A 21 personas, varios de ellos adolescentes, se elevó la lista de fallecidos, en la estampida que se produjo al estallar una bomba lacrimógena dentro de un club social caraqueño donde se festejaba una fiesta de pre grado. El dantesco panorama muestra una vez más que en Venezuela poseer un arma o artefacto de uso de las fuerzas de seguridad es más fácil de lo que parece
Como una premonición, la invitación a la fiesta indicaba que la misma “dejará una huella sobre todos”, y vaya que sí la dejó, porque ya muchas familias no van a recuperar a sus seres queridos y vivirán con eso por siempre. Aunque se manejó inicialmente una cifra de 17 fallecidos, al avanzar el día sábado el número de muertos superó la veintena. Nueve mujeres figuran en la lista de personas fallecidas
Nelson Altuve P
Muchas personas, que viven en otros países se preguntarán ¿Por qué un adolescente tiene en su poder una bomba lacrimógena?… En la Venezuela actual todo es posible. Que un joven ande armado, con una filosa cuchilla, con un arma de fuego de alto calibre o con una bomba lacrimógena, no es de extrañar.
La desafortunada noche del 15 de junio, cuando muchas personas se aglomeraban dentro de un amplio salón de fiestas para festejar un acto previo al gran acontecimiento de graduación de bachilleres, sobrevino otra tragedia de grandes proporciones que seguro pasará a engrosar la lista de sucesos que enlutan hogares venezolanos; familias enteras lloran la repentina y dolorosa perdida de seres queridos, mientras los responsables a nivel del Gobierno hacen mutis, mirando de reojo el problema y tratando de “tapar” con celeridad estos casos, echando la culpa a otros.
Ese fatídico viernes todo era alegría. En horas previas los muchachos hacían planes, llamadas iban y venían, unos aún comentaban sobre los goles de Cristiano Ronaldo y lo bueno que resultó el duelo Portugal-España en el Mundial. Todo era movimiento dentro del club social “Los Cotorros”. Las chicas se acicalaban para el acontecimiento, unas tratando de lucir sus looks y llenas de emoción, mientras los padres daban consejos para evitar sin lograrlo que sus hijos acudieran a la fiesta, en las ya convulsionadas y peligrosas noches caraqueñas.
La convocatoria a la “The Legacy” se hizo notar, llegaron muchos jóvenes, unos que otros cincuentones, que acompañaban a sus hijos e hijas, a la “rumba más sonada del mes” como se le denominó al convite de pregrado en el centro nocturno ubicado en El Paraíso. El sonido estridente de la miniteca hizo retumbar los cimientos del edificio, en la segunda planta todo era algarabía. El ensordecedor bullicio llegaba hasta los edificios cercanos.
Las horas pasaron rápido y la noche se adentró, mientras en el interior del club mientras unos se contorsionaban con la música electrónica, otros querían a su modo ajustar cuentas sin importar los sucesos posteriores que desataron el infierno, entre el largo pasillo que daba a una salida angosta y descendiente, por unas escalinatas donde la sangre de muchos se confundió en medio de los gritos de terror y los llantos que como sonidos lúgubres también intentaban buscar una salida por cualquier rendija.
Se buscan culpables.
El Gobierno aceleró las investigaciones, y de inmediato echó todas sus culpas sobre la administración del recinto por no activar las medidas de seguridad que se requieren en esos casos. El mismo Ministro de Relaciones Interiores, Néstor Reverol, se apresuró a señalar a un grupo de adolescentes como los responsables directos de activar el artefacto explosivo que originó la fatídica estampida.
La mayoría de los fallecidos fue producto de “asfixia mecánica”, inhalación de gas tóxico y traumatismos cráneo encefálicos, al ser prácticamente “magullados” por otras personas que en sus ganas de huir del local se llevaron por delante a los más frágiles, durante el tropel que trató de huir por la única puerta de salida, por una escalera.
¿Qué ocasionó la estampida?. Más allá de la lacónica versión oficialista, acostumbrados a decir su “verdad” y cerrar estos casos, porque tienen otras cosas más importantes, queda una estela de interrogantes, preguntas sin respuestas que las familias, padres, hermanos, amigos se hacen, mientras los entes u organismos de seguridad, viran la mirada hacia otro lado, en un intento por evitar que los medios de comunicación independientes escudriñen e indaguen otras verdades, y en los canales o periódicos oficialistas, pasan rápido la hoja de otra tragedia y haciendo malabares para “tapar” la tragedia, como otras masacres ocurridas en las minas de oro del estado Bolívar o dentro de los recintos carcelarios del país.
¿Una insignificante riña pudo desatar tanta locura?. ¿Cómo un imberbe chico posee una bomba lacrimógena?…, igual pudo cargar una bazzoka. Si bien hay algunos detenidos, sobre los que recaerán las culpas, al gobierno poco le importa la muerte de la estudiante de bachillerato Yois Bentancourt, de 16 años, tampoco la de Luis Eduardo Barrios, de 46 años; Jorhgen Alexander Castro, de 19; Luis Roniel Guerra Alfonso, de 19, y Marcos Javier Altuve Valenzuela, de 18 años, y los demás malogrados, estos serán solo nombres en una lista que quedará engavetada.
Los sobrevivientes, intentarán recuperar su vida normal, algunos quedarán con severas secuelas; muchas familias tendrán que correr con los gastos que acarrean estas situaciones, porque el Estado tampoco cuenta con un programa de atención a víctimas, más allá de la atención primaria de los paupérrimos centros hospitalarios de la red de salud pública.
El concejal y habitante de El Paraíso, Jesús Armas, opinó que el ministro de Relaciones Interiores debe explicar por qué hay civiles en posesión de bombas lacrimógenas, que solo son utilizadas por las fuerzas de seguridad.
Por días, la tragedia de “Los Cotorros” se mantendrá en la boca de los lugareños que transiten por el lugar, con el tiempo se irá disipando y a la vuelta de pocos meses nadie se recordará del suceso , hasta que a otro loco se la ocurra volver a activar otra lacrimógena, o accioné el arma contra seres inocentes, tiñendo de sangre y dolor a los hogares venezolanos.
EL DATO: En Venezuela, se produjeron hechos similares el 10 octubre 1978: 25 fallecidos en una discoteca de Caracas, Venezuela. El 1 diciembre 2002: Un total de 47 personas, 15 de ellas mujeres, mueren en la discoteca y club nocturno «La Guajira», en Caracas, a consecuencia de un incendio
Grandes tragedias en discotecas
*23 abril 1940: 198 fallecidos en una sala de Natchez, Mississippi, EE.UU.
*28 noviembre 1942: 491 muertos al incendiarse el club Cocoanut Grove de Boston, EE.UU.
*1 diciembre 1970: 146 muertos en el incendio del club «Cinq sept» en Saint Laurent de Pont, Grenoble, Francia. 28 mayo 1977: Mueren 164 personas en el incendio del cabaret «Beverly Hills» en Southgate, Kentucky, EE.UU.
*27 noviembre 1994: 234 muertos por incendio de una discoteca en Fuxin, China.
*18 marzo 1996: 152 muertos en incendio de la discoteca «Ozone» de Manila, Filipinas.
*27 diciembre 2000: 320 muertos en el incendio de una discoteca de Luoyang, provincia de Henan, China.
*12 octubre 2002: Mueren 202 personas, entre ellas un centenar de turistas australianos, y más de 300 resultan heridas al estallar un coche bomba en una discoteca en Bali, Indonesia.