Por: Luzfrandy Contreras
Erika Velasco y Ashley Sánchez son madres de dos pequeños con deficiencia auditiva, cada una mantiene la esperanza de que sus niños puedan escuchar y sean incluidos en una sociedad donde aún existe discriminación, ya que son muchos los desafíos que deben atravesar sobre todo en la comprensión del lenguaje.
Erika Velasco es madre de Víctor Mesa de siete años de edad, habitan en Naranjales, municipio Fernández Feo, su deficiencia auditiva inició luego que le detectaran meningitis a los seis meses de edad.
«Cuando salimos del hospital, el niño llegó a la casa y notamos que no respondía a los sonidos, cuando era bebé lo llamaba y él buscaba pero después no respondía los sonidos, fuimos a hacerle algunos exámenes con otorrinos y otros especialistas y fue diagnosticado como sordo», comentó.
Al conocer esta condición, su familia comenzó a solicitar apoyo económico y emocional en distintas fundaciones, entes gubernamentales y afines. «Empezamos a llevar papeles a un lado a otro, a fundaciones, y realmente nunca nos dieron una respuesta», agregó.
Una de las principales complejidades ha sido la educación de Víctor, ya que no todas las instituciones educativas están formadas para recibir a niños con discapacidad auditiva. Por eso, la escuela que le enseña lenguaje de señas, leer y escribir está ubicada en el municipio San Cristóbal y la movilidad de Fernández Feo a la capital es costosa.
«Se me hace muy difícil venir todos los días a la escuela, por eso él viene una o dos veces a la semana, por lo lejos y por el costo del pasaje».
Lamentable las condiciones de capacitación para el manejo de lenguaje de señas en las instituciones educativas del municipio Fernández Feo es reducida, y el costo del pasaje para la movilización a San Cristóbal, juega un papel negativo en la formación de Víctor.
Por su parte Ashley Sánchez madre de José Porras de seis años de edad, comentó que desde su nacimiento José se mantuvo complicado, por una ola de bacterias que para ese entonces mantenía contaminado el área de retén en el Hospital Central de San Cristóbal.
Con el paso de los meses, comenzaron a notar actitudes poco comunes para los niños de su edad, algunos especialistas le indicaban que solo presentaba una tardanza en el lenguaje porque «estaba muy consentido», otros le diagnosticaron diferentes patologías. A los dos años de edad, uno de los médicos tratantes analizó su condición, y le informó a los padres sobre deficiencia auditiva.
«Desde mi embarazo para él todo fue complicado, al tiempo nos dimos cuenta que no reaccionaba a los sonidos, ya tenía dos años y no me decía nada. Los médicos nos decían que era que estaba muy consentido, que era pereza y nosotros lo dejamos pasar, hasta hace dos años fue cuando en realidad le hicimos los estudios, y nos dijeron que el niño tenía una deficiencia auditiva, fue allí cuando nos pusimos contentos, porque de verdad dimos con el diagnóstico, porque muchas personas nos decían que era autismo, que el niño tenía problemas de comprensión u otras patologías», dijo.
Como familia han encontrado apoyo en terapias de lenguaje, de esta manera José puede leer los labios y ellos han aprendido a comunicarse con él.
«Él aprendió lenguaje de señas y también nos comunicamos a través de las señas maternales. Yo de verdad siempre he anhelado ver a mi hijo hablar, por eso lo he llevado a terapia de lenguaje para que él vaya avanzando en ese proceso también», expresó la madre de José.
Él asiste a una escuela regular ubicada en el municipio Ayacucho, allí sus docentes tuvieron que adaptarse a las necesidades de José. Ashley asegura que aprender el lenguaje de señas debe ser primordial en cualquier área, ya que hay muchas personas que presentan esta deficiencia auditiva y tienen que ser incluidos en la sociedad.