Tráfico de personas en alta mar: “Los delincuentes piden víctimas a la carta”

Judith Valderrama

Cualquier historia de terror es nada, comparada con el dolor que viven las familias venezolanas a quienes un día simplemente le desaparecieron su hijo, su hija, su padre, su madre o su sobrino, luego de zarpar en una lancha con destino a una isla del Caribe buscando huir de  Venezuela. Otra navidad, solo imaginando el destino de los desaparecidos, es la que padecen familiares que están en tierra firme. Temen que los esperados viajeros hayan sido víctimas de esclavitud humana, tráfico de órganos o cualquier otro delito cruel.

“Cuando me llevo un bocado a la boca pienso si Jhonny de Jesús habrá comido. Cuando me baño pienso si él puede hacerlo, ¿si lo están golpeando?, ¿si lo están violando? ¿Dónde estará?”. Todos los días ese es el tormento de Jhonny Romero, padre de  Jhonny de Jesús, un joven de 26 años de edad que en junio del 2019 zarpó desde Falcón  a Curazao  en un peñero que desapareció.

La idea del joven  era trabajar en Curazao, pero más nunca se ha  sabido de él. Solo la esperanza  mantiene a su padre haciendo una labor diaria como investigador y lo llevó a presidir el Comité de Familias Víctimas de Desapariciones y Trata en las Costas de Venezuela –Mayday Confavidt- que reúne a  familiares de 113 personas de 5 embarcaciones desaparecidas, luego de zarpar de Venezuela.

Otro caso en penumbra, entre cientos, es el de Kelly Zambrano, tachirense de 20 años de edad que partió desde Güiria a Trinidad y Tobago  el 16 de mayo del 2019 y no se supo más nada de ella.

La embarcación “Ana María”, en la que iba junto a 32 personas, simplemente la borraron del mapa, no apareció ni un par de medias de los pasajeros, por lo que Liliana Vera, la madre de Kelly,  afirma que su hija está viva: “lo sé”. Y  su prueba más contundente  -dice-,   es que la barca que salió el 6 de diciembre desde Güiria y naufragó hace casi dos semanas con 33 personas, pudieron encontrarse los cuerpos y parte del equipaje de los desdichados viajeros.

Kelly Zambrano Vera, (20 años), tachirense desaparecida y en manos de tratantes de personas, según considera su madre

113 Venezolanos que no se los comió el mar

Jhonny Romero, el director nacional  del Comité de Familias Víctimas de Desapariciones y Trata en las Costas de Venezuela, -Cofavidt- relata  que son 7 las embarcaciones que desde el 2019 supuestamente naufragaron, saliendo  desde Venezuela con destino a islas cercanas.

“Por ahora formalmente represento a las cinco embarcaciones pérdidas desde hace casi dos años. Estas  son dos del estado Falcón, dos de Güiria (Sucre) y una de  Margarita (Nueva Esparta) que también se perdió en alta mar”.

Las  embarcaciones que dice representar Romero, a través de  Mayday Confavidt, suman 113 personas desaparecidos, algunos de los desafortunados están muertos, “fallecieron de manera muy peculiar”, afirma.

Del primer peñero  desaparecido – en marzo 2019- el “Jhonaily” y el “Ana María” -mayo2019- nada apareció. De la embarcación que sale de La Vela, estado Falcón, el 7 de junio del mismo año no se conoce la suerte de los ocupantes, y era ahí donde viajaba el hijo de Jhonny Romero.

Jhonny Romero, presidente del Comité de Familias Víctimas de Desapariciones y Trata en las Costas de Venezuela –Mayday Confavidt- y padre de un desaparecido

“Los vendieron”

“Jhonny de Jesús  ya tenía tres años viviendo en Colombia y le iba bien como barbero en un centro comercial reconocido. Pero se le venció la prórroga del pasaporte y se vino a renovarlo y a vernos porque tenía tres años sin vernos. Pero nada se puede planificar aquí y él pensó en  venir y pasar un mes con nosotros, pero no se le dio lo de la renovación del pasaporte en ese tiempo, la plata se le acabó y se puso a cortar pelo. En ese ínterin conoció a esos delincuentes y le dijeron de viajar a Curazao. Él lo conversó con la familia, le dijimos que eso no era conveniente, incluso que no era necesario. Él estaba bien, pero los jóvenes son así y tomó la decisión de irse. Era muy buen barbero. No llevaba nada fijo, iba a buscar trabajo a Curazao. Imperó la juventud, los amigos, tres años solo y se fue con ellos”.

 

Jhonny de Jesús Romero (26 años), desaparecido junto a 32 personas, al zarpar de La Vela, estado Falcón, a Curazao

Se fue a Curazao, porque entre Falcón, Curazao y Aruba hay gran relación desde hace muchos años, relata.

“Partió el 7 de junio de 2019 y  nunca más supimos de él. Ningún familiar ha tenido contacto con ellos. Trabajamos a espaldas del Ministerio Público y los organismos de seguridad, porque a ellos no les da la gana de hacer su trabajo. Lo que si hemos conseguido es evidencia de que los que fraguaron esta desaparición están vivos, tenemos fe de vida de una muchacha que va en la lancha y pertenece a la banda Los Lobos y cometió el error de enviar una fe de  vida a través de Messenger y esa es la prueba. Ella iba en la embarcación y cuenta en su comunicación posterior, que los están golpeando, que los están picando para vender los órganos, pero es falso, porque ella es parte de la banda y el mensaje es para tratar de calmar a su mamá, pero lo hizo de tal manera que la mamá no entendió y me envía el mensaje a mí. La mamá  me dijo señor Jhonny me llegó esta información: ´es imposible que esa hija no me haya llamado´. A nosotros nos parece  imposible que si sabe que la mamá tiene Messenger no se haya comunicado directamente con la mamá”.

 

– ¿Y del resto de quienes viajaban en esa embarcación que se sabe?

– “Nada. Solo tenemos unos audios de antes del zarpe. Los pasajeros sabían que algo iba a pasar. Pudimos acceder al   expediente del tribunal y leímos lo que revelan las familias. Los zarpes no se dan el mismo día que se paga (200 a 400$), sino que hay un trajín antes. Las familias van perdiéndose en el mapa hasta que por fin completan los puestos de la lancha, y cuando completan, las familias deben mudarse a la zona del zarpe y estar pendientes de sus teléfonos para saber en qué momento se dará el zarpe. Mi hijo vivió todo eso. Ellos zarparon un viernes. Llegó el CICPC antes y se llevó unos pasajeros, se los llevó detenidos y ellos contaron que ya habían cuadrado unas horas para salir y una vacuna”.

Continúa señalando Romero que se conoció  que para el momento del embarque pretendieron subir a 42 personas. Era mucho peso para el peñero y tuvieron que regresar porque se estaba hundiendo en la orilla. Debieron desembarcar a 8 personas, que son quienes después cuentan todo lo que sucedía antes del zarpe.

“Los  comentarios decían que los iban a llevar primero a un sitio y ahí los iban a dejar mientras hacían una vuelta. Y creemos que la vuelta era droga o armas, porque en la lancha iban los mismos malandros y la chica que estamos mencionando. Pero en la vuelta (diligencia) fue que se perdieron”.

– ¿Qué presumen que pasó? ¿a dónde fue a parar su hijo y los otros 32?

“Los vendieron. Los pasaron a otra lancha o en la misma playa donde los dejaron se los llevaron a otra parte. Hay muchas versiones de los mismos familiares. Unas son fantasiosas, otras son reales. Cada quien tiene una historia, pero los mismo familiares le hemos metido aquí al trabajo de investigación e inteligencia. Yo soy sargento mayor  y tengo formación, trabajé para la UNEFA y daba clases de inteligencia y contrainteligencia. Tuve formación, pero pensé que no pasaría de la teoría”.

Es la segunda navidad sin Jhonny de Jesús, dice su padre. Al igual que Liliana Vera, que pasa su segunda navidad en Táchira sin su Kelly Zambrano. Así 113 familias de  venezolanos contando solo de 5, de los 7 supuestos naufragios ocurridos entre 2019 y 2020.

 

Un menú de esclavos

“Los secuestradores tienen como un menú, una cartilla donde saben a quién se llevan y a quién no. Los testimonios que hemos conocido es que los delincuentes que trafican personas los piden a la carta… Hay testimonios de eso, buscan un perfil”.

“Pero esto es un duelo que no tiene fin. La gente de Güiria (náufragos del diciembre 2020) al menos tienen una bendición, y es que  recuperaron los cuerpos de sus familiares, saben lo que pasó  y tarde o temprano se acostumbrarán a vivir con el dolor de la pérdida y la vida continua, pero para quienes nos desaparecen los familiares es un duelo  sin fin”.

¿Hasta cuándo piensa seguir buscando a Jhonny de Jesús?

-“Varias veces he tirado la toalla. Pero al otro día vuelvo. Aquí, mientras usted está hablando conmigo estoy escribiendo una carta al correo privado de Tarek Williams, el fiscal, porque me facilitaron su correo privado. También estoy escribiendo a la embajada de los Países Bajos,  y así todos los días, me dedico horas y horas  a hacer cosas que contribuyan a que mi hijo aparezca”.

-¿Qué tienen en este momento adelantado?

“Solo esperanzas. No hay nada concreto. Porque en el caso de La Vela, solo hay esperanza. Los otros casos están peor que el mío. Nosotros al menos tenemos el expediente, hemos logrado de que nos atiendan. Pero esa atención del Ministerio Público, del tribunal o de los organismos internacionales y ONGs y diputados, estos últimos si han dado repuesta, pero hacen lo que pueden. En el caso del Ministerio Público o de tribunales y organismos de seguridad, todos, absolutamente todos, es un saludo a la bandera”.

Pero el Ministerio Público tiene 118 procesos por tráfico de personas, anuncio hace días el fiscal general. ¿Eso no vale?

“Si, hay detenidos porque nosotros le hemos dado los datos. Hemos hecho inteligencia vecinal y de comando, de dormir en el monte cerca de las fincas, de las casas de las personas para poder grabar y fotografiar, en el caso de nosotros hay dos detenidos  que están chéveres ahí en el comando de GN de  Tucacas comiendo sus tres papas al día y asistiendo a 8 o 12 audiencias. No hablan y no hablarán hasta que  no sean acusados formalmente. Sus abogados les están diciendo que los van a soltar porque no hay pruebas, y no hay pruebas, porque nosotros le hemos dado esas pruebas y evidencias al CICPC que es el encargado de eso aquí y no procesa. El gobierno, el MP y el CICPC no están haciendo lo que deben hacer. Como hemos mantenido despierta la investigación es que no los sueltan. En los casos de Güiria es más débil las  diligencias que se han hecho por eso hay temor que los suelten”.

Cita Jhonny Romero, que las órdenes de captura  de los otros sospechosos del caso de su hijo, están en el expediente.

“Están en la carpeta, pero no se las han entregado ni al CICPC, ni a la policía, ni a la Guardia, ni a nadie. Y si usted va y reclama por qué esas órdenes no  han sido suministradas a los órganos policiales, ellos dicen que no tienen alguacil, ni transporte para hacer llegar eso a los sospechosos. Ni cómo alimentar el sistema de CIPOL e Interpol. Eso no existe, eso es una farsa, todo es de papel, en la práctica no pasa nada y eso que está Mayday Confavidt, Fundaredes, diputados a la orden. Imagínese los otros casos, las familias van al Ministerio Público y los corren de las puertas con argumentos leguleyos”.

-¿Cree que la presión y las capturas se  disminuirán estas desapariciones?

“Esto está ocurriendo de hace tiempo, hay informes. Venezuela era un país de tránsito,  en el extranjero los agarraban  manos criminales, no en alta mar, y está ocurriendo en alta mar desde hace dos años. Porque en alta mar simplemente los esperan en un punto de entrega y ya,  por eso  está ocurriendo con facilidad. Son bandas que operan, aquí en Falcón es la banda Los Lobos, una banda intermedia que se dedica a captar a los migrantes y se los entregan a una banda que hace el trabajo de  esclavizarlos”.

 

“Mi hija está viva, víctima de trata”

“Sigo creyendo y afirmo con lo que ha pasado en Güiria y con mi corazón de madre, que mi hija está viva. A mi hija la secuestraron. Está viva víctima de trata de blancas. No solamente a mi hija le pasó, sino a toda la embarcación “Ana María””.

Afirma Liliana Vera, madre de la tachirense Kelly Zambrano Vera (20), quien el 16 de mayo de 2019 partió de  Güiria a Trinidad y Tobago con una promesa de trabajo y junto a 32 personas desaparece en alta mar sin dejar rastro de ningún tipo.

“La última vez que hablé con mi hija fue el 16 de mayo en la tarde cuando embarcaba a Trinidad y Tobago, dijo que a las 7 de la noche llegarían a la isla. Ella iba confiada invitada por su supuesta amiga, Romy María Martínez”, relata.

Kelly Zambrano estudiaba psicología y había completado las  pasantías, estaba próxima a graduarse,  pero su situación económica le impedía proseguir estudios, así que congeló la carrera y se fue detrás de una oportunidad económica.

Cuenta Liliana Vera que por ser de bajos recursos  y  con la crisis del país que ni transporte había  para llegar a la universidad, todo se le complicó a Kelly, su amiga la convenció de irse a Trinidad y Tobago, “lo que hizo fue secuestrármela, pero mi corazón de madre siempre me ha dicho que mi niña va aparecer, sé que mi niña está viva y lo que pasó en estos días en Güiria me lo confirma”.

Para Vera es evidente que se robaron y secuestraron a las personas que viajaban en las embarcaciones  “Jhonaily” y “Ana María”. “¿Cómo sí aparecieron los de esta embarcación de Güiria de diciembre de este año? A mí me mandaron fotos de los cuerpos, los bolsos los zapatos. En la embarcación de mi hija eran 33 personas y no apareció ni un zapato, no pudo haber naufragado”.

Recuerda Vera que un  hombre llamado Alberto Abreu fue el único que apareció tras el supuesto naufragio donde viajó Kelly Zambrano. Abreu fue rescatado a 20 millas de la costa de Trinidad y Tobago y dijo a las autoridades que la embarcación había naufragado, pero nunca hubo evidencias de accidente.

“A él no se lo comieron los tiburones como dicen de los 33 que viajaban junto a mí hija. Además, los otros dos hombres que iban con Abreu en la embarcación dirigiendo, los han visto en Trinidad y Tobago, está confirmado, pero las autoridades de aquí no se han interesado en ayudarnos, a pesar que mi hijo ha ido a la Fiscalía en Caracas, ha ido a Güiria a investigar pero lo amenazaron y  preferí que no volviera”.

 

Liliana Vera, madre de la tachirense Kelly Zambrano, desaparecida en el peñero “Ana María”, mayo del 2019

Fundaredes: “Casos silenciados por completo”.

“Lo de Güiria es el reflejo de la profundización de la emergencia humanitaria en Venezuela”, así lo asegura el director de la ONGs Fundaredes, Javier Tarazona.

“En primer lugar las costas venezolanas, no solamente Güiria, sino las costas de Falcón y otros estados se han convertido en una oportunidad para los venezolanos que viven la insatisfacción de sus necesidades en territorio nacional y  se embarcan a riesgo a islas de Curazao, Aruba, Trinidad y Tobago, o incluso, participan de cualquier otra actividad ilegal que se desarrolle en cualquier costa o frontera venezolana para poder subsistir y mantener lo que no pueden alcanzar, lo más básico, que es alimentación”.

Tarazona junto a Fundaredes ha revisado durante los últimos años, cómo el patrón de tráfico de personas se consolida en medio de una insatisfacción de necesidades, “porque el Estado venezolano abandonó a la población en materia de salud, de educación y de todas las necesidad básicas. Lo que ha llevado a que las personas desesperadas quieran buscar repuestas a sus necesidades”.

Afirma que hay reacciones de la gente ante tanto padecer, “en la costa occidental de Venezuela, Falcón, existe un movimiento de víctimas levantando la voz por la desaparición de sus hijos, de sus hermanos, de sus padres y se ha conocido  que personal de organismos como el CICPC (Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas), Guardacostas  venezolanos de las Fuerzas Armadas, participan de esta actuación ilegal”.

Pero la base de  todo, a criterio de Tarazona,  es la  migración forzada y desesperada, la cual va en ascenso: “por lo tanto vamos a tener más muertos, vamos a tener más desaparecidos y personas sufriendo, porque lo que no consiguen en tierra firme lo salen a buscar fuera de las fronteras. Y lamentablemente los grupos criminales que operan y controlan la actividad económica paralela en Venezuela, siguen teniendo fuerza y firmeza en este momento”.

Fundaredes conoce de casos puntuales de trata de personas, como  lo sucedido a Kelly Zambrano, tachirense que desapareció junto a la embarcación “Ana María”, tras partir de Güiria en mayo del 2019.  Sostiene Javier Tarazona que no ha habido repuestas por parte del Estado venezolano a este caso.

“Pudiera decirte que la opacidad o la posibilidad de conocer denuncias por parte de los afectados es  lo que hace muy inciertas las cifras. Conocemos de familias que han logrado levantar la voz, pero hay muchos casos que no, solo un 5 por ciento denuncian  el problema real. La mayoría de los casos de tráfico de personas están silenciados por completo”.

Javier Tarazona, director de Fundaredes

MP: 118 personas procesadas por tráfico humano

“En el delito de tráfico de personas hemos visto un aumento de casos cada año. Hubo 4 en 2017; 7 en 2018; 41 en 2019 y 66 en 2020. En total hemos acusado a 196 involucrados en estos hechos”, sostiene Tarek William, fiscal de la nación.

Sostiene, hace cuatro días a través de twitter, que desde agosto de 2017, han procesado en el país 118 casos de tráfico ilícito de personas.

En cuanto al buque “Ana María”, desaparecido el 16 mayo de 2019, dice que hay una persona detenida y procesada por los delitos de trata de personas y asociación para delinquir.

De igual modo informa, que el delito de tráfico de personas se tipifica y sanciona en la Ley Orgánica Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo y Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes en Venezuela.

 

@juditvalderrama

 

 

Salir de la versión móvil