<No es el amor quien muere, somos nosotros mismos.> Luis Cernuda, poeta mexicano, en O. Paz: Corriente alterna. P. 13.
Hoy vivimos, o medio lo hacemos, un momento donde los criterios y fundamentos de la Modernidad desaparecieron. Es un vacío al que se le agrega la llegada de un virus matador de humanos en la tierra. Enfermedad de la Modernidad y pandemia por el virus andan juntos para decirnos que la era del vacío no es metafórica, es real. La sociedad de bienestar, libre, tolerante y del trabajo ha sido agujereada en sus bases pensadas sólidas y en ella los conceptos de lo humano, humanidad y humanitario deben ser repensados. En ese repensar me reconozco en la ética y ubico el vacío en el nihilismo del proyecto de la Ilustración atrapado por Nietzsche en la frase <Dios ha muerto>. El otro componente, el virus Covid19, es uno de los productos de una práctica científica donde la ética es <Todo vale>, y allí se hablaría de un accidente, un error o cualquier explicación. Sabemos así de los límites del culto ciego al progreso, al desarrollo y a una fraternidad mundial inexistente. En este escenario nace la posibilidad de una nueva axiología (teoría de los valores) a los fines de preguntar de nuevo: ¿Dónde estarían los sujetos sociales con capacidad para crear una nueva ética? En la práctica, ¿cómo ejecutar la fuerza de esa ética como para reconstruir la idea de felicidad y de bienestar común? Se sabe que la ética de la Modernidad se vació de contenidos porque sus sujetos andaban con otros fines, otros proyectos y la corrupción, su idea de educación y escuela, como su perfil democrático eran nihilistas. Hoy el escenario cultural, de consumo, de la publicidad, del fin del trabajo y de la era del robot muestra un camino complejo, híbrido, violento y dominado por la mentira política. Allí la palabra seguridad no nos dice nada. ¿Cómo responder coherentemente? Si separamos lo que no se ha hecho esa idea de vacío se verá nublada e inexistente. Pues el mismo J. Habermas apuesta por mejorar la Modernidad en responsabilidad, comunicación, estética de sí mismo (culto al cuerpo sano en mente sana) y tradiciones culturales. La conclusión es obvia: en nuestra caja de herramientas es necesario renovar instrumentos, pues en la Modernidad política no están los sujetos de una nueva ética. Los proyectos conocidos: Capitalismo salvaje (China), Socialismo estalinista-castrista, Estado asistencialista y regalador de recursos, democracias tuteladas, fundamentalismos religiosos (Irán) han fracasado en esa lectura de la modernidad de fraternidad, igualdad y libertad. Toda la axiología de tolerancia, respeto por las ideas del otro, respeto al derecho humano de disentir, libertad de negocios y producción; entre otros, entraron en un vacío y la respuestas a ciertas preguntas: ¿Cómo me afecta una ley?, o ¿Por qué esa norma interfiere en la educación de mis hijos?, generaron cárcel, destierro, tortura o muerte a quienes las formularon. Una nueva ética no admite resignación, ni autoritarismos, incluso las visiones religiosas entran en esa creación. Pensemos en Emmanuel Levinas cuando dijo: “La Biblia es el libro de libros donde se dicen las cosas primeras. Aquellas que deberían ser dichas para que la vida humana tenga sentido.” En síntesis, una nueva ética que nos dicte modelos de comportamiento, sin ser un adoctrinamiento, para convivir. No será un relato intelectual para coger palco. Está pensada para evaluar los efectos de acciones humanas alimentadoras del nihilismo que amenaza con destruir el proyecto de la Modernidad. Saque sus conclusiones.
@CamyZatopec