El pueblo venezolano es un pueblo aguerrido, de una incontenible fibra redentora, libertaria, está hecho de la cepa histórica emancipadora, es indomable y profundamente emancipador, vuela en mil pedazos toda cadena de dominación, de esclavitud y colonialismo. Los enemigos de la patria jamás podrán esperar nuestra sumisión, traición, entrega y rendición. Pueden estar seguros que la lealtad y la dignidad de la república están y estarán presentes en todas las batallas que se libran por la independencia y la soberanía nacional.
A 16 años del golpe fascista contra el pueblo venezolano, contra nuestro presidente comandante Hugo Chávez y de la inmediata respuesta cívico-militar al 11 de abril de 2002 como fue la extraordinaria rebelión popular del 13 de abril donde se concretó de forma práctica y contundente la unión de los sectores populares, las fuerzas patrióticas, la Fuerza Armada Bolivariana que interpretó y sigue interpretando el carácter revolucionario, antiimperialista del glorioso pueblo venezolano. Esta gran batalla heroica continúa ante la constante agresión y la guerra declarada del imperialismo norteamericano, de sus lacayos internacionales y de los vergonzosos traidores, pitiyanquis que en nuestro país encabezan el proyecto nauseabundo, entreguista y traicionero, donde ningún venezolano o venezolana con honor y respeto puede apoyar a quienes abiertamente proponen a gritos que nuestra república sea invadida, agredida, asesinada, saqueada y destruida. En qué cabeza cabe aceptar el proyecto de la muerte contra nuestra nación bolivariana. No tienen vergüenza, la perdieron toda, porque vendieron su alma al imperio más criminal de la humanidad.
Hoy, sin lugar a dudas, en medio de las duras circunstancias, generadas por una guerra planificada, inducida en todos los escenarios, en lo económico, político, comunicacional, psicológico para destrozar, implosionar nuestra nación, promover el caos para justificar la intervención de fuerzas extranjeras y derrocar al presidente legítimo Nicolás Maduro y dar paso a la instalación de un gobierno títere, al servicio abierto y arrodillado a los yanquis. Ante esta situación, debemos estar claros y preparados. No vamos a entregar a nuestra patria, para que la pulvericen y nos coloquen ante el mundo como un territorio entregado y derrotado. No van a barrer nuestra sagrada honorabilidad, nuestra identidad de patria, no tienen la moral, no tienen principios y ningún derecho de someternos a sus designios.
Como pueblo, como patria tenemos el derecho, el deber de no dejarnos arrebatar nuestro destino colectivo de independencia, de soberanía, de bienestar común, de ser libres y hacedores de una República como lo han soñado nuestro libertadores. Hoy, las orientaciones de Bolívar y Chávez se concretan en la profunda unión cívico-militar popular. Desde esta tierra alentamos a nuestro presidente Nicolás Maduro a perseverar junto a todos los venezolanos en no dejar bajo ninguna circunstancia que nuestra patria caiga.