Tratado de Trujillo y encuentro Bolívar y Morillo en 1820: entendimiento triunfante en favor de la paz

Era época en la cual el país pasaba por una profunda división e intolerancia. Pablo Morillo entonces se sentía fuerte, pero ante tal decisión del gobierno español, sin otro remedio envía de antemano delegados y oficios a Simón Bolívar, para buscar una salida pacífica y honorable al conflicto guerrero mediante el armisticio que en la ciudad de Trujillo se daría. En primer lugar, el domingo 26 de noviembre de 1820 con la firma de los Tratados de Trujillo. Luego todo se cristaliza el lunes 27 de noviembre de 1820 con el histórico encuentro entre Bolívar y Morillo en Santa Ana de Trujillo. Entre el 21 y 27 se denominó la “Semana Diplomática”

 

La última semana del mes de noviembre de 1820, la historia señala que la ciudad de Trujillo, debió vivir los días más frenéticos de su su fundación. Los acontecimientos así lo demuestran. Fueron hechos por los cuales hoy celebramos los 198 años del Armisticio con los Tratados que se lograron para restauran la paz, teniendo a nuestra capital como epicentro de este hecho de suma importancia y trascendencia para nuestro historial.
Fue una semana que si la traemos a los tiempos de hoy, se debe denominar como la “Gran Semana Noticiosa de Trujillo”.
Esa semana tuvo dos días que han quedado plasmados para las posteridades muy marcados en la trujillanidad.
El primero, el 26 de noviembre de 1820, era día domingo, un enorme frío y espesa neblina arropaba la ciudad que había sido fundada por Diego García de Paredes. Ese día amanecía con alegría, fiesta y júbilo. Había una razón de mucho peso, la noche antes, cuando las manecillas del reloj indicaban que eran la diez de la noche, y con luz de vela, se estaba firmando el Tratado de Armisticio, luego de la intensa semana de reuniones, entrevistas, de acuerdos y por supuesto desconfianza. Pero esa noche todo cambió, hubo entendimiento. Acuerdos que al día daban pie al según día histórico. El día 27 se oficializan dichos acuerdos y así quedaba Regularizada la Guerra que se mantenía, y que con el encuentro entre Bolívar y Morillo, en Santa Ana, se consolidan dichos Tratados, que le ponía fin a una larga guerra, que con la llama “Semana Diplomática de Trujillo”, todo quedaba en santa paz.
Era época en la cual el país pasaba por una profunda división e intolerancia. Pablo Morillo entonces se sentía fuerte, pero ante tal decisión del gobierno español, sin otro remedio envía de antemano delegados y oficios a Simón Bolívar, para buscar una salida pacífica y honorable al conflicto guerrero mediante el armisticio que en la ciudad de Trujillo se van a dar los encuentros requeridos en busca de la paz.

 

 

Plaza alusiva a ese día 27 de noviembre de 1820

 

 

Todo cambiaría

 

Desde aquel momento todo cambió. A partir de ese instante ya la Gran Colombia era considerada no un elemento insurgente sino beligerante, lo que le daba otra connotación histórica dentro de la contienda emprendida, haciendo internacional dicha guerra literaria, con las implicaciones y observaciones jurídicas que ello acarreaba.
Sostiene el historiador Ramón Urdaneta que ese día, el histórico 26 de noviembre, que festeja el santoral de la iglesia en homenaje a San Conrado, su Excelencia el Libertador Simón Bolívar, ya levantado desde el amanecer patrio, se apresta por tanto, a colocar la rúbrica del refrendo o ejecútese por parte del Poder Ejecutivo a lo acordado mediante escrito, donde por primera vez en los anales del Derecho Internacional Público, con la internacionalización del conflicto el Reino de España en paridad de condiciones, reconoce la existencia de la República de Colombia, nacida en Angostura del Orinoco en 1819 y ahora vuelta una realidad a la faz de las naciones, por consecuencia de este importantísimo tratado (Los Tratados de Paz, Revista Momboy, Pág. 115)

 

 

El encuentro entre Bolívar y Morillo. Ilustraciones, Cortesía, “Bolívar Libertador”, Arturo Mijares

Morillo y Bolívar, los protagonistas

Los protagonistas de ese momento, Pablo Morillo por España y Simón Bolívar por parte de la Gran Colombia integrada por los departamentos de Venezuela y Nueva Granada, como institución política más sobresaliente, se terminarían convirtiendo en los hombres más avalados por haber logrado un entendimiento, por haber conseguido a través de un diálogo, de un acuerdo, de un acercamiento sincero y franco, logran acabar con un conflicto bélico lleno de sangre, muerte y miseria. La paz llegaba y triunfaba el entendimiento en favor de un solo pueblo urgido de felicidad y bienestar.
Esos Tratados que ya arriban a 198 años, tuvieron quince artículos, en donde se hacía necesario suspender la guerra por seis meses, más una serie de principios que consagra el documento, que es un acto de diplomacia de guerra.
Una serie de comisiones de trabajo se conformarían para lograr el objetivo final. Es así como la ciudad de Trujillo se vio colmada de hombres como: Brigadier Ramón Correa, el Alcalde Provisional de Caracas Juan Rodríguez del Toro, Francisco González Linares, en representación del interés de España. Mientras que por la Gran Colombia actuarían: General de Brigada José Antonio Sucre, Coronel Pedro Briceño Méndez y Teniente Coronel José Gabril Pérez. Ambos grupos comandados por sus jefes, Pablo Morillo y Simón Bolívar respectivamente. Sin duda uno de los hechos de mayor importancia y relevancia del proceso de independencia de Venezuela.

 

Las lecciones que dejó

 

Fueron muchas las lecciones y aprendizajes que dejaron aquellos hechos de 1820. Lecciones que se dieron y quedaron para la posteridad.
El profesor y Rector Emérito de UVM, Francisco González Cruz, estudioso de estos hechos, resalta que, en la época, se presentaron mucha diatribas y desacuerdos sobre el tema, expone que se presentaban dos grupos, los cuales él llama: “Antagónicos”, los cuales sostenían unas series de diferencia muy marcadas y que parecían irreversibles y que en sus espaldas llevaban la pesada carga de miles y miles de muertos, lo que trajo como consecuencia el ver arruinada y acabada la sociedad. “Llegaron entre octubre y noviembre de 1820 a la ciudad de Trujillo con el fin de conversar sobre la necesidad de poner punto final a las atrocidades de la guerra a muerte y firmar un armisticio. No solo existían tan abismales diferencias entre los dos grupos, sino que en el seno de cada uno de ellos también las habían, y enormes”.
Los españoles luchaban por sus ideales, los cuales estaban enfocados en mantener a estos pueblos de América bajo el yugo de España y su régimen. Esto iba en contraste al anhelado interés patriota que deseaba independencia para poder conformar estados soberanos y libres. Pero entre ambos bandos también existió desacuerdo, sostiene González Cruz: “Entre los que querían la unidad de España la mayoría era monárquicos, es decir que defendían la causa de un reino absolutista, otros optaban por una república y otros por una monarquía constitucional con separación de poderes, tal como lo estableció la Constitución de Cádiz en 1812. Entre los independentistas también existían muchas diferencias. Unos eran partidarios de fundar repúblicas, otros de monarquías como efectivamente se dio en México entre 1821 y 1823 con Agustín de Iturbide (Agustín I) y luego entre 1864 y 1867 con Maximiliano de Habsburgo. Incluso al propio Bolívar le ofrecieron una corona real. Otros eran partidarios de que cada provincia o virreinato fuese un país, y otros de conformar confederaciones o agrupaciones de países como la Gran Colombia entre Venezuela. También existían grandes diferencias entre los partidarios de integrar a los nuevos Estados a las áreas de influencia del Imperio Inglés o de los Estados Unidos de América, frente a los que optaban por una integración hacia adentro en una especie de “desarrollo endógeno” que al final fueron los verdaderos perdedores, muchos de ellos fusilados por los propios patriotas”.

 

Los Tratados del fin

Dichos Tratados terminaron con años de guerra, comenzando un nuevo capítulo. Significando esto como el compromiso a lo que ambos bandos se comprometían, y que no era otra cosa que, la de respetar las normas más elementales del pueblo y su gente, los cuales fueron violados de parte y parte durante los años de enfrentamientos. Desde 1810, la guerra fue una contienda en que no se respetaba la vida de los prisioneros, ni siquiera la de los heridos en el campo de batalla. La manera de hacer la guerra fue terriblemente perjudicial a nuestro país, por el carácter de contienda civil que tuvo y por la inclinación de grandes sectores del pueblo a apoyar a los realistas. La firma de este Tratado vino, pues, a significar la terminación de la guerra a muerte, proclamada por El Libertador desde 1813.

 

 

El encuentro de Santa Ana

 

Bolívar y Morillo supervisan la colocación de la primera piedra del monumento en honor a la entrevista de Santa Ana. Ilustraciones, Cortesía, “Bolívar Libertador”, Arturo Mijares

 

La llamada “Semana Diplomática” concluiría con el encuentro histórico entre los dos cerebros de dos bandos opuestos, quienes lucharon y se enfrentaron en una Guerra a Muerte por el dominio territorial del país, y que había llegado a favorable acuerdo.
Simón Bolívar y Pablo Morillo se veían las caras en la histórica población de Santa Ana de Trujillo. Allí comenzaría escribir una nueva historia, muy lejos quedarían los días de muerte y barbarie que dejaba un enfrentamiento, el cual solo pude ser derrotado por un acercamiento certero, por un diálogo profundo el cual tuvo un solo objetivo, favorecer al pueblo, en ese momento a la Gran Colombia.
Pues bien, es así como se lleva a cabo el encuentro de Santa Ana, historia ya por todos bien conocida, luego de que sus delegaciones firmaran los Tratados de Armisticio y Regularización de la Guerra. Colombia y España, cara a cara, ponían fin a la Guerra a Muerte que asolaba el continente desde 1813.
Aquel famoso abrazo, significó la oportunidad de abrir nuevos caminos llenos de esperanza y fe para que el pueblo pudiera andar por un camino próspero y luminoso.
Tanto Bolívar como Morillo, según la narración del historiador, Augusto Mijares, dejaron escrito lo vivido en aquel momento:
Ni nadie persuadirse de lo interesante que fue esta entrevista, ni de la cordialidad y amor que reinó en ella. Todos hicimos locuras de contento, pareciéndonos un sueño el vernos allí reunidos como españoles, hermanos y amigos. La franqueza y sinceridad reinaron en esta reunión. Bolívar estaba exaltado de alegría; nos abrazamos un millón de veces y determinamos erigir un monumento para eterna memoria del principio de nuestra reconciliación en el sitio en que nos dimos el primer abrazo’, plasmó Pablo Morillo un día después del encuentro.
Bolívar, por su parte, escribía a Santander: ‘Desde Morillo abajo se han disputado todos los españoles en los obsequios con que nos han distinguido y en las protestas de amistad hacia nosotros. Un aplauso a nuestra constancia y al valor que ha singularizado a los colombianos, los vítores que han repetido al ejército libertador; en fin, manifestaciones de sus deseos por la amistad de Colombia a España, un pesar por los desastres pasados en que estaban envueltos su pasión y la nuestra, últimamente la pureza de este lenguaje, que es ciertamente de sus corazones, me arrancaron algunas lágrimas y un sentimiento de ternura hacia algunos de ellos. El general Morillo propuso que se levantase una pirámide en el lugar donde él me recibió y nos abrazamos, que fuese un monumento para recordar el primer día de la amistad de españoles y colombianos, la cual se respetase eternamente; ha destinado un oficial de ingenieros y yo debo mandar otro para que sigan la obra. Nosotros mismos la comenzamos poniendo la primera piedra que servirá en su base”.

Referencias y Consultas: Ramón Urdaneta, Revista Momboy N.6, Tratados de Trujillo. Francisco González Cruz, Días de Jupiter. José Jesús Cozz, Armisticio y Regulación de La Guerra. Arturo Mijares, Bolívar Libertador (1969). La Historia 200, Ilustraciones, Humberto Perozo. Agradecimiento especial al profesor, Pedro Frailán por su aporte y asesoría. Gracias!

 

 

 

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