Tribus y educación fatigada | Por: Camilo Perdomo

<Sabemos que los griegos llamaron bárbaros a los pueblos que no conocían la lengua griega. (…). La rudeza del bárbaro se distinguía del salvaje quien ignoraba la civilización> Varios: 25 Libros para comprender la Modernidad., en M. Henry. Ginebra, 1987: 14.

 

Salvaje es un término vinculado a selva, montaña, monte, y tribu es algo como pueblo, masa, bárbaros. Cuando esos términos se tratan socialmente desde la educación hablamos de cultura y civilización. Para comprender por qué somos occidentales es necesario repasar las ideas fuerza que condujeron a la Ilustración y a su Modernidad, luego caemos en la cultura Postmoderna cuyo signo básico es la era digitalizada. Desde este proceso la Modernidad Política y Educativa muestra signos de agotamiento, decadencia, fatiga y muerte. ¿Qué signos y creencias circularon en una época con fuerza y hoy muestran su ocaso? Veamos: 1-La cultura debe llegar a todo los humanos para generar un sujeto educado. 2-La ciencia y la tecnología, portadoras de la verdad no metafísica, conducen al progreso y desarrollo de una mejor sociedad. 3-El sistema democrático conduce a una mejor ciudadanía. 4-La idea de un Dios fuerte garantiza altos valores ético-morales. 5-Con la idea de igualdad de géneros se busca una equidad y jerarquía social sin discriminación. 6-La idea de derechos humanos disminuye la violencia y controla los abusos de Estado. Desde estas 6 creencias cada gobierno diseña sus dispositivos de poder. En unos lugares funciona: Finlandia, Noruega, Holanda, Canadá, entre otros. Entre nosotros ni siquiera entra esa definición de E. Durkhein: La educación la hacen las generaciones adultas sobre los jóvenes. Precisamente es el adulto donde educar es no educar. Miremos el espacio escolar, su lugar de asentamiento, el perfil del trabajador que el Estado tiene para que la familia, también en crisis de largo aliento, le entregue sus hijos a los fines de educarlos. Pregunte usted a cualquier miembro del aparato escolar, porque eso es: un aparato, dónde se inicia la educación y dónde termina lo escolar. Le dirán que el fin es la promoción, el diploma o título. Que el producto sea o no educativo poco le interesa a ese Estado con todo su funcionariado. El Estado actual venezolano está confundido con la idea de gobierno y de allí que solo le interese enviar estadísticas, sin veracidad real, a la UNESCO. De tal manera que bajo esa idea no hay ciudadanía o población educada como para exigir al Estado el cumplimiento de deberes para con el futuro de su juventud. Es por ello que la obra de teatro se inicia como tragedia nuestra desde el mismo momento en que se nombra al funcionariado, desde un ministro, jefe de zona o director de plantel. Las universidades, como apéndices (carecen de autonomía económica) de ese Estado son inútiles como para producir también sujetos educados, pues su rol principal es dar títulos como lo hace en una carnicería el hacedor de chorizos. Tampoco en ese espacio se distingue educación de escolaridad. Hay titulados bien mal educados en ese espacio. Por ello la cultura postmoderna muestra hoy a un influencer con su buena ganancia económica diciendo cualquier cosa y a un docente viviendo de las migajas que ese Estado les da como compensación en otorgarle titulados para su aparato escolar. ¿Cambiar eso? ¡Sí!, pero ¿cómo? Saque sus conclusiones.

 

 


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