<El buitre está tan sometido a la gula, que recorrería mil millas para comer carroña; es por esto por lo que sigue a los ejércitos> Leonardo da Vinci, en Alegorías, pensamientos y profecías. 2010: 27.
En Venezuela es común denominar artista a quien trabaja en telenovelas o canta cualquier canción. No es el caso del Leonardo aquí referido. Existe sobre este genio, pintor, ingeniero y matemático abundante bibliografía para variados escritos. El Tópico tratará sola mente sobre su método de conocimiento. Me apoyaré para ello en una parte de la obra referida a ese aspecto en Karl Jaspers: Leonardo como filósofo. Es importante, en mi opinión, que el aparato escolar venezolano pudiera incorporar en sus contenidos una lectura de ese método. El mismo es sencillo desde una visión del humano como un ser universal que todo lo puede y sabe. También Nietzsche definió al hombre como el que todo lo mide. En este sentido Leonardo privilegia dos órganos del cuerpo humano para conocer: los ojos y las manos. En esa idea construye su gramática cognoscitiva, pues conocer un objeto es hacerlo visible y si éste se conoce entonces tiene que ser reproducido por las manos. La máxima confianza se otorga a la vista, pues según él ella engaña menos que los otros sentidos y refleja todas las obras bellas de la naturaleza. Los ojos son entonces sometidos o dominados por la belleza del mundo. Su intuición de que todo cuerpo tiene un alma lo llevó a privilegiar lo que sus ojos vieron para decir que el cuerpo es la cárcel de ella. Hoy pudiéramos decir que su alma se espantaría de toda la barbarie que ven sus ojos. Privilegiando la mano construye sus metáforas del conocimiento e imaginó que ellas pensaban sin utilizar palabras cuando se movía reflejando lo que sus ojos percibían. En este sentido Leonardo no utilizó nociones ni conceptos como instrumentos del conocimiento, algo que muchos estudiantes de estudios generales perciben como obstáculos. Esa bella intuición para conocer por intermedio de líneas de dibujos de la naturaleza, del cuerpo humano con sus órganos y de animales como el caballo en la construcción de un conocimiento visual lo convirtió en un genio. Vincular vista con mano no fue en él una actividad mecánica, sino contemplativa para que su espíritu captara toda la excitación de su espíritu. Diremos hoy que no es solamente ver, sino mirar contemplando con atención y reflexión. Por ello interesa, en mi opinión, para repensar la educación del humano. Que el niño registre lo mirado, no tanto desde la palabra sino desde la imagen que su ojo le transmite a la mano. Que ese ser le dé importancia a la línea, al color. Es lo que G. Bachelard denominó ensoñación en la otra mirada. Conocer es así, desde Leonardo, un mismo momento del ver y el hacer. Ojo y mano son el intelecto para atrapar lo real de la realidad captada como algo más que una cámara digital. Reflexionando desde Venezuela: ¿Cuántos funcionarios con alta responsabilidad usan el ojo y la mano en sus actividades cognoscitivas? ¿Observan cuando miran, si es que saben mirar, dónde están los obstáculos de su ineficiencia? Por ejemplo, pasan por una calle con botes de basura, de aguas servidas o potables, ¿miran y corrigen? Pienso, desde el afuera, que su responsabilidad es limitada si la sociedad como familia y escuela, no los preparó para ello. Tienen ojos y manos, pero su uso para el bien común o el arte les es desconocido. Cuando visité el Museo Louvre (Paris) y observé La Gioconda de Leonardo, comprendí mejor la obra de Leonardo desde el texto de Jaspers, del privilegio del ojo y de la mano. Saque sus conclusiones.