Templo San Pedro: ejemplo del que alardea el valerano

de cómo se trabaja para lograr progreso y bienestar para la ciudad y sus habitantes

Valera, vivida, leída, escuchada y soñada (38)

 

La Valera del pasado y la ciudad de hoy es orgullosa de poder contar con grandes tempos eclesiásticos, lugares de cristiandad y fe marina. Epicentro donde el valerano se ha arropado con el amor de Jesús y María, de sus patronos y de un espíritu lleno de devoción.

Uno de estos reciento es el Tempo de la parroquia San Padre, segundo en importancia y antigüedad en la ciudad, reciento de estilo románico.

El Templo de San Pedro tiene una emotiva historia que según la iglesia y los historiadores regionales data de 1911 cuando el 7 de julio se habría colocado la primera piedra con motivo del Centenario de la Independencia para levantar en el sitio una capilla bajo la advocación de San Pedro Apóstol como patrono del barrio San Pedro. Pero dicho santuario, modesto, con el pasar del tiempo se hace insuficiente. Pero debieron pasar 40 años para comenzar a cristalizarse el objetivo como tal, por allá en 1946.

 

La visión del padre Contreras

 

Como otras grades obras que han contribuido al progreso de la ciudad de Valera, la parroquia San Pedro también, tiene el sello patentado del padre José Humberto Contreras, el gran visionario del desarrollo local.
Según una vieja crónica de 1970 de la Revista de Valera de Don Luis González, el padre Contreras siempre preocupado y ocupado por el bienestar de Valera, comenzó a motorizar la creación de una nueva Parroquia.

Sería un 18 de febrero de 1946 de cuando esa idea toma forma, el Vicario de la ciudad convoca a una asamblea de ciudadanos en la Casa Parroquial de la Iglesia San Juan Bautista. Sería el gran paso del ambicioso proyecto. Se planteó la búsqueda de recursos a través de coletas públicas y privadas. El nuevo templo que se levantaría en la jurisdicción del entonces Municipio Juan Ignacio Montilla, en aquel tiempo llamado «El llano de San Pedro», adquirido por Juan Ignacio Montilla con el propósito de ampliar la ciudad.

En dicha asamblea se nombra una Junta Pro Parroquia San Pedro, integrada por: Director: Padre Conteras; Presidente, Pablo Pacheco; Vice Presidente, Francisco Aguilar; Tesorero, Gregorio Suárez y Secretaria Ana Teresa Baptista. Vocales: Anita de Abreu, Aura Rullo, Elías Rad hijo y Leopoldo Pulido.

 

Un nuevo intento

 

Serían las cinco de la tarde del 29 de junio de 1948 cuando de nuevo intenta la construcción del Templo. Era la Venezuela gobernada por Rómulo Gallegos. Otra vez se coloca la primera piedra, en esa oportunidad por el Gobernador del Estado Dr. José Quintini acompañado por el Arzobispo de Mérida Mons. Acacio Chacón. La ceremonia fue dirigida por el Padre Salomón Paolini, Párroco de La Quebrada.

 

Comienzo de la obra

 

Para la realización de los planos del Templo, el padre Contreras había contactado al hermano Ernesto de las Escuelas Cristianas, en Caracas. Según dichos planos el Templo tendría dimensión de 50 metros de largo por 20 de ancho y 18 de altura.

En octubre de 1948 por fin la idea del padre Contreras florece. Con arreglos en los planos, el ingeniero Miguel Ángel Casas Armengod da vía libre para iniciar la obra, todo gracias a los aportes de la colectividad en coletas realizadas por el comité de damas, más una contribución especial de 10.000 bolívares del Ministerio de Obras Públicas. Esos primeros trabajos se realizan bajo dirección del Maestro de Obra Pietro Oligani y rigurosamente supervisados por el padre Contreras.

Del padre Contreras al padre Juárez

El padre José Humberto Contreras se mantuvo firme con el proyecto hasta septiembre del año 1951, le entrega la Parroquia al padre Juárez (Pedro José Juárez), un escuqueño que no hizo otra cosa que esmerarse por continuar con firmeza el legado recibido.

El padre Juárez le daría notoriedad y personalidad al Templo, se empeñó en terminar la obra en su totalidad, y así ir de la mano con la visión futurista pensada para la Parroquia. Una década más tarde prácticamente tenía culminada la estructura principal, para los años 70, quedaban algunos detalles culminados en los años sucesivos.
Ese esfuerzo y dedicación, ha contribuido para que el Templo San Pedro sea un espejo del cual puede alardear el valerano, es el fiel ejemplo de cómo se debe trabajar en procura de obtener progreso y bienestar para la ciudad y sus habitantes.

 

 

Obra bondadosa para la ciudad

 

Según lo publicado por la Revista Valera, previo a 1970, año del Sesquicentenario de Valera, los trabajos de la última etapa del Templo estaban paralizados. Trascurría el mes de julio de 1969 y no se contaba con dinero para continuar. Faltaba muy poco para su culminación, pero se requería de recursos. La estructura estaba terminada. Los recursos que se requerían eran para finalizar su decoración interior y exterior, la Torre de 45 metros de altura y el piso de granito.

En un acto bondadoso, el Comité Pro Sesquicentenario de Valera toma cartas en el asunto, incluye en sus proyectos la terminación del Templo, para eso lograr que el Ejecutivo Nacional y del Gobierno del Estado, se involucre en la solución como un regalo a la ciudad en sus 150 años. Ese movimiento lo encabezaría el Dr. Raúl Díaz Castañeda coordinador de la Junta y todos quienes la integraron trabajaron sin descanso para cristalizar la petición realizada del entonces presidente de la República, Dr. Rafael Caldera.

Dicha solicitud tuvo eco, para diciembre de 1969, el Dr. Alejandro Sánchez Cortés, Gobernador de Trujillo, hizo entrega de 80 mil bolívares para lograr culminar la decoración interna del Templo. Días después el Ministerio de Justica hace llegar al Obispo, José León Rojas, la cantidad de 20 mil bolívares.

Esos aportes extraordinarios sumaban, 104 mil bolívares, con los cuales en el mes de febrero de 1970 previo a los actos del Sesquicentenario se reactivarían los trabajos faltantes del Templo como lo eran el piso, su decoración y la Torre. Obra bondadosa para la ciudad de Valera.

 

 

Repensar a
Valera es…

SABER QUE, el sentimiento y fervor por el contar con una nueva Parroquia, se hace realidad en el año 1953, fecha registrada de fundación de una edificación con capacidad para 1.500 personas, inspirada en la majestuosidad de la Basílica de San Pedro del Vaticano. De este Templo se destaca su valor arquitectónico, un sentir especial de la cristiandad valerana, fiel espiritualidad de los miles de feligreses que se apostan en el lugar.

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