<…así es que los individuos se horrorizan ahora frente a la existencia, porque fueron abandonados por Dios, y solo se atreven a vivir en empresas colectivas, agrupándose en masas, para poder ser algo>
T. Adorno en Kierkegaard: Constitución de la interioridad, 1966: 49.
El hombre postmoderno sabe ya que la palabra cambio dentro de la variedad de capitalismos no existe si antes no se apoya en la palabra consumo. Luego el mundo de hoy cuando tiene algún sentido es por vía de las palabras. El capitalismo, de todos los colores, tiene su propia gramática y sus sentidos los va mostrando en la medida en que mercancías, valores y consumo se asocian con clientes y producción. Pero hay resistencias, hay protestas no todo es consumo y capital, gritan los ilusos. Y sueltan una lista de autores y libros pretendiendo afirmar que sí puede existir otro modo de producción, caso de los marxismos por ejemplo y en todos sus colores. Como las palabras no son neutras ni diamantes en bruto, salvo para la poesía y la literatura; parece sensato referirse al cambio desde las distintas y difusas experiencias sociales. En este sentido cualquier propuesta teórica en el mundo de la política, la religión, la economía, la educación y lo humano (más ahora con la pandemia) amerita definir ideas, nociones y conceptos. Esto porque si bien en un tiempo fueron oportunos y frescos, hoy como todo lo real y natural son viejos y cambiaron de sentido. Hablemos desde la Internet y ubicaremos bien ese envejecimiento para no nombrar lo rancio de algunas propuestas. Por todas las redes usted encontrará que la palabra valor, valores y comunidad están asociadas con negocios, capital social y emprendimiento. Aunque H. Maturana propone separar comunidades de negocios de comunidades de afectos. También E. Morin cuando giró de la sociología de ideas a la biología del conocimiento y la educación polarizó tecnología, ciencia y capitalismo. Hoy esa polarización es difusa pues sin capital, monetario y social, no hay comunidad de negocios ni calidad de vida. El tema es ¿qué ocurre con la palabra cultura? ¿mantendrá los mismos mitos y referencias históricas? La Web demuestra una cotidianidad brutal: comercio, negocios e interacciones personales viajan por medio de satélites por todo el mundo y nos dicen que la venta de productos, entre ellos el conocimiento, obedece a intereses bien definidos. A toda esta mercancía no escapa tampoco la política y el poder. Como vemos, las palabras mercado y mercancía ya no tienen espacios materiales sino imaginarios donde ideas y experiencias junto con los aprendizajes respectivos constituyen otra idea de comunidad. Por supuesto, la vieja idea de comunidad asociada a reflejos marxistas o cristianos son hoy viejos frente a la idea de lista de productos de cualquier empresa o marca. Por eso los buscadores por palabras claves, tutoriales o chats no son esa vieja comunidad, sino compartimentos de intereses y necesidades de comunicación. Clave entonces del envejecimiento de la idea de comunidad de la modernidad tiene que explicarse desde un residuo social de esta cultura postmoderna: la ausencia de seguridad donde cada quien se cuida del vecino o cuando se ocupa de ello es por vía de los chats. Este fenómeno incluso muestra la dificultad de conocer a nuestros interlocutores virtuales, y allí lo importante pudiera ser no tanto el valor de lo averiguado sino la utilidad de la información que circula, donde la idea de verdad pudiera no existir y por eso se habla de noticias fake. Saque sus conclusiones.
@CamyZatopec