<Si alguna vez un ángel nos hablara de su filosofía, creo que algunas frases serían como 2 por 2 son 13> Lichtenberg, en Teodoro Adorno: Sobre la Metacrítica de la Teoría del Conocimiento. P.57.
El invitado al Tópico es P. Sloterdijk y su texto Crítica de la razón cínica, aparecido en Alemania en 1983. Trata una idea clave: “el saber no es suficiente para erradicar el mal”. Desde juicios a los nazis y los trabajos de H. Arendt los discursos de los acusados están centrados así: “Seguía órdenes superiores, Yo no sabía lo que estaba haciendo, de no cumplir esas órdenes me afectaban en mi trabajo” Tenían coherencia pues fueron educados y preparados para ello. También ese autor define el humanismo como una gran empresa de domesticación del hombre por el hombre, pero ahora no trataré eso. En consecuencia el mal está en la ignorancia y en ese “no sabía lo que hacía.” Para confrontarlo, Sloterdijk propone la risa, el humor, la ironía, la inventiva. Si revisamos hábitos repetitivos del autoritarismo, en cualquiera de sus formas: militar, religioso, cultural, político, aparece la censura, la exclusión, el destierro y la prohibición de aquello para reír y para desnudar el poder. Documentos de líderes del totalitarismo como Hitler y Stalin, ambos defensores del socialismo, utilizaron la prohibición de no permitir películas de Chaplin, curiosamente un defensor del comunismo. En la Venezuela de otros tiempos y de la actual, las prohibiciones del humor y a humoristas críticos no es una excepción. Palizas a periodistas del humor o cierre de periódicos están bien documentadas. El objetivo de ese mal, supuesto ignorante, es perseguir la libertad, la justicia y producir leyes del control de la crítica a cualquier disidencia. Si se revisan documentos de uno de los autoritarios mejor promovidos por los mass-media, Fidel Castro, encontraremos un signo de su asesoría: “permitan la crítica, pero no dejen que se organice.” Es como si los totalitarismos fuesen una doctrina universal del ignorante. La risa y la ironía son la sola respuesta que tengo frente a personas diciendo esto: “El socialismo verdadero no ha llegado, esto que tenemos no es socialismo.” Solo la razón cínica puede responder por mí, y de allí por qué cito a Sloterdijk. Él, recordando a Platón y Buda los considera epidemiólogos del espíritu, al reconocer en los discursos de ellos la Doxa y la peste donde no se muere pero se envenena a comunidades enteras. Esta idea es interesante si la relacionamos con hábitos que niegan la libertad, pues con esa práctica se envenena el espíritu. Cambiar de hábitos nos conduce por senderos de éticas donde el yo de cada quien tendría también que permitir el yo del otro, es decir la diversidad y la pluralidad de conductas del bien o de lo contrario carecen de eticidad. Cuando se invita a compartir un proyecto posiblemente la intención del invitador no muestre el paquete de tal envenenamiento, o no se tenga a la mano el epidemiólogo del espíritu a la mano para vacunarse. Sospechar es una herramienta prudente, y populismos como oportunismos en sospecha frente a propuestas de libertad. Ese discurso repetitivo del liberalismo como causa de males sociales es el taparrabo de esos envenenadores para ocultar su intención de negar la justicia y promover hábitos negadores de libertad. Otro signo fácil de encontrar en esta razón cínica circula con otra muletilla: “no he tenido tiempo de leer ese texto.” ¡Oh! Vital cambiar hábitos autoritarios y construir una moral superior contra la catástrofe del mal de la ignorancia. Saque sus conclusiones.
@CamyZatopec