Por lo general estamos inmersos en nuestras rutinas cotidianas y siempre contamos con que habrá un mañana. Por eso, la mayor parte del tiempo no percibimos una cantidad de cosas que podríamos observar detenidamente. No obstante, si en algún momento nos percatamos de que lo cotidiano está amenazado y ya no se repetirá, entonces es posible que, quizá por primera vez, comencemos a ver la vida de una manera diferente y comencemos a valorarla de verdad.
En tal sentido, es muy pertinente referir una obra de teatro titulada: ‘Nuestro Pueblo’ del novelista y dramaturgo estadounidense Thornton Wilder (1897-1975). Esta obra fue estrenada en el año 1938 y su trama transcurre en un pueblo llamado Grover´sCorners, en New Hampshire. En el Acto I, titulado ‘Vida Cotidiana’, los ciudadanos se dedican a sus actividades rutinarias. En el Acto II, titulado ‘Amor y Matrimonio’, una joven llamada Emily se enamora de George y se casa con él. En el Acto III, titulado ‘Muerte’, Emily fallece dando a luz y es enterrada en el cementerio del pueblo. Luego en la obra, se le permite que escoja un día de su vida para vivirlo de nuevo. Emily escoge el día que cumplió 12 años. Cuando vuelve a vivir ese día desde su condición de persona muerta, ya no puede ver las cosas de su casa, su familia o la vida cotidiana, como si no importaran, o como si estuviera garantizado que siempre habrá un mañana. En efecto, ese día de su cumpleaños que vuelve a vivir, observa cosas que nunca había notado cuando estaba viva y las encuentra repletas de una inexplicable belleza. Por ejemplo, Emily exclama con los ojos llorosos: “Yo no sabía que mi mamá hubiera sido alguna vez tan joven”. Emily es incapaz de seguir hasta finalizar el día, porque sus emociones son demasiado intensas y no puede soportar la belleza y la pérdida asociadas con todo cuanto amó y ya no tiene. Regresa a su tumba y en su momento final en la obra, Emily exclama desolada: “Oh, Tierra, eres demasiado hermosa como para que alguien se percate de ello”.
Si nos viéramos amenazados con perder la vida, quizá miraríamos de manera diferente todas las cosas, inclusive las más triviales y aburridas, y entonces quizá sentiríamos una gran satisfacción. Al hacer muchas de nuestras actividades cotidianas, pensamos que hay un número ilimitado de mañanas y por eso hacemos todo rutinariamente.
En tal sentido es importante recordar la filosofía oriental ZEN, que plantea que debemos abordar todo con una ‘Mente de Principiante’, es decir, como si fuera la primera vez que lo hacemos. Por ejemplo, veamos la siguiente descripción de cómo practicar la caligrafía: “La forma ZEN de practicar la caligrafía es escribir de la manera más directa y simple, como si fuera un principiante; no trate de hacer algo que muestre destreza o belleza, sino simplemente escriba con toda su atención, como si estuviera haciéndolo por primera vez; de ese modo toda su naturaleza estará en su escritura” (1). La filosofía oriental ZEN plantea que abordar todo en la vida diaria con una ‘Mente de Principiante’, permite vivir con más intensidad cada momento, lo cual evidentemente tiene connotaciones para vivir la vida con más plenitud.
NOTA: (1) Pag. 14 en ‘Introduction’ de Richard Baker, en la obra de Shunryu Suzuki y Trudi Dixon (1970): ‘Zen Mind, Beginner´s Mind’, Weatherhill, New York.
ernestorodri49@gmail.com