“Entonces no pasa nada. No obstante es necesario decir nada. ¿Cómo decir: nada? Nos encontramos delante de una gran paradoja de escritura: nada sólo puede decir nada; nada es tal vez el único vocablo de la lengua que no admite ninguna perífrasis, ninguna metáfora, ningún sinónimo, ningún sustituto, pues decir nada…es al instante llenar la nada” R. Barthes: El grado cero de la escritura p. 227.
Los venezolanos de hoy nos encontramos en la encrucijada y la incertidumbre. No tenemos seguridad, ni calidad de vida, ni pensamiento de cambio. Solo percibimos la nada, el vacío y el escalofrío como imágenes de vida. Perplejidad y complejidad junto a paradojas se asocian como obstáculos de renovación cultural y emerge la nada. Nada es similar a parálisis, a muerte. Lo vemos en cadáveres insepultos o gente deambulando frente a nosotros con ausente de alegría.
El gobernante y el político tienen su práctica para la nada: “no me interesa saber qué pasa, yo vivo o no vivo y punto.” Simple: no existe interés por lo que nos rodea. Ubique usted esa práctica y pregunte: ¿Qué pasa en Venezuela? Encontrará la nada: “Dios nos mandó esto”, “Tengamos fe.” “Estamos cerca, ya viene.” Si usted milita con algo, seguro responde con esto: ¿cómo es eso de que no sabemos qué pasa en Venezuela?, pero si usted vive en la nada es posible que se cruce de brazos y se ría. La nada es vacía, inatrapable, es un punto para existir: es posible vivir de la nada y recurrir a ella para decir que la vida nació de la nada. Es la imagen de Dios. Vivimos para la nada, nacimos de la nada y nos convertimos en nada. Qué maravilloso truco. De tal manera que no tiene mucho sentido plantearse una existencia trascendente o con fines para un más allá habitado por la nada o para un futuro del cual nunca sabremos nada.
Como vengo de mostrar, es la confianza, el asombro, la diferencia y la libertad los términos que mayormente buscamos para quitar ese origen de nada que es nuestra existencia. Por todos lados buscamos una seguridad que no existe, por eso todo aspirante a dictador (asegurando su dominio) intenta saber por anticipado lo que piensan sus adversarios. Así se da seguridad para controlar oposiciones. Lo terrible es que ese brutal ser cuando hace eso atenta contra la libertad, la autonomía y la democracia. Nada está tan cerca y tan lejos de la libertad como el control de la espontaneidad. Quien es amigo del control se inicia siempre matando la espontaneidad y la creatividad para imponer su visión de libertad. Libertad donde la diversidad, lo plural y el perder el tiempo reflexionando sobre la nada no son vistos por el pichón de dictador como términos importantes para la sociedad. En el mundo y Venezuela la nada llegó para quedarse. Es cruel, pero es la Postmodernidad como estrategia. Ya nada nos asombra, nada nos convoca, nos seduce el robo, la corrupción. Nada nos invita a tomar el cielo por asalto.
El cielo es la nada y a lo mejor es vacío y feo. Pasado y futuro se hicieron nada para decirnos que nada somos y en nada nos convertiremos. No haga planes, viva su nada y renuncie a tener la del otro. Deje a cada cual con su nada, a lo mejor ese sea su gran capital. La nada es contemplar el vuelo de un colibrí. Saque sus conclusiones.