Trabalenguas, batiburrillo y postmodernismo | Por: Ernesto Rodríguez

 

En varios artículos hemos visto que el notable filósofo argentino Mario Bunge (1919-2020) en su ‘Diccionario de Filosofía’ (2001) refiere que el postmodernismo es: “un rechazo a los valores intelectuales de la Ilustración, en particular la claridad, la racionalidad, la coherencia y la verdad objetiva”. En efecto, muchos autores postmodernistas se han caracterizado por su estilo abstruso y enrevesado, y su falta de respeto por la verdad. Ese estilo oscuro es para aparentar ‘profundidad teórica’ y más de un ingenuo se ha caído de culo boquiabierto al leer los galimatías de esos autores pensando: “¡Oh!…¡Oh!…¡Yo no entiendo nada porque debe ser un nivel sumamente elevado!”….Pero en realidad no es ningún nivel elevado. Simplemente son batiburrillos. No obstante, antes de ver un fragmento de una obra del escritor postmodernista francés Jean Baudrillard (1929-2007), vamos a ver dos antecedentes de ese estilo postmodernista.

En el primer capítulo de la obra: ‘A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado’ (1872), del escritor inglés Lewis Carroll (1832-1898), Alicia recorre la ‘casa del espejo’ y encuentra un libro y comienza a hojearlo, pero uno de los párrafos parecía escrito en un idioma extraño. Entonces Alicia pone el libro frente a un espejo y lee un poema que era un verdadero ‘galimatazo’. Veamos tal poema: “Brillaba, brumeando negro, el sol / agiliscosos giroscaban los limazones / banerrando por las váparas lejanas; / mimosos se fruncían los borogobios / mientras el momio rantas murgiflaba”.

El galimatazo continúa con expresiones por el estilo absolutamente disparatadas. Después de leerlo, Alicia dice: “Me parece muy bonito, sólo que es algo difícil de comprender […] Es como si me llenara la cabeza de ideas, ¡Sólo que no sabría decir cuáles son!”.

Lewis Carroll elabora un poema sin pies ni cabeza, pero lo que nunca se pudo imaginar es que algún día el galimatías se impondría como una moda intelectual y académica con pretensiones de ‘seriedad’ y ‘actitud crítica e iconoclasta’.

Otro antecedente digno de referir es el del cantante Eliseo Herrera (1925-2016) que nació en Cartagena (Colombia) y fue uno de los cantantes más famosos del conjunto colombiano: ‘Los Corraleros de Majagual’ creado en 1962. Eliseo Herrera fue llamado ‘El Rey del Trabalenguas’ y veamos una de sus canciones: “¡Ajá! ¿Quién me adivina (este trabalenguas?) / Clarito, lo digo (¡Ajá! ¿Quién me adivina?) / Pupún-sipigapa / Ripi-ripiyopo / Mepe-quepe-mopo / Lapa-ropo-papa / Popo-repe-sopo / Mapa-nohe-pelapa / Mepe-quepe-mopo / Lapa-ropo-papa / Sipigapa ripi-ripiyopo / Fue por loco queme-mopo….”…Y así prosigue por el estilo la canción.

Ahora veamos a Jean Baudrillard que en su obra: ‘El Intercambio Simbólico y la Muerte’ (1980), en el capítulo titulado: ‘La Metafísica del Código’ dice: “Los grandes simulacros construidos por el hombre pasan de un universo de leyes naturales a un universo de fuerzas y tensiones de fuerzas, hoy a un universo de estructuras y de oposiciones binarias (…) la digitalidad es su principio metafísico (el Dios de Leibniz) y el ADN es su profeta. Es efectivamente en el código genético donde la “génesis de los simulacros” encuentra hoy su forma consumada. En el límite de una exterminación siempre en aumento de las referencias y de las finalidades, de una pérdida de las semejanzas y de las designaciones, encontramos el signo digital y programático, cuyo “valor” es puramente “táctico”, en la intersección de otras señales (corpúsculos de información, test) y cuya estructura es la de un código micromoleclar de mando y control”. Más adelante Baudrillard dice esta perla: “Falta por saber si esta operacionalidad no es ella misma un mito, si el ADN mismo no es un mito”.

Luego Baudrillard arremete contra la ciencia en general y contra el investigador francés Jacques Monod (1910-1976) que ganó en 1965 el Premio Nobel de Fisiología y Medicina con los autores franceses Francois Jacob (1920-2013) y André Lwoff (1902-1994) por sus estudios en genética molecular. Sobre el ADN es pertinente recordar que el biólogo estadounidense James D. Watson (nac. 1928) y el biólogo británico Francis Crick (1916-2004) dilucidaron la estructura molecular doble helicoidal del ADN en 1953 y en 1963 ganaron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina. En 1960 se determinó el código genético. En 1977 se publicó la secuencia del genoma de un bacteriófago y en 1978 la secuencia de 5.226 nucleótidos de un virus de un simio. Ahora los análisis de ADN se usan en criminología y pruebas de paternidad. Pero ya antes de que Baudrillard publicara en 1980 su escrito, había evidencias de la realidad del ADN….¡Y Baudrillard insinuó que el ADN es un mito y se quedó de lo más orondo!.

Afortunadamente esa moda del postmodernismo está muriendo y se está volviendo a imponer el respeto por la verdad. No obstante, el estilo del fárrago persiste y el escritor rumano Emil Cioran (1911-1995) en uno de sus aforismos dice: “Es un error querer facilitar la tarea del lector: no lo agradece. Detesta comprender, prefiere embrollarse, atascarse, le gusta ser ‘castigado’. De ahí el prestigio de los autores confusos, la perennidad del fárrago” (‘Desgarradura’, 1983).

 

(ernestorodri49@gmail.com)

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