El fallecimiento de una bebé, de 2 años de edad, causó mucho dolor a una familia trujillana. Quizás más de lo esperado, pues tuvieron que esperar tres días para poder enterrarla.
María Barreto, madre de la bebé, contó a Diario de Los Andes que el sistema de salud los había hecho pasar una odisea para retirar el cuerpecito de la niña. Una irresponsabilidad que no debía repetirse. La pequeña padecía de microcefalia y deficiencia respiratoria. Ella, junto a su familia, sabía que esta condición era mortal.
El día menos esperado llegó: el martes la llevaron al CDI de Pampán. Aún estaba con vida, pero dejó de respirar. Los médicos no quisieron decir que había muerto allí y, pasado un día, la trasladaron a la morgue de Trujillo, donde también pasó 24 horas.
Pese a tener todos los documentos, tampoco quisieron entregarle el manifiesto de muerte clínica y llevaron los restos hasta el Hospital Central de Valera. En este último centro de salud, sin esos documentos, le hicieron una autopsia, que se pudo haber evitado desde el principio. Ahora, sus familiares no pudieron velarla, porque el cadáver estaba en avanzado estado de descomposición.