<…El juicio ético es casi idéntico al juicio estético. Decidir sobre lo malo y lo bueno, tanto como sobre lo bello y lo feo, no se puede separar ni de la idea de libertad, ni de la vida social> Paulina Ochoa, en La resistencia poética: Hannah Arendt y los Cronopios. P.21.
La idea política de una sociedad donde la igualdad sea su identidad dominante viene pasando por diversas y variadas pruebas, desde las religiosas, las literarias (donde sí es posible) y las sectarias. Sin embargo, su constancia y consolidación es efímera. Modelos como el socialismo, el capitalismo de mercado, la socialdemocracia, la teocracia, la monarquía o el presupuesto comunismo primitivo la han predicado sin éxito real. Sospecho que sus términos satélites como autonomía, libertad, tolerancia, respeto y justicia carecen de la fuerza necesaria como para convivir con la palabra propiedad. Sobre todo desde esta misteriosa afirmación: <Eso es mío>, con la cual cualquier niño se enfrenta a otro cuando se le despoja de algo suyo. O pudiera ocurrir con lo igualitario algo similar a lo religioso que se acepta, más no lo acepto cuando me toda de cerca; es decir <Por qué a mí> una vez aparece la sanción como castigo. O también pudiera no ser casualidad observar cómo luego de decretos de igualdad aparecen conflictos y hasta guerras y curiosamente emergen discursos de moralidad, de pureza y de esperanza, sobre todo apelando a seres conscientes; es decir los mismos que produjeron el decreto igualitario y quienes no hicieron nada para impedirlo. Aquello de <Todos contra todos> muestra como constancia la búsqueda de una igualdad perdida con un costo elevado para los seres más vulnerables; lugar desde dónde precisamente ella se predicaba. Tampoco se comprende cómo una vez en el gobierno los promotores de la igualdad y que por comodidad se autodefinen de izquierda, del centro o de la derecha, dentro del discurso político, diseñen desde los decretos igualitarios la sepultura de las pocas ideas que les quedaban frente al mundo digital del siglo XXI. La evidencia de los fracasos aludidos está en las hemerotecas con sus nombres, también allí había trabajos serios para prevenir las dificultades de esos proyectos igualitarios, pero no fueron leídos. Todos o la gran mayoría de los proyectos igualitarios terminan en autoritarismos, dictaduras y totalitarismos o se cruzan con militarismos para imponer en nombre del igualitarismo dominios y corruptelas. Dentro de estas afirmaciones no pueden faltar los intelectuales tarifados que llorosos, débiles y decadentes van prestando su roída palabra para hablar de las bondades de la igualdad, de las virtudes del socialismo, de la democracia participativa. Son en esencia predicadores de una virtud fantasma, vaporosa y huera. Por ello sugieren al gobernante opresor que controle las redes sociales, que decrete el control y así llegue la igualdad. Tales seres agotados y jubilados de las ideas quedaron descolocados con la evidencia de la inteligencia artificial y esa virtud sospechosa de hacer todo igual tiene pocos clientes en el mercado que los venía promoviendo. Sospecho también de la frase <Tomar el cielo por asalto> cuando en otra época nos convocaba desde un voluntarismo fanático. Ahora suena posible <Tomar la tierra para repensar el mundo> y de esa manera dejar para la literatura aquello de los discursos de Así habló Zaratustra: De los de detrás del mundo y Las moscas del mercado. Se encuentra en ellos algo de lo que pareciera mostrar nuestro código genético en cuanto a la resistencia frente a lo igualitario. Pensemos por ejemplo en esto: 1-¿Es suficiente la voluntad de los gobernantes decretando la igualdad para que ella opere? 2-¿El resentimiento y la venganza serían como virus sociales contra todo proyecto igualitario? 3-¿Si cruzamos los términos razón, voluntad y fuerza logramos eficacia en la igualdad decretada? El nazismo, el estalinismo, el castro-comunismo y el socialismo del siglo XXI están implicados en las respuestas. Saque sus conclusiones.
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