Corría el año 1924 en una Venezuela que estaba viviendo cambios en distintos órdenes de nuestra vida sobre todo en el ámbito petrolero. En cuanto a la novela literaria vivíamos la corriente literaria modernista, en donde predomina, el simbolismo, la belleza, la luz, el color, que con mucha insistencia esculpía en lo sensorial trasformando al arte puro, al arte por el arte.
Este movimiento nació en Francia en la última cuarta parte del siglo XX, siendo los exponentes Claudel, Baudelaire y Verlaine. Pero en América hispana, grandes figuras se pronunciaron por esta corriente literaria entre ellos se pueden contar; con Rubén Darío en “Azul”, José Martí en “Nuestra América”, José Enrique Rodó con el ensayo “Ariel” por Venezuela uno de los grandes representantes Manuel Díaz Rodríguez con la novela “Ídolos Rotos”.
Aunque habíamos tenido experiencia de la novela literaria tiempo atrás, los más recientes fueron: Rafael María Baralt, Fermín Toro. “Peonía” de Manuel Vicente Romero García, “Fidelia” de Gonzalo Picón Febres, Manuel Díaz Rodríguez propiamente modernista con la novela “Ídolos Rotos”, José Rafael Pocaterra con “Doctor Bebe” y Rufino Blanco Fombona.
Justamente este año 2024, la obra de Teresa de la Parra “Ifigenia”, que está cumpliendo un centenario (100 años), de haberse publicado. Esta novela es un pronunciamiento exterior de una vida reguarda en su interior de una joven señorita que se manifiesta por medio de la escritura como medio para liberarse, de perjuicios, prohibiciones, imposiciones sociales, familiares, anacronismos y de una serie de costumbres que deben de cambiar y evolucionar. Esta joven lo intenta porque su vida parisina es muy distinta al estilo de vivir de Caracas en la mita de la segunda década del siglo XX.
Su logro se cumplió, ya que estamos conmemorando su centenario, es por ello que la profesora Libertad León González, escribe para la revista Académica “Cifra Nueva” del Nurr-ULA Trujillo, en su número 50 este artículo arbitrado titulado: “Teresa de la Parra: Entre la oralidad y la escritura, la confesión”.
Producir esta crítica literaria de un clásico de nuestro patrimonio de la narrativa, es un laborioso trabajo, ya que en la literatura a través de la ficción y el imaginario se encuentran diversos discursos, en numerosas épocas. Primero que nada este mensaje de la profesora León González, es refrescante, libre, inmenso, atrayente, mágico como lo es el modernismo, que logra musicalizar a la literatura dándole un componente estético libre y azulado como la poesía de Rubén Darío.
En ese estudio o análisis determinar el lenguaje y la escritura dos premisas esenciales en el comportamiento humano componentes culturales de un tiempo histórico que determina un período y que más que estos dos elementos constituyen la filosofía del lenguaje siendo Ferdinand Saussure uno de los grandes exponentes, que nuestros días son parte de la filosofía contemporánea, en sus dos vertientes filosofía analítica y continental. En la primera el lenguaje es el desarrollo del conocimiento lógico, que es el significado y uso del lenguaje. También en la filosofía continental asume el lenguaje a través del estructuralismo, que es el lenguaje, la cultura y la sociedad.
“Ifigenia”, es una época y Teresa de la Parra construye por medio de la escritura, una memoria literaria primero con la narrativa, en esta novela y después con las “Memorias de Mamá Blanca”, que se desarrolla en la hacienda Piedra Azul, Vicente Cochoco y las niñas, también nos deja un valiosos documentos en sus cuentos, en donde ella como escritora le da vida a sus muñecos de fieltro, las pequeñas partículas que recobran vida como la “señorita grano de polvo bailarina del sol”.
Por estos escenarios que se pasea, Libertad construye una literatura comparada, de esos relatos en donde interactúa con la escritura barroca de Sor Juana Inés de la Cruz, nada sencillo, la novia de Dios donde el hilo conductor es la fe, la palabra, el imaginario que no tiene límite. En ese encuentro coloca en esa tertulia a uno de los grandes exponentes de la patrística San Agustín, el filósofo de la triple presente en las Confesiones.
Encuentra a Teresa de la Parra con Inca Garcilaso de la Vega, un escritor colonial que piensa en un ambiente actúa y universaliza. Nuestra novelista, actúa y se universaliza porque la literatura transciende fronteras además es una mujer, que rompe la cotidianidad de ser ama de casa para convertirse en escritora, rompe con la tradicional y libera. En el siglo anterior lo había hecho otra venezolana, pero en la música como lo fue Teresa Carreño.
En un estudio literario comparado para Libertad, no puede faltar Octavio Paz, autor de “Libertad bajo palabra”, del “El laberinto de la soledad”, “Tiempo nublado”. Aunque Paz, es uno de los grandes exponentes de la vanguardia, su escritura, es libre, reflexiva y contemporánea. Esta es una razón para construir memoria, compendio patrimonial de la Literatura Latinoamericana.
Volviendo al año 1924, ese tiempo fue muy valioso para la novela venezolana, ya Rómulo Gallegos había publicado “Reinaldo Solar”, que sus rasgos modernistas y costumbrismo se pronunciaba con un modelo propio en escritura el súper regionalismo. Luego vendrían “Las Lanzas Coloradas”, de Arturo Uslar Pietri, “Cubagua” de Enrique Bernardo Núñez, más adelante Antonia Palacios con “Ana Isabel una niña decente”.
En esta publicación, “Teresa de la Parra: Entre la oralidad y la escritura, la confesión”. Reconoce el valor de la epístola, que es antiquísima la biblia utiliza con mucha insistencia la carta. La construcción del discurso es el ensayo, que es el aporte de Miguel Montaigne a la escritura.
“Ifigenía”, es un pronunciamiento femenino en el contexto caraqueño, en donde la cultura se entreteje entre distintas manifestaciones. Yolanda Segnini en “Las Luces del Gomecismo” describe todo este ambiente incluso nos muestra un encuentro epistolar entre Teresa de la Parra y el Benemérito.
A partir desde este momento el pronunciamiento intelectual femenino ha sido más acentuado. Antes como dije Teresa Carreño en música, la propia Teresa de la Parra, Carmen Clemente Travieso, Lucila Palacios, Miyo Vestrini, Morella Muñoz, Luisa Palacios, Juana Sujo, Jeannete Abouhamad, Doris Well, Cecilia Pimentel Lya Imber de Caronil, Sofía Imber, María Teresa Castillo entre otras.
Aquí en Trujillo, hemos tenido la presencia femenina en nuestra cultura e intelecto, hago memoria en: la Dra. Mireya Mendoza de Alvarado, la Dra. Dora Maldonado, Prof. Diana Rengifo, Mirian Sambrano Urdaneta, Doña Lourdes Dubuc de Isea, Prof. Aura Briceño Monreal, Prof. Aura Salas Pisani.
En este año 2024 cuando conmemoramos el centenario de “Ifigenia”, recuerdo a las Profesoras Marlene Briceño y la autora de este trabajo Libertad León González. Esperamos más trabajos para disfrutar de una buena escritura y leer poco a poco para que no termine tan rápido el texto, característica de los grandes libros.