Hoy 9 de octubre se cumplen 466 años de la fundación de la ciudad de Trujillo, 213 años de la creación de la Provincia de Trujillo y 66 años de la creación de la Diócesis de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo. Tres fechas que representan las mejores bases – junto con la herencia indígena – que marcan las tareas de los trujillanos de hoy.
El primero en 1557 significó el empeño fundador que desplegó energías hasta hacer de la ciudad primigenia una de las más importantes de estas nuevas tierras. Esta ciudad y su entorno – casi coincidente con el territorio de la nación Cuica – vivió en sus primeros tiempos una fecunda energía creadora, que atrajo a excelentes familias y a intelectuales de elevadísimo renombre. Tierra productiva esta, no solo de rubros agropecuarios, sino de talentos humanos, de instituciones y de cultura. Trujillo fue una ciudad espléndida para sí y para la emergente red de centros poblados que lideraba.
El segundo en 1810 se toman al menos diez decisiones fundamentales para el devenir trujillano. Primero: se separa el Distrito Municipal Trujillo de la Provincia de Maracaibo; segundo: se crea la Provincia de Trujillo; tercero: se establece que el Pueblo asume los derechos y las jurisdicciones y que las centralizaría en una Junta de Gobierno; cuarto: el Ayuntamiento designa unos electores que se encargaría de supervisar la elección de los integrantes de una Junta Superior de Gobierno; quinto se elige y se juramenta la Junta Superior de la Provincia de Trujillo (encargada de la regencia); sexto: juran obedecer a la Junta el Vicario de Trujillo y el clero secular, los administradores, funcionarios diversos y el pueblo en general; séptimo: se designan nuevos administradores de justicia y diversos funcionarios provinciales; octavo: se ratifican a todos los Oficiales de Milicia; noveno: se acuerdo notificar de estos actos a las Juntas de Mérida, Santa Fe (de Bogotá), Pamplona, el Socorro, Quito y La Paz, así como a Caracas y Maracaibo; y décimo: se llama a la paz, a guardar la religión y los legítimos intereses del Rey.
La tercera en la creación de la Diócesis de Nuestra Señora de la Paz de Trujillo, con la unión de todas las parroquias eclesiásticas que hasta entonces pertenecían a la Arquidiócesis de Mérida, contribuyendo de esa manera a darle una unidad a nuestro estado Trujillo y al fortalecimiento de su identidad.
Esas son – con 257 años de distancia entre ellas – son las fechas cimeras, a decir del Dr. Mario Briceño Perozo, de la historia trujillana. Y son las raíces fundamentales para alimentar el gran proyecto que está pendiente por realizar. Cada uno de los «Trujillos» soñados el 9 de octubre de 1557. el 9 de octubre de 1810 y el 9 de octubre de 1957 representan el poder implicado en el ser de nuestro gentilicio y que habrá de emerger cuando nos unamos en torno a un proyecto de grandeza.
No quepa la menor duda que ese tiempo llegará, porque está aquí en muchas realidades que son testimonios luminosos de esa energía. Porque el 9 de octubre que nos falta no puede ser otro que el grito colectivo que diga que ya basta del largo proceso de deterioro que nos mantiene en una mediocridad que no es propia de nuestra naturaleza, de nuestra verdadera manera de ser.
La clave del 9 de octubre que al que nos debemos comprometer está en aquellos valores que debemos recordar y conservar, para que las necesarias y audaces innovaciones estén bien enraizadas en el fecundo lugar que se fue conformando desde aquella noble y remota nación Cuica, consolidada en el fecundo mestizaje que se desplegó desde la Colonia y aún continúa.
Hay que tener fe que vendrá un nuevo 9 de octubre, más potente u audaz que aquellos. Emergerá el Trujillo Posible. que no quepa la menor duda.
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