Lagos (Portugal), 5 jun (EFE).- En las afueras de la pedanía portuguesa de Praia da Luz, donde desapareció Madeleine McCann hace 18 años, un hombre británico custodia las puertas de una casa blanca vallada y avisa a quienes se acercan que no tomen fotos a la construcción, donde vivió unos años el principal sospechoso de la desaparición de la niña, el alemán Christian Brückner.
El británico es el propietario de la casa y alega, enfadado y cansado de los periodistas, que cada poco tiempo se acerca gente para conocer más detalles. «Eso no traerá de vuelta a Madeleine», clama, mostrando su incomodidad.
Agrega que ya han buscado varias veces en esa zona, tanto en un pozo que hay dentro de su propiedad como en uno que hay justo enfrente, y que nunca han encontrado nada.
No se sabe en qué circunstancias estuvo allí Brückner ni el tiempo que pasó en este inmueble, lo que tampoco aclara el dueño de la casa.
Cerca de allí, en una zona donde hay varias edificaciones en ruinas entre descampados, un acantilado y una urbanización de lujo, las policías de Portugal y Alemania investigan en busca de nuevas pistas siguiendo los pasos que podría haber dado Brückner la noche del suceso, aquel 3 de mayo de 2007.
Las autoridades reabrieron esta semana la investigación de este mediático caso, aunque por el momento no han trascendido muchos detalles.
«Están buscando una aguja en un pajar», dice a EFE Heriberto Janosch, experto en Criminología e investigador de la Universidad UNIE de Madrid, que ha seguido el caso desde hace más de una década y que se encuentra en el Algarve portugués pendiente de estas nuevas pesquisas.
Janosch comenzó a interesarse por este caso gracias a una compañera de trabajo, que le habló de él y opinaba que los padres de Madeleine McCann estaban involucrados en su desaparición, una hipótesis que respaldan algunos vecinos de Praia da Luz, pero que este experto descarta tras haberse leído las 15.000 páginas del expediente por no verla verosímil.
La conversación con Janosch se produce en una zona elevada desde la que se ve la casa por la que pasó Brückner, de donde sale un camino que, según el investigador, lleva al área cercada que está barriendo la policía estos días.
El inmueble está ubicado entre Praia da Luz y el terreno de las búsquedas.
Janosch tiene «dudas» sobre la culpabilidad del alemán en la desaparición de McCann, porque aunque existen «indicios sueltos» nunca se ha llegado a formalizar una acusación por parte de las autoridades alemanas: «Desde hace cinco años creen que fue él», subraya.
Brückner se hallaba en las proximidades del complejo turístico donde se hospedaba la familia McCann cuando la niña desapareció, según la señal de su teléfono móvil, y hay un testigo que asegura que el sospechoso le confesó el asesinato de la pequeña, pero de momento no existen pruebas suficientes para acusarle formalmente.
En estos momentos, el sospechoso cumple una pena de siete años de prisión en Alemania por la violación en 2005 de una mujer estadounidense, también en el sur de Portugal, que podría dejarlo en libertad en septiembre tras ser absuelto de otros cargos de violación y abuso sexual infantil en octubre de 2024.
No son los únicos crímenes en los que se ha visto envuelto, ya que sobre él recaen más denuncias de abusos sexuales, tiene un largo historial de robos en la región portuguesa donde residió y se vio envuelto en tráfico de drogas.
De hecho, pasó una breve temporada en la cárcel el año previo a la desaparición de Maddie por un robo de combustible, recuerda Janosch, que ha enviado pruebas a lo largo de los años a la policía del Reino Unido, Alemania y Portugal.
Incluso el experto argentino-español llegó a mandar una carta a Brückner, a la que el alemán respondió negando algunos supuestos que maneja la policía.
Su carrera delictiva ha sido ampliamente detallada por los medios de comunicación desde que en 2020 se supo que era el principal sospechoso del suceso, aunque el tiempo se acaba para las autoridades, que se afanan en encontrar alguna pista antes de que salga de la cárcel.
Laia Mataix Gómez