Tachirenses se reinventan para sobrevivir en medio de la pandemia

Bladimir Cárdenas tuvo que paralizar su taxi, medio de conseguir el sustento familiar, por la falta de gasolina durante toda la cuarentena por COVID-19. A partir de allí comenzó a vender leche y queso, tocando puertas, para alimentar a su esposa y dos hijos

Bladimir Cárdenas y su esposa comenzaron a vender leche y queso ante la paralización laboral durante la cuarentena. Carlos Eduardo Ramírez

 

Con la llegada de la pandemia por COVID-19 muchas familias quedaron desempleadas en el mundo, y Venezuela no escapó de esa realidad. La paralización de empresas y comercios llevó a despidos y a la suspensión de salarios, lo que obligó a los ciudadanos a reinventarse, generando comercios informales y microempresas.

Pero no ha sido fácil en un país con dificultades económicas. El cierre de la frontera entre el municipio Bolívar del estado Táchira – Venezuela, y Villa del Rosario, Departamento Norte de Santander – Colombia,  complicó la situación. Cientos de venezolanos que trabajaban del otro lado de la frontera, cobraban remesas que enviaban sus familiares que emigraron a otras naciones, y hacían mercado en el vecino país, ya no pueden hacerlo.

Según el presidente de la Federación de Trabajadores del estado Táchira (Fretratáchira), Alberto Maldonado, desde marzo de 2020 a la fecha han cerrado 300 establecimientos entre empresas y comercios, lo que ha generado unos 78.000 desempleos en la entidad, trabajadores que han optado por irse al comercio informal.

 

Las semanas de flexibilización Bladimir trabaja separando la leche en litros para la venta. Carlos Eduardo Ramírez

 

De acuerdo a estimaciones del alcalde de San Cristóbal, Gustavo Delgado, en las calles de la capital tachirense se han instalado al menos unos 4.000 negocios informales, generados como alternativa de quienes requieren llevar alimento a sus hogares y se quedaron sin ingresos.

Muchos de ellos eran conductores de taxis y líneas de transporte público, quienes no pudieron volver a laborar por la cuarentena por coronavirus y las restricciones que esta implica, entre ellas, la falta de gasolina.

Los trabajadores del volante no pueden abastecer en cualquier estación de servicio para acceder al hidrocarburo a precio subsidiado, 5.000 bolívares el litro, sino de acuerdo a un cronograma con el que cuenta la Asociación de Taxistas del estado Táchira. Su presidente, Cristóbal Carvajal, informó al Diario de Los Andes, que después de tres meses sin poder abastecer, hasta hace dos semanas unos 7.000 agremiados lograron acceder a 40 litros, pero no para trabajar.

 

De taxista a vendedor de leche y queso

 Bladimir Cárdenas, pertenece a ese grupo de taxistas. Vive en la localidad de El Valle, municipio Capacho Nuevo del estado Táchira, junto a su esposa y dos hijos de 7 y 19 años de edad. Antes de la pandemia laboraba como taxista, mientras el combustible y las largas colas de hasta 72 horas para acceder a él se lo permitían.

Al llegar la cuarentena por coronavirus el 16 de marzo de 2020, el acceso a la gasolina se acabó para los trabajadores del volante  y para la ciudadanía en  general. No se permitió para ellos salvoconducto, por no formar parte de los sectores laborales permitidos por el gobierno de Nicolás Maduro.

Bladimir Cárdenas lleva en envases plásticos la leche casa a casa por las calles de Santa Teresa. Carlos Eduardo Ramírez

 

Esto dejó a Bladimir con los brazos cruzados, gastando los pocos ahorros con los que contaba para alimentar a su familia. A su esposa le suspendieron el sueldo, por lo que la situación se fue complicando.

“Trabajaba como taxi, llegó un momento en que el problema de la gasolina se fue agravando y ya podía echar solo dos veces al mes, después vino la pandemia, no hubo gasolina y me tocó parar el carro. El carro duró parado dos meses, sin producir un solo centavo, el sustento de mi familia ya no lo tenía porque el carro era el que me lo proveía”, relató a DLA.

Durante el mes de junio unos familiares con finca le ofrecieron leche y queso para la venta. A partir de ahí la familia entera se involucró. Gracias a la colaboración de sus suegros, pueden recibir la leche y el queso y guardarlos en la casa de ellos en San Cristóbal. Los días que llega el pedido se levantan temprano a esperar que lleguen las cántaras, para comenzar a separar el producto lácteo por litros, de acuerdo a lo que estiman se puede vender.

Bladimir y su esposase van caminando y llevan en sus manos los litros de leche. Hacer el recorrido en el carro, sin gasolina les es complicado. Caminan por las calles de Santa Teresa en San Cristóbal, donde viven los padres de ella, tocando puertas para entregar el pedido. No les es fácil, a pocos metros tienen competencia, pero se mantienen en la lucha.

“La leche la traen en moto hasta la casa, los clientes saben que día llega. Me toca llevarla casa a casa, porque hay que atender al cliente, porque en este tiempo de competencia de precios no hay que dejarlos escapar por nada”, manifestó Cárdenas.

Los cortes de luz, que en la capital tachirense pueden ser de entre 2 a 18 horas continuas les han generado pérdidas. En una oportunidad se les dañaron 40 litros  de leche, que ellos igual tuvieron que cancelar al proveedor.  Esto los afligió, porque además debían esperar una semana para que llegara de nuevo un pedido, pues entraba la semana de cuarentena radical.

 

Entre 100 y 150 litros vende la familia Cárdenas semana por medio. Carlos Eduardo Ramírez
F

“Con eso hemos podido sostenernos en época de pandemia, sin olvidar los cortes de luz que también me han afectado, también se ha perdido plata por allí, entonces ha sido difícil pero vamos sacando la fuerza del gocho, pa’lante porque pa’trás asusta Dios mío”, dijo.

En la semana pueden vender de 100 a 150 litros, solo cuando hay flexibilización, porque cuando no hay  en los puntos de control de El Cucharo, zona sur del Táchira, no dejan pasar los carros. Los ingresos les permiten medianamente acceder a los alimentos, pero no es suficiente.

No es suficiente, porque a un litro de leche se le ganan 300 pesos, si usted multiplica los 10 litros por 300 pesos le van a dar algo así como 45.000 pesos, más el queso que se le ganan son 1.000 pesos por kilo, entonces hay que vender una cantidad grande para ver suficiente ganancia”, expresa Bladimir.

El padre de familia tachirense considera que con el paso del tiempo tiene que buscar otra labor, porque con el taxi ya le es complicado, primero porque no hay gasolina y en segundo lugar porque tampoco hay efectivo (bolívares) en la calle, y tiene que cobrar en pesos colombianos las carreras, porque todo hay que pagarlo en pesos, mientras el ciudadano gana en bolívares.

Como la familia Cárdenas, cientos de tachirenses se siguen reinventando mientras luchan por ganar el sustento familiar, y por evitar el contagio de COVID-19.

 


Mariana Duque

@mariananduque

 

Salir de la versión móvil