El intelectual venezolano Arturo Uslar Pietri (1906-2001) tenía un programa dominical en televisión titulado: ‘Valores Humanos’ que era muy educativo. Durante años en el inicio del programa ponía ‘Las Cuatro Estaciones’ del compositor italiano Antonio Vivaldi (aprox. 1675-1741), pero luego ya no la ponía y la cambió por un fragmento de la famosa pieza musical: ‘Carmina Burana’ del compositor alemán Carl Orff (1895-1982).
Probablemente la lectora o lector recuerde la famosa película británico-estadounidense de terror titulada: ‘La Profecía’ estrenada en 1976, del director de cine estadounidense Richard Donner (1930-2021). Para esa película, el compositor estadounidense Jerry Goldsmith (1929-2004) utilizó la tonada musical de un fragmento de Carmina Burana, aunque le puso una letra muy distinta que nombraba a Satanás cada vez que está a punto de realizar algo terrible en la película.
Confieso que Carmina Burana es una de mis obras favoritas. Se basa en una colección de poemas en latín, alemán antiguo y francés antiguo, en un códice latino del siglo XIII de un monasterio Benedictino de Baviera (Alemania), publicado en 1847. Posteriormente Carl Orff compuso una Cantata escenificada para Coro, orquesta y solistas, que se estrenó el 8 de Junio de 1937. La ‘Introducción’ se titula: ‘Fortuna imperatrix mundi’, y es un himno a la manera en que la suerte (fortuna) domina en el mundo. Es decir, la volubilidad de la suerte de las personas en sus vidas particulares.
Pero es interesante que reproduzcamos literalmente fragmentos de esa mencionada Introducción: “Oh, Fortuna, como la luna de estado variable, que ya creces o ya decreces; vida detestable a veces con maltratos y otras veces con lisonjas, juegas con las mentes, la indigencia, la potencia derrites cual el hielo. Suerte vana despiadada, rueda que no cesa, estado incierto, salud vana siempre amenazada. A oscuras y velada contra mí luchas (…) todo gozo, toda fuerza me es contrario, el doliente, el indigente siempre es un esclavo (…) Heridas de la Fortuna con lágrimas deploro pues ella, la rebelde, sus dones me ha robado, no en vano está escrito, ‘a poblada frente suele seguir luego una ocasión calva’. De Fortuna en el trono sentábame orgulloso, de variada riqueza y coronado de flores; pues con ese ornato feliz y venturoso, caí desde la cima y de mi gloria privado. Gira la Fortuna: desciende aminorado; mientras otro sube; hasta lo más alto. Si tú en el pináculo reinas, ¡Ten cuidado!, lee bajo la rueda: “Hécuba reina”.
Para aclarar algunos puntos a la lectora o lector sobre estos fragmentos, es menester decir que “una poblada frente” se refiere a una cabeza con abundante pelo, y que en la literatura universal: “una ocasión calva” (sin pelo) se refiere a una situación precaria o desdichada en la vida. También es preciso aclarar al lector que ‘Hécuba’ es la forma latina de ‘Hécabe’. En la mitología griega, y más específicamente en la Ilíada, Hécabe es la esposa principal de Príamo, rey de Troya. La figura majestuosa de Hécabe siempre aparece asociada a los infortunios, las desgracias y las venganzas. Veamos a continuación la explicación.
En la antigua mitología griega ‘Tique’ representaba la casualidad, la suerte (buena o mala), los caprichos del destino, y en su forma divinizada era una mujer que luego los antiguos romanos llamaron ‘Fortuna’.
Los antiguos griegos estaban muy conscientes de que cualquier humano puede sufrir los embates de una mala Tique de la manera más inesperada. Por ejemplo, podemos recordar al gran dramaturgo griego Eurípides (aprox. 480-406 A. de C.) y su tragedia ‘Las Troyanas’. Hécuba era esposa de Príamo y era reina de Troya, hasta que los griegos aqueos conquistan la ciudadela y la convierten en esclava. En una parte de la tragedia Hécuba dice: “Un mortal que se regocije porque piense que su prosperidad es segura, es un tonto, porque la fortuna – como un demente – salta de un lado a otro, y nadie tiene siempre buena suerte sin cambios” (línea 1204).
En muchas de las antiguas monedas romanas se representaba a la diosa Fortuna. Ella tenía en una mano una cornucopia y en la otra mano tenía un timón. Esa diosa era bella, vestía una túnica y siempre esbozaba una sonrisa tímida. En la mitología romana, originalmente era asociada con la fertilidad agrícola, pero luego fue asociada también con el dinero, el triunfo, el amor y la salud. La cornucopia simbolizaba su poder para prodigar beneficios, pero el timón tenía un simbolismo más siniestro: Su poder para cambiar repentinamente los destinos humanos. Así, ella podía conceder favores, pero de repente podía girar el timón y mientras mantenía imperturbable su sonrisa, observaba a una persona asfixiándose al tragarse una espina de pescado, o veía a miles de personas siendo sepultadas durante un terremoto.
Más recientemente muchos otros autores también han señalado lo vulnerable que es el humano. Recordemos por ejemplo al escritor español Miguel de Cervantes (1547-1616), que en la ‘Segunda Parte de Don Quijote’ (1615) presenta a Sancho Panza diciendo: “He oído decir que esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo ciega, y así, no ve lo que hace, ni sabe a quién derriba, ni a quien ensalza” (Cap. LXVI).
En verdad la suerte es cambiante y cuando menos lo esperamos podemos sufrir un percance o tenemos que afrontar una situación difícil. En efecto, la mayoría de las personas anhela tener una vida sosegada, sin desdichas ni contratiempos. No obstante, resulta demasiado obvio que ese anhelo muy difícilmente es satisfecho en la realidad, porque todas las personas, unas más otras menos, ineludiblemente tienen que confrontar contratiempos y problemas inesperados.
El filósofo estoico romano Séneca (4 A.C. – 65 D.C.) en todos sus escritos alerta sobre la fragilidad del ser humano ante esa caprichosa diosa. Así, en su notable ensayo: ‘Consolación a Marcia’ dice: “¿Qué es un hombre?. Un recipiente que el menor golpe o la menor agitación puede romper (…) un cuerpo débil y frágil, desnudo, indefenso en su estado natural (…) expuesto a todas las afrentas de Fortuna” (IX. 5).
El filósofo romano Cicerón (106-43 A. de C.) planteó la importancia de prever continuamente posibles desdichas. En el año 45 A. de C. confrontó varias desgracias personales, ya que su hija Tulia falleció en febrero de ese año, y además tuvo que alejarse de la vida política por ser adversario de la dictadura de Julio César (100-44 A. de C.). Cicerón se refugió en su Villa en Tusculum y escribió sus famosas ‘Discusiones Tusculanas’ (44 A. de C.), en las cuales trata la manera de confrontar las desgracias en la vida. En el Libro III, Parte III, siguiendo a los estoicos, plantea la importancia de premeditar las posibles desdichas futuras (praemeditatio futurorum malorum) con el fin de que cuando ocurran, nos afecten mucho menos que si nos ocurren de manera imprevista.
Entre otros autores Cicerón cita al comediógrafo latino Terencio (aprox. 185-159 A. de C.) en cuya obra ‘Formión’ el personaje Demifón dice: “Todos los hombres, en el momento en que las cosas les son más favorables, tendrían que considerar cómo habrán de soportar las adversidades, los peligros, los daños, los destierros. Quienquiera que viaje debe figurarse encontrar a su regreso el delito del hijo, o la muerte de la mujer, o la enfermedad de la hija. Y al juzgar que todo esto es común y posible, al ánimo nada le toma desprevenido” (Acto II, Escena I)
En la vida podemos sufrir percances personales y calamidades mundiales imprevistas como la epidemia del Covid-19, que nadie tuvo la capacidad de vislumbrar en sus detalles y magnitud. Pero ahora muchos epidemiólogos ya han alertado sobre la posibilidad de futuras pandemias iguales o peores. Asimismo, en el planeta se vislumbran escenarios muy preocupantes de ecocidio planetario y recalentamiento atmosférico, creciente pobreza, sequías, hambrunas, migraciones masivas, conflictos bélicos mundiales de grandes proporciones, etc.
El extraordinario biólogo británico J.B.S. Haldane (1892-1964) dijo en una ocasión: “Mi sospecha es que el universo no solamente es más extraño de lo que suponemos, sino más extraño de lo que podemos suponer” (1). Entonces parafraseando a Haldane podríamos decir: La situación de penuria y desgracia que se avecina en nuestro planeta, no solamente es peor de lo que suponemos, sino peor de lo que podemos suponer.
En efecto, la humanidad ahora puede premeditar futuras desgracias y podría tomar algunas medidas para afrontarlas…Pero la pregunta crucial es: ¿La humanidad será capaz de tomar medidas en la realidad para evitarlas o al menos disminuirlas?…Solamente el tiempo dirá lo que viviremos en el planeta.
NOTA: (1) Pag. 286 en J.B.S. Haldane (1927) ‘Possible Worlds and Other Papers’ (London).
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