Carlota E Egáñez M
La estructura política de una sociedad no es más que el modo en que los distintos segmentos que la forman han adquirido el hábito de convivir, Durkheim (1978). Casi, 20 años como Venezuela, venezolanos construyendo/conformando un nuevo modelo de país: Revolucionario, socialista, comunista, dictatorial. Es una resultante de la vida común, un producto de las acciones y reacciones que se concierta entre las conciencias individuales y, al hallar eco en cada una de ellas deriva en lo colectivo, estableciéndose una fuerza que mueve en el mismo sentido donde cada uno se ve arrastrado por todos. Realidad social con poder de coerción externa que se ejerce sobre las personas y la presencia de ese poder se reconoce a su vez por la existencia de una sanción determinada, por la resistencia que el hecho opone a toda actividad individual que pretenda violentarlo. Por consiguiente, el modo de concebir la realidad social reemplaza a esta misma realidad; en el estado actual de nuestro razonamiento, no sabemos con certidumbre qué es el Estado, la soberanía, la libertad política, la democracia, el socialismo… Y sin embargo las palabras que los expresan reaparecen constantemente en diálogos, discursos y discusiones. Se las utiliza cotidianamente y con certeza como si correspondiesen a ideas, doctrinas, dogmas, hechos, realidades bien conocidas y definidas cuando en realidad no evocan en nosotros más que ideas confusas, mezclas indistintas de impresiones vagas, de perjuicios y de pasiones a causa de su extrema polaridad de carácter ideológico aún más acentuadamente. Tenemos aquí, un orden de hechos que exhiben caracteres muy particulares: Son modos de actuar, de pensar y de sentir exteriores al individuo, y que poseen un poder de coerción en virtud del cual se les impone, pues consisten en representaciones y en actos que sólo existen en la conciencia individual y por ella. Como Venezuela y venezolanos hemos cambiado tanto que debemos revalorar, detenidamente, qué entendemos por este sin vivir, día a día… La primera tragedia que debe ser urgentemente reparada es la desvalorización de sí mismo que sentimos los venezolanos/Venezuela y que ha conformado el paso previo al sometimiento y a la masificación. Convertidos en engranaje lo que es mucho peor. En aceptar pasivamente una constante intrusión sensorial. Y esta actitud pasiva terminó siendo una servidumbre mental, una verdadera esclavitud. Esto exige creación, novedad a lo que estamos viviendo y la creación sólo surge en la libertad y está estrechamente ligada al sentido de la responsabilidad, es el poder que vence. Paradójicamente, venceremos si nos ponemos en riesgo por el otro, por Venezuela. De nuestro compromiso surgirá otra manera de mirar, de vivir, una existencia diferente. Interrogante que debe plantearse en cada corazón, con la gravedad de los momentos decisivos. En esta decisión reconoceremos el lugar donde cada uno de nosotros es llamado a oponer resistencia; se crearán entonces espacios de libertad que pueden abrir horizontes hasta el momento inesperados.
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