Ernesto Rodríguez (ernestorodri49@gmail.com)
El Stalinismo fue una experiencia política nefasta. La novela: ‘Oscuridad al Mediodía’ (1941), conocida en castellano como: ‘El Cero y el Infinito’, está considerada como una de las más importantes novelas políticas del siglo XX, pero antes de revisarla será pertinente que veamos muy sucintamente algunos datos sobre la vida de su autor: Arthur Koestler (1905-1983), escritor de nacionalidad británica nacido en Budapest (Hungría).
Koestler se educó en Viena y se inició como periodista y divulgador de temas científicos. En 1931 se afilió al Partido Comunista y entre 1932 y 1933 viajó por la URSS pero se desilusionó del régimen y renunció al partido en 1938 cuando comenzaron las conocidas ‘purgas’ durante el gobierno Stalinista. En 1936 fue a España para hacer reportajes sobre la Guerra Civil Española para un periódico de Inglaterra. En 1938 fue apresado en España por la dictadura de Francisco Franco (1892-1975) y condenado a muerte, pero logró salvarse en los últimos minutos gracias a la intervención del gobierno británico. Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial fue detenido en Francia y en 1940 viajó a Inglaterra donde vivió hasta el año 1983, cuando él y su esposa decidieron suicidarse.
La obra: ‘Oscuridad al Mediodía’ trata el caso de un experimentado luchador y líder comunista de unos 50 años llamado Rubashov. Aunque en la obra no se dice, resulta muy obvio que los sucesos ocurren en la URSS de Stalin y que Rubashov simboliza a un líder de la oposición comunista disidente.
Rubashov toda su vida fue un disciplinado militante que ponía los intereses del partido y la revolución por encima de cualquier conveniencia personal de él o de otros. Sin embargo, es detenido por sus actividades opositoras y enviado a prisión. Allí es interrogado por Ivanov, antiguo compañero de luchas que ahora ocupa un importante papel como oficial investigador. Las polémicas entre Ivanov y Rubashov sobre la cuestión de los ‘medios y los fines’ en la lucha política, constituyen una de las partes más interesantes y logradas de la novela. Ivanov plantea que todos los gobiernos de la historia han dado prioridad a sus intereses como estado respecto a las vidas de las personas, y que por lo tanto un gobierno comunista tiene mucha más justificación para anteponer sus intereses como estado y para reprimir a cualquier disidente del proceso revolucionario. Pero entonces Rubashov comienza a experimentar un proceso reflexivo sobre los fundamentos éticos de lo que ha sido su vida como militante del partido comunista cuando consideraba que las vidas humanas eran meros instrumentos sin importancia en comparación con los intereses del partido o la revolución. Ivanov le insiste a Rubashov en que debe confesar sus ‘crímenes’ y sacrificarse públicamente en aras de la revolución. No obstante, Ivanov se resiste a torturar a Rubashov…¡Y entonces Ivanov es fusilado por ser ‘demasiado blandengue’!!!.
A continuación, el oficial Gletkin, responsable del fusilamiento de Ivanov, lo sustituye en el cargo de oficial investigador. Gletkin es un disciplinado y represivo funcionario que actúa como un robot sin plantearse jamás dudas éticas de ningún tipo y comienza a interrogar a Rubashov mientras le alumbra la cara con una potentísima lámpara con el fin de torturarlo y desequilibrarlo psicológicamente. Gletkin tiene algunos indicios sobre los supuestos ‘crímenes’ cometidos por Rubashov y en las acusaciones mezcla algunas semi verdades con groseras falsedades. Gletkin no tiene ningún nivel intelectual y está consciente de que esos procesos y acusaciones son monstruosamente falsos e injustos, pero considera que: “hay que hacerlos en aras de la revolución” y también asevera que: “el fin justifica cualquier medio empleado”, inclusive mentir, engañar, matar, etc.
Rubashov poco a poco se va decepcionando de lo que ha sido su vida de militante de partido. La vieja guardia comunista tenía buen nivel teórico y cultural, y luchó por causas justas como la revolución socialista, la justicia social, el desarrollo pleno del ser humano, etc. Pero cuando esa vieja guardia a veces aplicaba el criterio de que: “el fin justifica los medios” y que: “el partido y la revolución están por encima de las personas”, también estaba sembrando las semillas que luego iban a dar lugar a monstruos represivos y deshumanizados como Gletkin. En efecto, en la novela, Gletkin representa la caricatura grotescamente magnificada de esos criterios según los cuales en la política: “Todo método es válido por más sucio que sea”, “El fin justifica los medios” y “El partido y la revolución están por encima de la vida de las personas”.
Finalmente Rubashov es condenado a muerte y fusilado. La obra, aunque es ficción, retrata de manera fidedigna los estilos represivos y manipuladores de la opinión pública que ha habido en el mundo bajo los gobiernos burocratizados y represivos de tipo Stalinista, que en realidad han sido falsos socialismos…¡Porque un verdadero socialismo, debería regirse por elevados valores éticos muy respetuosos de la dignidad humana y los derechos democráticos!!!…En el mundo nunca ha habido un verdadero socialismo y hay motivos para pensar que nunca lo habrá…La historia mundial evidencia lamentablemente, que siempre que un país, o un partido político, o una persona, de todas las tendencias políticas, sean de derecha o de izquierda, han adquirido mucho poder, entonces abusan y se comportan de manera despótica y represiva con los países o los ciudadanos subordinados…Por eso es tan importante velar siempre por los derechos humanos y democráticos para controlar a los que ejercen poder.