“La educación tiene que orientarse hacia el futuro, hacia lo que el hombre aspira a ser y no hacia lo que él ha sido” E: Kant. Reflexiones sobre la educación.
Las ideas que siguen son el resultado de investigaciones discursivas que hago desde las colas y la crisis que vivimos.
De ellas he aprendido que tenemos una sociedad anómica, tal como E. Durkhein la describe en su texto sobre el suicidio. De manera simple, querer la sociedad, según este autor, es querer algo que nos sobrepase, pero al mismo tiempo es querernos a nosotros mismos. Es aquí donde los datos venezolanos no cuadran, pues las colas son la negación de cariño, respeto por el otro, justicia y dignidad; todos componentes de una sociedad de bienestar. De sus estudios sobre el suicidio se deduce que la anomia aparece cuando las reglas tradicionales pierden su autoridad, pero a su vez frente a ese síntoma aparece en la sociedad un desastre económico donde los individuos son expulsados, una situación inferior a la que tenían antes y aparece en algunos estratos sociales repentinas riquezas y poder. El resultado es que toda la estructura social queda resentida y averiada.
Suicidarse es un signo presente en los individuos, pero a su vez esa idea los obliga a disciplinarse y a obedecer como un freno donde todo se hace insoportable. Entre nosotros colas para cualquier actividad, pobreza extrema, incertidumbre, bachaqueo y conductas deshonestas en algunos individuos nos dice que el régimen de satisfacción de necesidades cambió en un sentido de atraso para algunos y de bienestar para otros. No existe así una clave de lo que es una sociedad equilibrada, equitativa y justa, salvo en las prácticas discursivas del poder desde el gobierno.
No hay socialismo, salvo en la verborrea oficial. Para lograr tal cosa se necesita una nueva manera de educar, pero ¿quién educará a los educadores, como se preguntó en su tiempo Kant? Con la actual estructura educativa que se modificó en estos 20 años no se logra eso y allí están los signos de ella para decir que su avería es bien seria. El Estado, figura teórica para ese equilibrio no existe, es un aparato transgresor de su propia normativa. Basta con analizar sus aparatos represivos: policía, ejército, cuerpos de seguridad, sapos de turno y otros en la contribución a la anomia en la crisis del combustible y los alimentos. Por todas partes estamos rodeados de la idea del gendarme necesario y eso nos dice que no hemos avanzado mucho. Privilegiamos a miembros de esos aparatos represivos para tapar la huella del burócrata incapaz de dar soluciones hasta a problemas típicos de la basura urbana. Una simple distribución de alimentos en una autodenominada comunidad, que en verdad es un saco de grillos, se convierte en un problema complejo en la era digital. Superar este ambiente de anomia pareciera un real problema sociológico y educativo entre nosotros. En la familia, primer nivel de moralidad y ética a ser reforzado por la escuela no se observan muchos avances en ese sentido. Saque sus conclusiones.