<Primera.-Yo no ataco más que a las cosas victoriosas, y si no fueran, esperaría a que lo fuesen para atacarlas> F. Nietzsche. Conclusiones, en Ecce Hommo. Prólogo. VII.
Será un breve discurso sobre la palabra conciencia. Veamos: 1-La conciencia es un fenómeno (lo que aparece), es un misterio, una incertidumbre para pensar adecuadamente. 2-No es un método que convierte lo inexplicable en un parte del material donde trabaja el discurso científico-racional. 3-El término conciencia sigue manejándose desde el dualismo de R. Descartes (Siglo VII) entre un mundo de la mente y un mundo físico. Allí el ser humano estaría compuesto por sustancias cualitativamente distintas entre sí: su cuerpo (res extensa) válido para la ciencia y mecánica de ese tiempo, y su (res cogitaus) o lo inmaterial. En Descartes ambas sustancias interactuaban en un lugar específico del cerebro: La glándula Pineal. 4-La idea anterior, luego de 14 siglos, tiene aún seguidores en filósofos, psicólogos, religiosos (la glándula pineal sería donde Dios define el bien o el mal). 5- A la luz de investigaciones donde trabajan las neuronas en el cerebro, existen obstáculos para dar cuenta con exactitud de la dinámica de aquellos procesos cognitivos o mentales vinculados con la palabra conciencia. En este sentido vale debatir esas 5 referencias y admitir como válido que la glándula Pineal no explica algo dentro del cerebro como fenómeno de contenidos de lo conciente y devenidos conscientes: bien, mal, correcto, incorrecto, deseable, y otros. Hoy hay abundante bibliografía al respecto. Uno de ellos la de Dennett (1991), ver La conciencia explicada. Según este investigador, en Descartes existirían dos lecturas: un materialismo cartesiano y un teatro cartesiano. Lo último como metáfora, pues ese dualismo no confirma que dentro del cerebro tengamos un Homúnculo (pequeño ser sin cuerpo, sin sexo, y dotado de un poder sobrenatural), que los brujos pretenden crear en el cerebro. No admite un lugar para criterios únicos de contenidos devenidos conscientes. Algo de diversidad, perplejidad, complejidad, arbitrariedad e incertidumbre domina (desde el lenguaje) a los contenidos procesados en el cerebro. Una conclusión se impone: La conciencia (sería el conocimiento presupuesto al humano para comprender su existencia. Mientras que lo consciente es el nivel de la estructura de la personalidad para ser conciente de los fenómenos psíquicos) Dennett, ubica estas constataciones en una Teoría de las verdades múltiples. Como podemos observar, cuando alguien nos dice: <Usted no tiene conciencia social, eso es falta de conciencia, o usted está consciente de lo que afirma>, a lo mejor no sabe lo que nos dice, pero presupone que somos sujetos descolocados en la sensibilidad. Desconocemos la importancia de la Neurociencia en la formación de educadores a los fines de tener mejores ciudadanos. Pareciera que ahora cuenta más la parte metafórica del cerebro, es decir la emotiva y no la racional. A ese debate le agrego un autor olvidado: el rumano R. Barthes: <…lo que las cosas sean (Vale decir, personas, estados, sucesos,) también dependen de la capacidad codificadora del lenguaje>, en Antonio Penedo Pico. La pregunta por el lenguaje, en Barthes. Revista Quimera, No. 196. Barcelona. Octubre 2000. Tenemos así material semiótico interesante para acercarse a la reflexión anterior. El cerebro es un mundo inexplorado por el cuerpo donde habita, un obstáculo en ello es la desnutrición temprana, la educación con objetivos de razón y la ausencia de responsabilidad de las sociedades. Que hoy en una escuela un fin de curso sea para reproducir a los raperos mal hablados y destrozadores del lenguaje no es más que la constatación de lo que vengo de afirmar. El daño es mayor que el de cualquier narcótico. Saque sus conclusiones.