Tierra mágica | Por: Blanca Reixach 

Tierra mágica

Tierra de contrastes,
ríos y leyendas,
luz y sombras
color y poesía.
En tu ser germinan frutos,
tejiendo destellos
en horizontes radiantes
que el tiempo va hilando,
y cada criatura
se estremece a su paso
al ver tu hermosura
resplandeciente y altiva,
con tu aroma dulce, diáfana
impregnando caminos
de ilusiones y trigales.
Al sol le cuesta ocultarse
ante tus hermosas cayenas
y exuberantes árboles,
en sintonía plena
de ramajes alados,
y ese verde de infinitas tonalidades
es la esperanza
que bombardea el ser
y clama a los cielos
justicia, paz y calma
porque el ahora avasalla el alma
y pide a gritos
no seguir en cautiverio,
con el letargo a cuestas
con la humildad en silencio
cuando las ilusiones van cayendo
como las viejas hojas
en el otoño que dormita.
¡Cuánto derroche
de sueños perdidos,
cuántos días sin un mañana claro!
¡Cuántas flores se han marchitado
y otras deshojadas
por el viento del olvido!
Manos abiertas,
bocas que claman,
otras se cierran,
ojos que se pierden
en el dolor y en las sombras.
Manos que dicen adiós
sin saber hasta cuando,
brazos que estrechan
un hasta pronto
sembrado en los labios.
Madres que claman
la ausencia de sus hijos,
calles con gente que tiene hambre
otros deambulan de un lado a otro
ansiando un mañana claro.
Más yo, en mi loco anhelo
levantando mi vista al cielo
                        digo:
¡ Venezuela, no detengas tu vuelo!
Asómate a la ventana
de tu cielo secreto,
que allí está Dios
con su infinito amor
tendiéndote la mano
paraíso de ensueño.
                      Blanca Reixach
                       Valera Venezuela
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