Pekín, 23 ene (EFE).- Tres años después de que estallara la pandemia de la covid, Wuhan, la ciudad del centro de China en la que se comenzó a transmitir el coronavirus SARS-CoV-2, ha pasado página y sus residentes no quieren ni recordar el largo confinamiento que sufrieron ni que se asocie el nombre de la localidad al patógeno.
Wuhan fue la primera ciudad del mundo en padecer un confinamiento que duró más de tres meses en un momento en el que apenas se sabía nada del alcance del virus y tan solo acababa de conocerse que podía transmitirse entre humanos.
Sus residentes recuerdan el caos de los primeros días de enero de 2020, en el que el virus comenzaba a hacer estragos, si bien es en noviembre de 2019 cuando muchos epidemiólogos y virólogos creen que empezó a circular por la ciudad.
Pekín mantiene que el primer caso confirmado fue un hombre que enfermó el 1 de diciembre, pero no fue hasta el día 23 de enero que Wuhan -la novena ciudad más poblada de China y uno de los grandes polos comerciales, industriales y educativos de la parte central del país- quedó aislada y paralizada hasta nuevo aviso, provocando la angustia y el miedo de muchos de sus residentes.
«No se podía ni entrar ni salir de casa, y nadie tenía comida suficiente porque era imposible prever cuánto tiempo estaríamos sin salir. No se sabía nada del virus, ni cuántos enfermos había, ni qué síntomas provocaba exactamente, ni cuántas camas habría disponibles. El miedo fue también a que se nos ocultara información. Fue muy difícil al principio», recuerda a EFE la residente Chu Jing.
La ciudad consiguió revertir la situación gracias a las fuertes medidas de prevención puestas en marcha, a la construcción exprés de hospitales o a la ayuda de voluntarios, transportistas y repartidores que distribuían material médico, traían comida a los complejos residenciales o llevaban pacientes a los hospitales.
«La mayoría de la gente ya ha pasado página respecto a lo que pasó hace tres años. Nadie quiere recordarlo. Sobre todo, no queremos que se asocie Wuhan con el virus. Empezó aquí pero pudo haber sido en cualquier otro sitio», agrega Chu.
DEL ‘CERO COVID’ A CONVIVIR CON EL VIRUS
China pasó de minimizar el impacto de la enfermedad a apostar por una férrea política para evitarla, el ‘cero covid’, que supuso echar el cerrojo a sus fronteras desde marzo de 2020 hasta el pasado día 8 de enero para evitar la «importación» de casos desde el extranjero.
Además, los funcionarios se enfrentaban a la difícil tarea de impedir rebrotes, pero también a no poner en marcha «restricciones excesivas» que supusieran paralizar la economía.
«Con ómicron, esto era cada vez más difícil. La estrategia quizá tuviera sentido en 2020 o en 2021, porque mientras el virus aún causaba muertes en el resto del mundo, aquí pudimos hacer una vida relativamente normal», asegura Chu.
«El problema es que ómicron es casi imposible de controlar y las restricciones eran cada vez más draconianas. Desmantelaron todo lo que implicaba esa política de un día para otro, pero no diría que fuera del todo inesperado. Después de las protestas, y teniendo en cuenta la situación económica que está atravesando el país, era de esperar que esto pasara antes o después», señala.
«No había punto intermedio, era o ‘cero covid’ o abrir la mano. Pero fue sorprendente que pasara de forma tan repentina», remata.
Y es que el descontento acumulado desató protestas a finales de noviembre del año pasado en varios puntos del país, ante lo que el Gobierno apostó, casi de un día para otro, por una gestión más laxa de la covid y la apertura de fronteras.
La propaganda oficial y los funcionarios del país justificaron el giro asegurando que ahora hay «medicamentos efectivos de diagnóstico y tratamiento» o que «más del 90 % de la población está ya vacunada».
Pero pese al tsunami de infecciones y a las escenas de alta presión hospitalaria en algunas ciudades chinas tras abandonar la política, las autoridades apenas han informado de 60.000 fallecimientos en centros médicos por la enfermedad.
«¿Han sido reales las cifras alguna vez?», cuestiona la residente al ser preguntada si confía en los datos oficiales ofrecidos por las instituciones durante estos tres años.
Wuhan, al igual que otras grandes ciudades chinas camina hoy de nuevo hacia una nueva normalidad, la de convivir con el virus, aunque el reto para el gigante asiático es ahora hacer frente a la propagación de la covid en las zonas rurales durante las vacaciones por el Año Nuevo Lunar, que caen entre el 21 y el 27 de enero.
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