Francisco González Cruz
Cuando Cristóbal Colón llegó a la costa de Paria, en Macuro, el 1° de agosto de 1498, sorprendido por la espléndida geografía que encontró, la llamó Tierra de Gracia. Era su tercer viaje y el primero en llegar propiamente a tierra firme de lo que sería el continente Americano.
Eran tantas maravillas que creyó haber encontrado el Paraíso Terrenal. Todo era abundante, hermoso y agradable: el relieve, las aguas, la vegetación, los animales. Los habitantes que encontró eran amables y se veían felices en aquel ambiente.
Esta primera impresión se mantuvo mucho tiempo e incluso hoy quienes recorren esta geografía y los que la estudian, no dejan de mostrar su asombro. Uno de ellos fue el geógrafo Pedro Cunill Grau.
Este chileno que se hizo uno de los mejores venezolanos, investigó a fondo nuestra geografía y también nuestra historia, para poner de manifiesto la certeza de aquellas impresiones iniciales, y sobre todo, lo que ello significa para hacer realidad aquella utopía de la Tierra de Gracia, si se trazan las estrategias serias y sostenidas con ese fin.
Cunill viajó por todo el territorio nacional para tener claridad sobre la enorme complejidad de su territorio y su población. Y se detuvo en muchos de sus lugares para detallarlos y poderlos mirar con los ojos del que, uniendo ciencia y pasión, veía las formas y el fondo, el hoy, el ayer y su proyección al futuro.
Allí está el portento de su obra escrita, de sus alumnos, sus amigos y admiradores. Para muestra bastan dos botones: «Venezuela: Opciones Geográficas» y «Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela», dos libros que todo venezolano debe leer, sobre todo en esta hora propicia para adoptar los grandes desafíos que nos imponen estas realidades.
Venezuela es Tierra de Gracia en su conjunto, como en la suma sinérgica de cada unos de sus lugares. Y en cada uno de ellos, llenos de asombrosas potencialidades, hay personas y entidades que, luego de la dura experiencia sufrida en estos años, tomó conciencia de cuáles son los caminos que conducen a hacer realidad los sueños iniciales.
No son otros que el trabajo honrado, la educación de calidad, las instituciones respetables, la economía humana, el gobierno honesto y una ciudadanía activa. Eso conducirá al desarrollo sostenible e integral de toda Venezuela, construida desde cada uno de sus magníficos lugares.