“El maestro dijo: ̋Un caballero debería avergonzarse si sus obras no están a la altura de sus palabras”, Confucio en Analectas. 14:27.
El hoy desaparecido Humberto Eco, quien fue profesor y semiólogo de la Universidad de Padua, en su texto Confesiones de un joven novelista tiene un capítulo sobre las listas donde trata la diferencia entre el mensaje en la pintura y el paisaje con respecto al de las palabras. Según él, el artista tiene mayor libertad que el escritor o el hablante. Esta idea permite leer una imagen opuesta a la belleza para estudiar la estética fea de algunas de nuestras ciudades frente a la ineficacia de sus gobernantes locales. Gobernantes que son artistas de lo feo, lo horrible y lo desagradable en la sociedad. Observemos hoy edificios, casas, calles, plazas públicas y aceras para peatones. ¿Qué se destaca allí? Entre otras representaciones, desprecio al votante, ausencia de responsabilidad, mantenimiento y culto por una mínima calidad de vida. Indica la terrible ignorancia e incapacidad del gobernante junto a su desvergüenza. Uno puede imaginar cómo es su casa, su hogar, la educación de su familia.
Sinvergüenza es quien siendo un funcionario pasa todos los días a pie o con su automóvil sobre huecos, suciedad en las calles y no se inmuta o no reacciona para corregir eso. Incluso llega a decir a sus funcionarios más cercanos: “Me importa un carajo la ciudad” Trujillo es en este sentido una muestra gigantesca de lo feo. Ni siquiera organizar un cierto orden para un mercado de productos comestibles en la calle muestra una idea contraria a esa desagradable estética. Sin nombrar los protocolos de sanidad y limpieza que deberían ser la guía.
Antes, cuando no había información global, el funcionario tenía vergüenza y sentía pena si le llamaban la atención por su ineficacia. Hoy las redes y la televisión deberían educar a ese ser perverso que nos tocó en mala hora ser gobierno. ¿Dónde identificar la fuente de origen? Sin mucho esfuerzo neuronal para mí está la familia y la escuela donde esos pequeños seres obtuvieron sus diplomas. Lo demás vino por contagio de la manada y sus congéneres gobernantes. Otra muestra más de lo inútil y ocaso de esta escuela y esta idea de familia que no ha podido asimilar el clima cultural de la tecno ciencia para mejorar la calidad de vida. Esto explica por qué los vehículos oficiales son para ir a bares y hacer mercado a los amigos del funcionario, explica la sinvergüensura de crear empresas que contratan con el Estado y cuyos accionistas son también sus familiares. Ese sinvergüenza no nació en este proceso, pero antes bastaba una crítica en la radio o una noticia en la prensa y hasta para mantener las apariencias medio reaccionaban. Hoy el sinvergüenza muestra en público su incapacidad y así educa a sus vecinos e hijos. Ese desagradable ser no escucha, no procesa soluciones pues comprendió que todo pasa por decir, ante toda crítica, que son los contrarrevolucionarios y escuálidos que le tiene rabia, envidia, que antes también hubo ladrones, por qué ahora no ha de haber. Saque sus conclusiones.