar en familia

El bingo es el entretenimiento más resaltante en época santa.

A pesar de que este lapso es para la unión familiar, pedir en oración y agradecer, las familias tienen distintas tradiciones para recrearse luego de las comidas. El más resaltante es el bingo, que consiste en llenar un cartón de números en secuencia para ganar, mientras que una voz de mando saca números al azar para exponerlas a toda voz.

En otros juegos está el ludo, un tablero con casillas de colores y, respectivamente cuatro fichas por participante, esta recreación radica en llegar a la casa primero para ganar, los pasos son dirigidos por un dado de seis caras, este se puede jugar en pareja o individual, sólo con la participación de cuatro personas. El jugador está a la suerte del cuadrado de seis números, puesto que debe finalizar con la llegada de la última ficha en su casilla por el dígito asignado.

Coco roto

También está la actividad denominada partida del coco, este entretenimiento creado por los antepasados -según comentan los conocedores- consiste en colocar un coco en las manos propias del apostador y golpearlo con otro coco para lograr partirlo, si esto no sucede, pierde. Sin embargo, si le hace alguna grieta, se corona como ganador. El premio sería el coco o dinero apostado, en su defecto.

El dominó, un juego conocido a nivel latinoamericano, de igual forma es practicado en época santa por los trujillanos. Este juego consiste en la concentración de los cuatro participantes, quienes por turno colocan las piezas según coincidan en el número final. Puede ser jugado en pareja o individual, con el objetivo de quien se quede sin fichas o quien tenga piezas con menor valor numérico, gane. Entre las fichas hay una protagonista. Esta es llamada “cochina”, debido a que posee un doble seis.

Las barajas también son usadas como distracción filial, con ellas se practican distintos juegos. “Caída”, “Burra”, “Viuda”, “Péscalo”, son algunos de los más escogidos por quienes se reúnen en la Semana Mayor.

Juegos en los niños

Las metras, juego de los niños en la Semana Mayor.

En tiempos de antaño, las calles estaban llenas de niños y jóvenes que jugaban con distintas actividades que poco a poco se fueron quedando como tradición, ya que ahora son muy nombrados como actividades criollas por su relevancia nacional. Juegos como: las metras, el yoyo, el trompo y la perinola se han quedado atrás.

Las metras son pequeñas esferas hechas de un resistente vidrio, usadas para golpearse entre sí, es decir se juega en colectivo, cada uno con una metra alrededor de un triángulo dibujado en la tierra, el objetivo es golpear las pequeñas bolas o sacarlas del dibujo en la tierra para ganarse la esfera golpeada.

Por su parte, el yoyo es un instrumento circular, redondo, hecho de dos ruedas con un hilo pabilo en el medio, su función es girar el instrumento. Llega a la mano y se suelta, se extiende con la medida del hilo cuando está largo, así se recoge para subir y bajar.

Otra actividad tradicional es el trompo, una madera cónica que tiene en la punta un hierro que hace que el objeto gire. Es enrollado en un hilo pabilo para tirarlo en la tierra y así pueda bailar en ella. Además está la perinola que es un palo de 35 centímetros, amarrado con un cordón ante un sombrerito de madera o plástico. Este juego consiste en meter el sombrero en el palo y quien consiga más repeticiones gana.

De este modo, juegos cortos de apuestas como el trompo de toma todo, como es recordado, era usado por pequeños y adultos. Se trataba de mover la esférica triangular para que quede en un mensaje de los varios que posee, lo cual indica qué debe hacer el jugador si tomar lo apostado o seguir apostando. Dentro de este marco, estaba “el chipi” que era lanzar una pelota pequeña de goma para rebotarla, y el tiempo que durara en el aire era propicio para agarrar los objetos con formas de cruces que reposaban en el piso, el que agarraba mayor cantidad ganaba.

“Volvieran aquellos tiempos”

María Elena García, madre de una familia numerosa, expresa que ella hacía todos los platos que son presentados para la Semana Santa. “Nunca faltaba la sopa de pan, las arepitas dulces, la ensalada de remolacha con zanahoria cocida, las arvejas, las empanadas de pescado, el mojo, entre otras cosas. En ese tiempo uno no podía respirar de tanto que había para comer”.

A su vez, añora poder repetir esas veces en las que podía presentar la mayoría de las comidas propias en la fecha. No obstante, asegura que esos tiempos son sagrados para pasarlos en familia, pero “eso está muy difícil porque todos mis sobrinos jóvenes se han ido del país”, expresó con nostalgia, García.

Actualmente gozará del dulce de lechosa porque no lleva muchos ingredientes y son fáciles de conseguir, pero le gustaría realizar los demás, tales como el dulce de higo, apio, coco; cocadas, tortas, etc. Lo difícil será estar sin sus familiares que decidieron emigrar.

“Quisiera que volvieran aquellos tiempos para seguir compartiendo en familia con oración de perdón, fe y reflexión”, recalcó María Elena.

Recrearse fuera de casa

Familia comparte en río mientras cocina un sancocho.

Muchos creyentes no se bañaban por temor a convertirse en “pescado”, es así como cuentan los abuelos que no se humedecían en tiempos santos, por miedo a no quedar como un animal marítimo, puesto que se consideraba un pecado bañarse, comer carne y hacer ruidos en gran escala, lo que resalta el respeto para esos tiempos de los antepasados.

Sin embargo, bastante es la afluencia de las personas en las playas venezolanas, y disponen de este lapso libre dado para la oración y la reflexión como vacaciones cortas.

Los sitios en Trujillo con recursos naturales para reunirse eran los ríos, ahora pocas son las personas que asisten a uno con la intención de bañarse, además de cocinar, montar su propio sancocho o hasta asar carne encima de unas piedras de los arroyos, la participación ha disminuido con el pasar de los años y por la presencia de la crisis económica.


Quema de Judas

Además de los juegos tradicionales, la quema de Judas también es practicada por los trujillanos en Semana Santa. El sacrificio de un muñeco, creado por la comunidad para quemarlo el Domingo de Resurrección, sirve como conmemoración al suicidio cometido por el discípulo de Jesús. Sin embargo, puede tener un significado simbólico de justicia popular. Por tal motivo, los muñecos pueden variar y adoptar la apariencia o vestimenta de políticos, gobernantes o figuras públicas.

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