<He pensado en suicidarme pero creo que no lo necesito. En cualquier momento el tiempo me suicida>Jorge Luis Borges.
<Cuando nos hemos convencido del desastre que representa el nacimiento, toda espera es una espera sin objeto> Cioran, en Ejercicios de admiración, 2000: 99.
Sobre la temática en curso fijé hace 10 años en una conferencia del Instituto José Witremundo Torrealba del NURR algunas ideas: No existía esta sintomatología social definida por violencia, pobreza y miseria. La reflexión sobre esos aspectos se expresa hoy más en números que en teorías. Soy amigo de tratar esos aspectos en su genealogía y rasgos culturales y así los expongo brevemente. Pienso que la violencia es consustancial al hombre y se expresa como problema de salud pública, religioso, policial y político. No es generalizable porque su semiótica es particular, plural y diversa. Incluso la literatura, la biología, la antropología, la filosofía y la teología tienen su propio discurso También el aparato represivo-ideológico configura, desde el gobierno, un discurso donde su legitimación es aliada de la voluntad de poder. Una constante es que la violencia no es aliada de la tolerancia y la ciudadanía. Sin perecer en el intento cualquier simpleza sobre esta temática es ajena a la reflexión profunda. La cultura postmoderna nos muestra a seres humanos con un discurso en su cuerpo afectando su estado natural: tatuajes, aretes, pinturas, rostros y partes del cuerpo modificados, peinados con colores, autoestima, o modas. Esa complejidad tiene respuestas desde el discurso médico: estrés, soledad, autodestrucción, suicidario. Ahora bien, ¿explican esos términos el asunto? Sería interesante hacer regresar al suicidado, pero las palabras muerte o no volverá son definitorias en su negación al respecto. Un estudiante de maestría o doctorado que tenga como objeto de estudio a una persona amiga de la soledad y quien luego se suicida pierde su sujeto de tesis. Pues ¿con qué seguirá investigando? C. Pavese terminó suicidándose y dejó textos donde padecer era una palabra más importante que hacer. Cioran escribió sobre el suicidio, pero murió de muerte natural. Sociólogos de otoño identifican violencia y suicidio como un asunto de pobreza, pero millonarios y hombres con calificación académica se han suicidado o son violentos. ¡Entonces! Platón en Fedón y Leyes dice que quien se quita la vida voluntariamente o mata a alguien debe ser enterrado sin gloria, sin nombre y que es un acto de cobardía. Aristóteles, su alumno, en ética a Nicomedes definió al suicida como un cobarde que huye de la pobreza y del dolor. En cuanto a la violencia, las investigaciones de Lorenz vinculan ese acto con agresión y pelea por territorio, alimento o posibilidad de reproducción. Sus sujetos de estudio fueron gansos salvajes y lobos. En los humanos la temática es plural, diversa y de variada semiótica. Por ello la gramática del suicidio y la violencia donde mejor se asimila es desde los textos literarios. Hablar de baba sangrienta o cortes del cuerpo o tortura en cárceles es casi un acto pornográfico y quizás por eso sea tan atractiva la noticia amarillista. Pero ojo, de eso no me ocupo en el análisis. Investigo esa temática para comprenderme. A lo mejor el tiempo no lo permitirá, pero me seduce hacerlo. Saque sus conclusiones.
@CamyZatopec