<La crítica radical de la razón paga un alto precio por su Adiós a la Modernidad> J. Habermas. El discurso filosófico de la modernidad. P. 396.
Usted lee o escucha noticias en las redes sociales y encuentra de todo, pero no siempre circula allí la verdad o lo real. Hay desde informaciones manipulando al lector hasta tutoriales para idioteces. Por supuesto, es la nueva manera de vender un producto donde lo real es que usted compre cada vez que acepte el “me gusta”. La manera de atrapar al consumidor es por medio de su aparato psíquico-emocional. Es la sustitución de lo natural (incluida la visión de lo humano) por lo digital-virtual. Es la Postmodernidad en acción. La idea de lo real o la realidad también desaparece en su visión de los clásicos de la filosofía. Lo real como parte de la realidad pasa a ser una construcción epistemológica. Por supuesto, las masas en eso no están interesadas pues a ellas no les interesa mucho la pregunta: ¿Cómo opera en el cerebro humano el mundo virtual?, o ¿Cómo estas redes sociales les manipulan su conducta?, menos ¿Qué es la verdad? Lo real siempre fue una preocupación de las dictaduras, del socialismo conocido, del fascismo y del nazismo. A esos sistemas le interesaba sobre manera cómo el arte podía reflejar la verdad y lo real en sus obras. De allí que la disidencia, la desobediencia y la protesta de los artistas y pensadores cuando no era reprimida o asesinaban a los sujetos los enviaban a cárceles y destierros. La otra manera de controlarlos era comprando sus lealtades y convirtiendo a escritores y artistas en delatores, sapos pues. En estos tiempos la estrategia de dominio como lo real es vía noticias falsas o vendiendo perfiles de éxito en las redes. La síntesis es como sigue: En un mundo con la existencia dependiendo del mundo virtual y digitalizada, la palabra conciencia (incluso el actual premio Nobel de Física dice no saber qué es eso) con la cual el socialismo manipula la idea de verdad social del humano está retrasada respecto al ser de las cosas conocido como sujeto transformador de lo real. En efecto, cualquier error de la estructura de digitalización (virus, caída del flujo eléctrico, conflictos de intereses, corrupción) genera desastres o efectos que contribuyen a la manipulación del poder a los individuos. Por supuesto y casi por tradición, la conciencia en todas sus versiones es una invitación al humano para que cambie su brújula de sentimientos y afectos a los fines de cambiar su destino que hasta ahora lo marca socialmente: una inmensa desigualdad y una tendencia a la coerción de los otros. Ahora bien y este sería un debate interesante: ¿Cómo proceder en ese sentido contando como herramienta conceptual con algo cuya estructura real se desconoce? La experiencia, como dato por medio del cual se viene midiendo lo real muestra en los socialismos conocidos una memoria de torturas, cárceles, exclusión y destierro par quienes piensan diferente, para los desobedientes y para los disidentes. La razón de los modernos, desde E. Kant, se condujo así: “Lo que concuerda con las condiciones materiales de la experiencia es real” ¿Entonces? Lo real sería algo así como el fin de las utopías, salvo que estas sean virtuales. Es como invitar a pisar tierra, a perder la inocencia. Esta idea junto a esa metafísica de la conciencia resulta interesante. Claro, no faltará quien diga: ¡Y las masas!, ¿quién se ocupará de ellas?’ Saque sus conclusiones.
@CamyZatopec