Según dice el eminente escritor norteamericano Charles Van Doren (1926-2019), en su importante obra: ‘Una Historia del Conocimiento’ (1991) quizás no se escribió en el siglo veinte una obra más perfecta que ‘Mario y el Mago’ (1).
Hay obras de arte que reflejan y describen la realidad social mejor que la misma realidad. Es decir, aunque parezca increíble, son más “verídicas” que los mismos hechos acaecidos realmente, y de ahí la importancia del arte llamado “realista”.
Este tipo de arte, cuando está bien elaborado, capta de una manera estética la esencia fundamental de los procesos, y a ello se debe su significación para comprender muchos hechos históricos en el plano psicológico, político, social, estético, etc.
Una de tales obras es ‘Mario y el Mago’ publicada en el año 1929 por el gran escritor alemán Thomas Mann (1875-1955), que ganó el Premio Nobel de Literatura en ese mismo año 1929. En esa narración, que está considerada como una de sus obras más logradas, Thomas Mann hace una condena alegórica al Fascismo, al cual veía como una grosera manipulación y afrenta a la dignidad humana.
Mann escribe la obra en primera persona. En ella se refiere el caso de una familia alemana que está pasando unas vacaciones en una zona turística de playa en Italia. En el hotel sufren algunas discriminaciones muy desagradables cuando son desalojados de una habitación para complacer a una princesa de elevada alcurnia, y llegan a tener un percance muy serio en la playa cuando una de sus hijas de 8 años se quita el traje de baño para limpiarse la arena en el mar. Entonces son acusados duramente por “irrespetar la moral y las buenas costumbres” etc. Mann interpreta esas reacciones en términos de la mojigatería que se había instaurado en Italia a raíz del Fascismo de Benito Mussolini (1883-1945).
Pero la parte más importante de la obra es la referente a un mago llamado: “El Caballero Cipolla” que llega a la zona turística y anuncia un espectáculo de magia. La narración del espectáculo del Caballero Cipolla es realmente electrizante y en ella Thomas Mann despliega su extraordinaria pluma que le valió con justicia el Premio Nobel. Además, el mensaje político es muy importante, porque tiene que ver con la psicología de las masas y la capacidad de algunos líderes para hipnotizar a las multitudes y quebrar la fuerza de voluntad de muchas personas. El “Caballero Cipolla” es un charlatán, pero comienza a impresionar al auditorio aunque sólo ha hablado y todavía no ha hecho ningún acto de magia. Así, en una parte de la obra, Mann refiere literalmente: “Algún espectador cercano dijo: “Parla Benissimo” (…) Hasta el momento el hombre no había hecho nada; pero lo que había dicho era aceptado como un logro, y por medio de eso había impresionado” (2).
Cipolla tiene poderes hipnóticos reales y en el transcurso del espectáculo se va imponiendo progresivamente sobre el auditorio y doblega psicológicamente a los asistentes. En realidad utiliza una sutil combinación de persuasión y amenaza, porque en todo momento muestra a los espectadores un látigo con mango de plata.
Mann describe genialmente la atmósfera de pesadilla que se va creando a medida que transcurre el espectáculo. Porque aunque el mago trata en forma despectiva al público de la localidad y humilla a muchos de los asistentes (a uno lo pone a sacar la lengua, a otros los pone a bailar y hacer el ridículo, etc.,etc.), de manera muy enigmática Cipolla logra el aplauso y aceptación sincera del público.
Al final de la narración, Cipolla escoge a un humilde camarero llamado Mario y lo hipnotiza. Entonces Cipolla averigua que Mario está enamorado de una tal Silvestra y hace que Mario le bese a él en la mejilla creyendo que está besando a Silvestra. Luego despierta a Mario y cuando éste sale de su trance hipnótico y se percata de que ha sido humillado ante el público, repentinamente saca una pequeña pistola y le dispara 2 balazos al Caballero Cipolla y lo mata. Thomas Mann finaliza la narración diciendo que Mario había actuado como un verdadero redentor.
Uno de las cosas más impresionantes de esta narración es la clarividencia genial que tuvo Thomas Mann antes de 1929 sobre lo que es el Fascismo: ¡La capacidad de un individuo que se erige en líder para hipnotizar a millones de personas en un país!!!!.
En efecto, Mussolini contribuyó a crear en 1919 los “Fasci di Combattimento” como “milicia de combate” supuestamente “revolucionaria”, luego en 1922 llegó a ser Primer Ministro y en 1925 se erigió en dictador.
El aspecto psicológico social y político más interesante de la obra es el concerniente a la propensión que tienen los humanos para seguir y aplaudir sinceramente a líderes, aunque en realidad sean unos grandísimos charlatanes inescrupulosos y mediocres desde el punto de vista intelectual y ético y violen descaradamente la dignidad más elemental de las personas. De hecho, eso fue lo que ocurrió en la realidad con Benito Mussolini y Adolfo Hitler (1889-1945).
En realidad, el desideratum es que las personas comprendan la importancia de una verdadera democracia participativa donde el liderazgo no sea individual sino compartido por todos. No obstante, para ello se requiere mucha educación y desgraciadamente muchas poblaciones en todo el planeta son ignorantes y manipulables.
NOTAS: (1) Pag. 368 en Charles Van Doren (1991) ‘A History of Knowledge’ Ballantine Books. New York. (2) Pag. 544 en ‘Mario and the Magician’ en ‘Thomas Mann. Stories of three decades’. Alfred Knopf (1938). New York. El lector también puede encontrar la cita en Pag. 146 en Thomas Mann ‘Mario y el Mago y otros cuentos’. Editorial La Oveja Negra (1984). Colombia.
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