<El mito es el sistema último de referencia a partir del cual la historia se comprende> Luis Garagalza, citando a Durand, en La interpretación de los símbolos. 1990:99.
Intentaré en este Tópico fijar una reflexión sobre la noción de norma que circula en una sociedad como la venezolana. En otros trabajos académicos he tratado con mayor profundidad teórica ese aspecto con respecto a la idea de verdad y saber. La orientación investigativa se la debo a los trabajos de Michel Foucault, sobre todo en sus concurridas conferencias en El Colegio de Francia y en textos como Vigilar y Castigar e Historia de Locura. Vivimos en el SigloXXI y aun la imagen que tenemos de una persona loca es la de alguien que no sigue normas establecidas. Cierta mitología recorre la noción de norma cuando se le presupone cierta fuerza para que el humano cumplidor de ella sea el modelo a seguir. Foucault fijó su archivo investigativo en 1769. Su reflexión partió preguntando esto: ¿Cómo la acción de las normas en la vida de los hombres determina el tipo de sociedad que ellos producen y reproducen como sujetos sociales? Ubiquémonos por un momento en la propaganda política situando el discurso Constituyente y Constitucional como punto de partida de la doctrina normativa a ser cumplida por toda la sociedad. Allí la mitología sitúa las correcciones a errores que impiden tener una mejor sociedad con mejores sujetos. Aclarando: Las normas están escritas o fundadas sobre modelos jurídicos. El modelo responde a un discurso de verdad, pues se presume que sus enunciados son demostrables. Para eso el dónde, qué y cómo son las guías para decir si algo puede ser permitido o prohibido. Es decir cuándo se excluye, y lo más preciso: ¿desde cuál lugar del mundo político, religioso, militar, académico o científico algo es permitido o negado? Dejo suspendido el asunto de ¿quién cumple la norma? y ¿quién la incumple? Las voces del juez y del inculpado no ocupan siempre el mismo lugar, pues el qué, cómo, dónde y cuándo, si bien regulan la conducta humana, posiblemente ignoren un dispositivo de control de decisiones que está sobre esos discursos: es el poder. Y es allí donde es interesante el asunto de los sectores involucrados en la norma, pues los estrechamente ligados al poder, aun sin saber qué es eso, deciden aunque el discurso constitucional y legal sea violentado. Por eso hablé antes de mitología. La norma es entonces una malla, una red que permite al poder decidir qué la atraviesa y qué no. Sea usted profesor, general, juez, diputado, o no importa qué hace, siempre se le hablará de normas, pero no de quién tomará la decisión final en casos de conflictos de intereses. Vigilar y castigar es la herencia que muchos añoran de tiempos del oscurantismo frente a este clima cultural complejo denominado postmoderno. En esos tiempos el poder era visible u oculto en función de grupos de presión, hoy la idea de poder tiene un aliado clave: el desarrollo tecnológico y como tal se adapta a la era digital. Pero no se engañe, está ahí como dicen los creyentes que siempre está Dios o el Demonio. La norma se mueve entre aceptación o exclusión, entre reconocimiento y negación, pero su mayor vínculo es con las relaciones de poder. Sin identificar las relaciones de poder la política y las decisiones caen en el campo de la mitología. Por ello educar a una sociedad es un aspecto normativo donde la verdad no existe, sino que es un proceso de construcción. Saque sus conclusiones.
Por Camilo Perdomo
@CamyZatopec