<Respuesta breve: ¿Qué es la muerte? La última estrategia de defensa de la vida. José M. Redon, en El libro de las preguntas desconcertantes, 1999: 161.>
Los venezolanos carecemos de cierta formación política como para distinguir los conceptos de gobierno y Estado. Apenas tenemos débiles nociones y lugares comunes sin ninguna reflexión. Situando el Tópico en el llamado Socialismo Bolivariano o cualquier otro adjetivo similar puede afirmarse, luego de 22 años, que la estrategia aplicada fue fusionar en una idea única de partido-gobierno cualquier idea de Estado. Así quedó aislada todo cuerpo institucional y constitucional o de equilibrio entre factores en conflicto. La noción tipo pastiche postmoderno promovió la fusión de lo cívico con lo militar como vehículo de fuerza para intervenir en las decisiones políticas. Se produjo lo que por naturaleza de fuerza y poder tenía que darse: la parte militar opacó lo civil, con todas las consecuencias ventajosas que eso acarrea. Otra carencia a incorporar en esta reflexión es la ausencia de un pensamiento alternativo con suficientes idea fuerza como para disputar el poder por parte de quienes se asumen disidentes o políticos críticos. Aquí las prácticas no superan a chismes y corrillos para seguir reproduciendo la leyenda urbana donde la IV República sucumbió ante el accidente histórico del indulto a golpistas contra la Constitución de 1961 por parte de Rafael Caldera. Si esto se admite por la crisis que vivimos, entonces hace falta actualizar el concepto de Estado y para ello distinguiremos el modelo político que tenemos. Veamos: Objetivo central de ese modelo es la reproducción del poder donde tener cualidades morales y buen sentido en políticas públicas es secundario como estrategia política. Busque usted declaraciones de sus dirigentes y constatará esta afirmación. En el lado de la denominada oposición también se da esta estrategia, solo que no tienen el gobierno central. Mirando de cerca las diferencias políticas y las relaciones de fuerza en conflicto se confirman algunas ideas del difunto José Stalin en su práctica de eliminar (poco importan los medios) cualquier disidencia organizada. Al denominado por los adulantes de entonces en Rusia, Padrecito, no le interesó nunca la renovación de ideas sino ejecutar tareas a los fines de promover su estilo de mando o culto a su personalidad. En ese tareísmo importó mucho acabar con dueños de medios de producción para ser sustituidos por miembros de su partido, pero no cualquiera sino los de su entera confianza la cual era confirmada en informes de espionaje y delación de su aparato represivo. En resumen, para Stalin el Estado era él y así se lo hizo entender a quienes se le opusieron. Por ello fue necesario, en esa práctica de gobierno, someter a todos los aparatos de justicia y distribución de comida o vivienda por medio de un carnet de lealtad al partido, que también era él. Cuando se quería justificar cualquier crimen contra la disidencia su respuesta era cruda: <Se hizo por razón de Estado>. Con el tiempo desde 1917 hasta hoy, esas ideas se copiaron desde la izquierda y movimientos sociales predicadores de derechos hasta la socialdemocracia con sus matices respectivos para llegar hoy a la perdida de libertades y derechos frente a instituciones controladas desde esa fusión de partido-gobierno-Estado. Irónicamente llega el virus chino y de nuevo emerge la necesidad de reivindicar al individuo y sus nuevas formas de relacionarse en sociedad. Lo que no sabemos es si esta idea de Estado interventor nos da garantías de eficiencia como para seguir pensando que sin democracia y libertad apenas somos datos numéricos para ir a votar sin poder elegir a los más aptos. Saque sus conclusiones.
@CamyZatopec